Guadalajara (México) (AFP) – La argentina Camila Sosa Villada saborea la revancha de encontrarse en la feria del libro de Guadalajara (FIL) con cientos de lectores que la pandemia le impidió ver en 2020. Aclamada, la autora transgénero proclama la escritura como «el terreno de lo travesti».
«Tengo el convencimiento de que la escritura es el terreno de lo travesti», dice a la AFP Sosa, de 39 años, quien recibió finalmente en persona y con ovación el premio Sor Juana Inés de la Cruz que la FIL le otorgó el año pasado por su novela «Las Malas».
Es un ejercicio travesti por lo «mutable, inestable» y hasta «traidor» que debe ser el camino de la palabra escrita, explica.
«La literatura cuando se anquilosa, cuando se cicatriza, comienza a aburrir», sentencia Sosa, exhibiendo el fino equilibrismo entre insolencia y encanto que ha convertido en su sello.
La presencia de Sosa en la FIL supone un hecho «histórico», consideran los mexicanos Luisa Almaguer (30), cantante, y Aletze Estrada (29), activista, ambos transgénero que coinciden en que las letras, a diferencia del cine o la música, han sido un espacio ajeno para su comunidad.
«Me encanta y me da orgullo», afirma Almaguer.
«El lenguaje es mío» –
Con satisfacción, Sosa considera que «Las Malas» es el mejor testimonio de una prosa travesti que «la Academia no puede definir».
El fallecido escritor argentino Juan Forn, artífice de su publicación, halló en el libro dosis de crónica y de cuento de hadas, de manifiesto político y autobiografía.
También es un acto de desquite, que logra transformar en fiesta, furia y lirismo el dolor y la miseria que Sosa vivió durante el tiempo en que debió prostituirse en el Parque Sarmiento de la ciudad argentina de Córdoba, capital de su provincia natal.
De aquella experiencia, la también actriz y dramaturga rescata sobre todo su derecho a reivindicar aquellas palabras -«travestis, putos, maricones»- que entonces le arrojaron como piedras para humillarla.
«Yo digo: ¿Por qué lavar esa mierda? ¿Por qué querernos sacar de encima eso que nos dijeron?», pregunta.
«El lenguaje es mío y yo lo voy a enfermar y lo voy a romper y lo voy a arruinar tanto como pueda, porque es algo que me dieron sin que yo lo pidiera», dice citando un pasaje de su novela.
Agradecida por «la abundancia» –
Esta postura también explica su rechazo a términos como «trans», que considera «nomenclaturas que bajan de la academia blanca, europea, yanqui y se meten en nuestras bombachas (calzones)» para nombrarlas o definirlas.
«No tengo por qué estar heredando palabras que no me pertenecen, a mí sí me pertenece la palabra travesti y fíjate que en ‘Las Malas’ todas se nombran travestis, ninguna dice somos mujeres trans», enfatiza
Sosa lamenta también el «error» de ilusionarse y haber apoyado activamente al combativo movimiento feminista argentino que, a su juicio, ignora e incluso discrimina violentamente a las travestis, un acto que ve como una invitación a pensar nuevas teorías.
«Como travesti empobrecida lo viví desde que soy niña. Entonces, mejor nos vamos de aquí y pensamos otras alternativas», dice.
El éxito de «Las Malas», publicada en 2019 y que se coció lentamente hasta lograr premios y traducciones a siete idiomas, «lo que hizo fue alegrarme la billetera», dice Sosa.
A la lista de satisfacciones obtenidas se suma la cirugía para «mis preciosas tetas», coquetear con actores famosos y galanes «que me dicen que les gusto» y por los que «todas las mujeres se derriten», remata sin rubor.
Agradece la oportunidad de conocer a personas brillantes a las que admira desde niña, pero sobre todo «la abundancia» que por ahora disfruta tras las privaciones que experimentó como parte de una familia con pocos recursos.