Pucon (Chile) (AFP) – Se hizo la noche al mediodía y se abrió un claro el cielo encapotado este lunes en el sur de Chile permitiendo a miles de personas disfrutar del eclipse de Sol, que para los indígenas mapuches puede ser el inicio a un nuevo ciclo o un mal augurio.
Quienes llegaron a Pucón, Puerto Saavedra o Monkul, en La Araucanía, la «zona cero» que quedó a oscuras por dos minutos, lanzaron aplausos, vítores y gritos de alegría a través de sus barbijos, tras abrirse un claro entre los nubarrones para permitirles apreciar el eclipse.
Asentados en su mayoría en esta región, los indígenas mapuches este fenómeno es percibido como un generador de cambios debido a la «muerte temporal del Sol» o «Lan antü», en idioma mapuzungún.
En base a esta cosmovisión, miembros de la comunidad vivieron el fenómeno con respeto y algunos se ocultaron temiendo malas señales, pero todos compartieron la creencia de que se trata de un mensaje de cambios en la naturaleza.
«Aunque suene extraño que esté en este lugar donde se va a ver mejor el eclipse, para mí no es una tan buena señal. Los eclipses según lo que yo sé (…) no anuncian cosas buenas», dijo a la AFP Liguen Antu Conejeros, una estudiante mapuche de 16 años que se acercó a la localidad de Monkul en Carahue a ver el fenómeno.
«Pero no hay que verlo desde el temor», advirtió confiada en que los ruegos de su cultura ayudarán a que los cambios que trae este enfrentamiento de la Luna y el Sol sean positivos.
En la localidad de Finfin, también en La Araucanía, muchos mapuches se escondieron en sus rukas (o casas) en el momento del eclipse tras hacer rogativas para que el impacto negativo no fuese tan fuerte.
«Para nosotros es negativo el hecho de no ver el Sol, pero simbólicamente esto significa una advertencia de lo que puede venir en el futuro, por eso no debemos mirar el eclipse», explicó Rosa Barbosa, machi o guía espiritual del territorio de Finfin, que fue visitado durante la jornada por el director de la Corporación Nacional Indígena (Conadi), Ignacio Malig.
– La sorpresa de una noche de día –
«¿Ves el eclipse?», le preguntó un padre a su hijo pequeño en la playa del lago Villarrica, en la ciudad de Pucón, una turística localidad 800 km al sur de Santiago, quien miraba al cielo estupefacto, sin entender cómo el Sol desapareció detrás de la Luna, se hizo la noche a las 13H00 (16H00 GMT) y apareció un aro de luz entre las nubes que abrieron un claro.
La sorpresa se repitió entre las miles de personas que, cubiertas con impermeables y paraguas de colores, vieron incrédulas cómo justo durante los dos minutos que duró el eclipse las nubes si hicieron a un lado.
«Es una emoción tremenda. Esa imagen es como que el tiempo se detuviese (…) fue maravilloso», dijo a la AFP Rodrigo Salazar, de 41 años, quien recorrió unos 500 km para ver el eclipse desde Pucón, repleta de turistas que desafiaron las restricciones sanitarias y la recomendación de «quedarse en casa» para evitar la propagación del coronavirus.
Fue un fenómeno «más que único»; «un nirvana total», «una bendición», «una conexión» o una «adrenalina» describieron algunos de los miles de turistas que vieron el eclipse desde la playa de Pucón.
El descenso de temperatura, que ya era baja minutos antes, la oscuridad y el anillo de la corona solar en medio del característico paisaje boscoso y montañoso de la región de La Araucanía fue para Patricia Jiménez, de 39 años, «una sensación súperespecial energéticamente».