La Paz (AFP) – En medio de la pandemia, Bolivia vive una atípica campaña electoral sin mitines, con pocas propuestas y muchas denuncias entre el gobierno interino derechista y su gran rival, el exiliado expresidente izquierdista Evo Morales.
El gobierno de Jeanine Áñez ha lanzado toda su artillería contra Morales (2006-2019) antes de las elecciones generales del 18 de octubre.
Primero denunció ante la Fiscalía sus presuntas relaciones sentimentales con menores, y el viernes contactó a la Corte Penal Internacional por los supuestos delitos de «lesa humanidad» que el ejecutivo achaca al expresidente a raíz de los bloqueos de rutas que hicieron sus seguidores en agosto.
Desde su exilio en Buenos Aires, Morales atribuye estas denuncias a una «campaña de desprestigio», y su Movimiento al Socialismo (MAS) asegura que Áñez solo busca un «impacto político-electoral».
Morales contraataca acusando al «gobierno de facto» de pagar «millones de dólares de dineros públicos» a una firma de Estados Unidos para hacer cabildeo en Washington y para «difundir fake news (noticias falsas) y mentiras».
El expresidente ha pedido además a la Fiscalía que investigue presuntas irregularidades en el gasto público del gobierno, al que acusa de provocar una «catástrofe económica, sanitaria y humanitaria» por su mala gestión de la pandemia.
«Guerra sucia»
«El tema de la guerra sucia forma parte de las estrategias de los partidos, según el lugar en que se encuentren en las encuestas (…), y es absolutamente cierto que quien ha entrado de lleno en esto es la presidenta Áñez», señala a la AFP el profesor de Ciencias Políticas Carlos Cordero.
Las elecciones de octubre, postergadas tres veces por la pandemia, marcarán el fin del gobierno interino que asumió el poder tras la renuncia de Morales en noviembre de 2019, en medio de protestas tras unos cuestionados comicios.
Los partidarios del exmandatario aymara, que en agosto bloquearon carreteras durante 12 días para impedir que se aplazaran de nuevo los comicios, afirman que las postergaciones buscaban afectar al candidato presidencial del MAS, Luis Arce.
El delfín de Morales está empatado en los sondeos con el expresidente de centro Carlos Mesa, con el 23% de las intenciones de voto, y ambos superan a Áñez (12%).
En esta campaña no hay mitines, marchas por las calles ni caravanas de vehículos en pueblos y ciudades como antes. Ahora la principal herramienta para ganar votos son las redes sociales, en un país con baja cobertura de internet.
«Todo el proceso electoral está marcado por la pandemia», indica a la AFP el analista político Carlos Borth.
Tras una rígida cuarentena, se han suavizado las restricciones y las actividades se han ido reanudando, salvo las clases. En el país andino de 11 millones de habitantes, el coronavirus ha contagiado a 119.580 personas y dejado 5.343 muertos, según las cifras oficiales.
La presencia visible en las calles solía ser en Bolivia la forma de demostrar fuerza y de disuadir a los adversarios. La lógica era que mientras más gente sacaba un candidato a la vía pública, más cerca estaba del Palacio Quemado, la casa de gobierno.
Pero ahora los candidatos en la campaña electoral se limitan a enviar comunicados a los medios por Whatsapp, dar videoconferencias de prensa y publicar videos en redes sociales como Facebook o Twitter.
«Va a bajar el nivel de propuestas, de hecho ya ha bajado», dice Borth, en alusión a que los candidatos solo proponen generalidades.
«Voto anti-Evo fragmentado»
El analista destaca que el voto anti-Evo se fragmentó, después de que sus líderes se unieran en un primer momento durante las protestas que condujeron a su renuncia.
«Las fuerzas (anti-Evo) están dispersando el voto ostensiblemente», dice el analista.
Contra Luis Arce corren varios candidatos, además de Áñez y Mesa, entre ellos el líder cívico derechista Luis Fernando Camacho, el exgobernante conservador Jorge ‘Tuto’ Quiroga y el pastor evangélico de origen coreano Chi Hyung Chung.
Los ataques del gobierno y de estos candidatos no se han centrado en Arce, sino en Morales, aunque éste no compite por la presidencia.
«Vergüenza que abuses de jovencitas que casi podrían ser tus nietas», tuiteó Quiroga recientemente.
Los postulantes anti-Evo también se critican mutuamente: Áñez afirma que a Mesa le falta carácter; éste le reprocha que use recursos públicos para hacer campaña.
Los analistas presagian que este panorama continuará hasta las elecciones en las que, además de elegir a un presidente y un vicepresidente, los bolivianos renovarán el Parlamento.
Si ningún postulante gana la presidencia el 18 de octubre, habrá balotaje el 29 de noviembre.