Dolores Hidalgo (México) (AFP) – Antes de cada jornada, Julio González reza para volver con vida a casa. Amenazado, teme engrosar la lista de candidatos asesinados en México durante la campaña para las elecciones intermedias del 6 de junio.
González, de 39 años, busca la alcaldía de Dolores Hidalgo (estado de Guanajuato, centro), en un proceso teñido de sangre por la muerte violenta de al menos 14 aspirantes en todo el país, según el gobierno.
Sin embargo, la consultora Etellekt asegura que entre candidatos y precandidatos suman 34 víctimas, de un total de 88 políticos asesinados desde que inició el proceso electoral, en septiembre pasado.
El caso más reciente se produjo el martes cuando pistoleros mataron a Alma Barragán, de 60 años, quien competía por la alcaldía de Moroleón, también en Guanajuato.
Para el presidente izquierdista Andrés Manuel López Obrador, se trata de un plan del crimen organizado para ampliar su poder.
«Salgo de mi casa, de campaña, y en el momento que subo a mi carro digo: ‘En el nombre sea de Dios, yo creo que todo saldrá bien y regresaré con bien a este lugar'», cuenta González a la AFP durante una jornada proselitista.
En esos actos, el político independiente promete desterrar a las «ratas», refiriéndose a supuestos funcionarios corruptos.
Es su segundo intento por llegar al cargo, tras quedar segundo en 2018.
En ambas campañas la constante han sido las amenazas y agresiones. En marzo, desconocidos arrojaron bombas incendiarias contra su casa, mientras él y su equipo son intimidados continuamente en redes sociales.
También «hay presencia de gente con armas, de vehículos sospechosos que nos siguen», denuncia el candidato junto a un guardaespaldas privado.
«Es un tema político. Dicen: ‘Vamos a acalambrarlo (asustarlo) para que no salga con ánimo, con ganas o esté pensando todo el tiempo en quién lo sigue'», asegura González, evitando señalar a alguien en particular.
Vencer el miedo –
Pero en Guanajuato la violencia ya había probado ser más que un disuasorio. El 29 de marzo fue ultimado Alejandro Galicia, aspirante a legislador del municipio de Apaseo el Grande.
Ese estado -donde operan bandas dedicadas a robar combustible- suma casi 1.300 homicidios este año, una de las cifras más altas de México, donde han sido asesinadas unas 300.000 personas desde que en 2006 el gobierno lanzó un operativo militar antidrogas.
«Nos da miedo, pero vamos a ganar, con todo y miedo», afirma González.
El gobierno, que denuncia la existencia de un «partido del crimen organizado», reporta además 400 agresiones a los candidatos y brinda protección a 148. Pero algunos como Érika Cortés, que postulaba a una alcaldía de Veracruz (este), prefirieron renunciar.
Los criminales «buscan fortalecer su operación mediante la intimidación y el aumento de su influencia política», sostiene la ministra de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez.
Tras la sangrienta campaña de 2018, cuando fueron asesinados 152 políticos (48 candidatos), las amenazas son ahora el principal instrumento de violencia electoral, según Etellekt.
Un 89% de los candidatos asesinados en el actual proceso eran opositores a los gobiernos que buscaban sustituir, subraya la consultora.
«Desgraciadamente es una herramienta política, usas la violencia para llegar a un fin que es ganar más poder, ganar elecciones, votos, terreno, clientela, recursos», opina Romain le Cour de la consultora Noria Research.
Tal estrategia se apoya en la impunidad, pues en la presente contienda, por ejemplo, solo ha habido detenciones en tres de los asesinatos, explica Rubén Salazar, director de Etellekt.
Ante la violencia, que incluye secuestros, una misión de observadores de la OEA expresó el miércoles su «profunda preocupación».
Los mexicanos elegirán a los integrantes de la Cámara de Diputados federal, a 15 de 32 gobernadores y a miles de funcionarios locales.
Dispuesto a «pagar el precio» –
Pese al peligro, el equipo de González se muestra animado y confiado en la victoria.
Preparan bocinas para alentar a la gente a votar con vítores y una versión modificada de una canción del grupo Bronco, que repite una y otra vez «ya llegó Julio, el cumplidor».
Luego marchan hacia el palacio municipal, donde el candidato enarbola la bandera mexicana y promete mejoras en salud y seguridad.
«Cuando tomé la decisión de participar estaba consciente que me iba a exponer y estoy dispuesto a pagar el precio que tenga que pagar», dice.