Tijuana (México) (AFP) – La gigantesca caravana migrante que ha atravesado México buscando cruzar a Estados Unidos se reagrupa gradualmente con la llegada en las últimas horas de centenares de centroamericanos a la fronteriza Tijuana, donde este miércoles ya se encuentran poco más de 4.300 miembros del grupo.
Decenas de camiones procedentes de Mexicali (a unos 182 kilómetros) llegaron en las últimas horas con unos 1.000 migrantes exhaustos y hambrientos que batallaron para encontrar dónde descansar y qué comer.
En el trayecto, un hondureño murió tras ser atropellado por un vehículo, que se dio a la fuga, en el segundo deceso que se registra luego de que en octubre otro migrante perdiera la vida al caer de un automóvil en el sur del país.
Mientras tanto, en el sureño Chiapas, policías y agentes de migración detuvieron a 300 centroamericanos que habían ingresado ilegalmente por el río Suchiate, que divide México y Guatemala, durante la madrugada del miércoles y marchaban a la ciudad de Tapachula.
Los migrantes, que portaban banderas de El Salvador y Honduras, fueron contenidos entre jaloneos y gritos y subidos en autobuses que los trasladaron a la estación migratoria de Tapachula donde, según las autoridades, podrán solicitar refugio.
En Tijuana, las autoridades informaron que hasta este miércoles han ingresado a la ciudad 4.361 migrantes, de los cuales la gran mayoría se encuentra en el albergue que administra el gobierno local.
En ese lugar hay poco menos de 800 menores de edad centroamericanos.
Afuera del sitio, cientos se remolinaban para obtener algún alimento que llevan activistas y asociaciones religiosas. Campamentos improvisados eran levantados en la zona.
– «Ningún soldado estará armado» –
Al hondureño Osman Bueso, de 27 años, le preocupa que «no va a alcanzar la comida», que sólo hay 20 sanitarios en el albergue y que se extiende un temor sobre cómo van a cruzar a Estados Unidos.
«Andan diciendo que (el presidente estadounidense) Donald Trump anda diciendo que el que se pase por ahí lo van a matar», comenta.
Trump acusa a los migrantes de tratar de invadir Estados Unidos y ordenó el despliegue de hasta 9.000 militares en la frontera con México. Incluso llegó a sugerir que las tropas estadounidenses podrían disparar a los migrantes si éstos lanzaban piedras.
Este miércoles, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Jim Mattis, dijo que el Pentágono recibió una nota de la Casa Blanca en donde le daba más libertad para operar en la frontera, especialmente si los guardias fronterizos exigen apoyo militar en caso de violencia.
Sin embargo, aseguró que incluso si se pide el refuerzo de los militares en caso de que los migrantes intenten forzar los pasos fronterizos, «ningún soldado estará armado». «Probablemente serán miembros de la policía militar equipados con escudos, porras, sin armas de fuego», explicó.
También calculó la cantidad de personal militar desplegado a lo largo de la frontera con México en 5.764, además de los 2.100 guardias nacionales que ya se encontraban en el sitio.
Para los migrantes, la espera para tratar de pedir refugio en Estados Unidos puede durar más de un año. Muchos tienen ya meses en Tijuana esperando ingresar.
Tijuana, el punto fronterizo más al norte de México, siempre estuvo en la mira de la caravana que ha llegado a sumar unas 7.000 personas en sus aproximadamente 4.400 kilómetros recorridos desde Honduras en poco más de un mes.
En su avance, la caravana se ha dispersado y reducido, a medida que algunos decidían pedir asilo en el camino y otros solicitaban ser repatriados. Al menos dos caravanas más recorren territorio mexicano rumbo a Estados Unidos.
En Tijuana existe una creciente hostilidad de algunos grupos y del mismo alcalde hacia la caravana, que acusa a los migrantes de desafiar a la autoridad y de cometer algunos delitos.
Según la policía, 57 centroamericanos fueron detenidos por cometer distintas faltas, de los cuales 40 han sido deportados.