Roma (Italia).- Aunque quizá no se hayan dado cuenta, deambulamos por la Tierra desde mucho antes de que ustedes existieran.
Se nos conoce como los héroes de los desiertos y altiplanos, porque podemos sobrevivir a los climas más adversos.
Habitamos en más de 90 países y somos cruciales para los medios de vida de millones de personas. Formamos parte de las culturas, los medios de vida y las identidades de las distintas poblaciones. También somos animales de carga, y servimos de apoyo a los Pueblos Indígenas y las comunidades locales. Con nuestros productos contribuimos a la nutrición, la seguridad alimentaria y el crecimiento económico por todo el mundo.
Nuestra especie es muy variada en todo el mundo y ¡somos más de lo que ustedes puedan contar!
Camélidos, nos llaman. Con su permiso, vamos a presentarnos.
El camello
Me llamo camello y tengo dos jorobas en el lomo.
Soy el mayor camélido que existe, capaz de adaptarse a los dos climas de las regiones desérticas y semidesérticas.
Al igual que los dromedarios, puedo viajar durante largos períodos de tiempo sin comida ni agua utilizando la grasa almacenada en mis jorobas y transformándola en energía.
Pero no nos confundan con los camellos salvajes. Son una especie distinta que únicamente se encuentra en las remotas zonas desérticas entre China y Mongolia.
Como todos los demás camélidos, soy una criatura robusta y resiliente, que siempre está al servicio del ser humano en momentos de necesidad.
Incluso en condiciones climáticas extremas, sigo proporcionando alimentos nutritivos y fibra. Al igual que los dromedarios, me llaman “barco del desierto” gracias a mi capacidad para sobrevivir en circunstancias difíciles, razón por la que tanto nosotros como los dromedarios somos cruciales para las comunidades nómadas y de las tierras áridas.
El dromedario
Soy el camello de una joroba y pueden reconocerme por mi largo cuello curvado y mi pecho estrecho.
Me cuesta atravesar las regiones montañosas, por lo que se me conoce como el camello de las llanuras.
Habito en África y Asia.
Como los camellos, recorro grandes distancias y sobrevivo largos períodos sin agua. Quizá por eso soy el compañero ideal en la gran inmensidad de los desiertos.
La llama
Un animal alto, con forma de caballo y cola corta. Así soy yo. Mis orejas son bastante largas y están ligeramente curvadas hacia dentro como plátanos.
Actualmente somos cuatro millones, de los cuales la mitad reside en Bolivia. El hilo elaborado con nuestras fibras es ligero, pero les proporcionará una calidez excepcional.
Como el resto de nuestros amigos camélidos, mi especie, que surgió en Sudamérica hace unos 45 millones de años, forma parte de la identidad de muchas culturas y sociedades.
La alpaca
Me llaman alpaca, y pueden reconocerme porque tengo el cuello y las patas largas y no tengo dientes delanteros superiores. Al igual que otros camélidos sudamericanos, tengo los pies suaves y acolchados, por lo que no daño los pastos que me alimentan.
Soy una criatura sociable y me encanta estar rodeada de otras alpacas y otros animales. Me comunico mediante el lenguaje corporal, por lo que podrán adivinar mi estado de ánimo con tan solo observar mis movimientos y comportamiento.
En tiempos prehispánicos, las alpacas y nuestras hermanas las llamas, éramos los principales animales de carga. También proporcionábamos fibra y carne a las comunidades.
Las alpacas y las llamas somos los únicos camélidos sudamericanos que han sido domesticados.
El guanaco
Soy uno de los mamíferos salvajes terrestres de mayor tamaño de Sudamérica. Pueden reconocerme porque tengo el cuerpo esbelto y las orejas grandes y puntiagudas. A diferencia de mis parientes las llamas, el color de mi pelaje varía muy poco, de un tono marrón claro a uno oscuro, con algo de blanco en la zona inferior.
Somos criaturas veloces, capaces de huir de nuestros depredadores. ¿Sabían que podemos correr a unos 56 kilómetros por hora? ¡Casi tan rápido como un tigre! Al igual que mis congéneres camélidos, soy de gran valor para las comunidades locales por mi fibra.
La vicuña
Soy la vicuña, el animal nacional de Perú. Mi pelaje es marrón lanoso en el lomo y blanco en el pecho. Muchos dicen que proporciono una de las fibras más finas del mundo.
Puedo vivir en temperaturas frías a pesar de mi fina lana porque mi cuerpo atrapa el calor del sol durante el día para mantener una buena temperatura durante la noche.
A las vicuñas, como al resto de camélidos sudamericanos —llamas, alpacas y guanacos— también se nos llama camélidos del nuevo mundo, y se nos considera los mamíferos autóctonos del continente. Formamos parte de la identidad espiritual y cultural de los Pueblos Indígenas y de las comunidades locales del altiplano andino, del mismo modo que los camellos y los dromedarios revisten una gran importancia desde el punto de vista cultural y social en las tierras áridas y semiáridas de África y Asia.
Para celebrar el Año Internacional de los Camélidos (2024), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) colabora con sus asociados con el objetivo de poner de relieve el importante papel que desempeñan los camélidos en los medios de vida de las comunidades y en la creación de resiliencia ante el cambio climático, especialmente en las montañas y en las tierras áridas y semiáridas.
Los medios de vida de diversas comunidades de todo el mundo dependen de los productos y servicios de los camélidos. Por ese motivo, es fundamental reconocer y apoyar el papel de los camélidos en los medios de vida de las comunidades y en el medio ambiente, ya que fomentan la sostenibilidad laboral y la igualdad.
Ayudemos a los héroes de los desiertos y altiplanos a transformar las comunidades y culturas de todo el mundo.
¡Este es nuestro año! Ahora que ya nos conocen, difundan nuestro enorme potencial sin explotar y ¡descubran de qué más somos capaces!