San Salvador (AFP) – El empresario Nayib Bukele asumió este sábado como presidente de El Salvador con el desafío de transformar el país que, después de tres décadas de gobiernos de derecha e izquierda, arrastra una alicaída economía dolarizada y una violencia que impulsan a sus pobladores a emigrar en masa.
Bukele, de 37 años, fue investido durante una sesión solemne de la Asamblea Legislativa en la céntrica plaza Gerardo Barrios de San Salvador.
Vestido con un impecable traje azul oscuro, el nuevo presidente tomó juramento ante unas 10.000 personas, muchas con camisas celestes, que lo ovacionaron con aplausos bajo el grito de «¡Sí se pudo!».
En un discurso de media hora, en el que evitó mencionar las acciones que pondrá en marcha para atacar los problemas, el joven mandatario pidió a los salvadoreños «el compromiso» de trabajar «para sacar adelante al país».
«Nuestro país es como un niño enfermo, nos toca a todos cuidarlo», exclamó ante la multitud.
Ocho horas después de haber asumido también como comandante general de la Fuerza Armada, ordenó que se retire de la fachada de un cuartel de San Miguel (este), el nombre del extinto coronel Domingo Monterrosa, por ser uno de los involucrados en la masacre de El Mozote, en la que cerca de mil civiles fueron asesinados en 1981 por el ejército en el marco de la guerra civil (1980-1992).
«Se ordena a la @FUERZARMADASV retirar de inmediato el nombre del Coronel Domingo Monterrosa del Cuartel de la Tercera Brigada de Infantería, en San Miguel», consignó en su cuenta en twitter.
Monterrosa murió en octubre de 1984 al ser derribado un helicóptero en que viajaba. Es reivindicado como héroe por la institución castrense.
– Migración, un desafío –
Frenar la migración a Estados Unidos es una de las labores más acuciantes que debe atender el nuevo mandatario, cuyo fallecido padre, Armando Bukele Kattán fue presidente de la Asociación Islámica Árabe Salvadoreña, de la cual fue imán.
Estimaciones oficiales indican que en promedio unos 200 salvadoreños emigran a diario sin documentos legales hacia Estados Unidos.
A finales de 2018, poco más de 3.000 salvadoreños marcharon en caravanas al país norteamericano.
«Los jóvenes necesitamos educación, trabajo, tener un futuro aquí y no estar obligados a irnos a otro país a buscar algo mejor, pero si aquí no mejora la situación siempre va a estar esa posibilidad» de emigrar, dijo a la AFP Amilcar León Alvarado, de 19 años, mientras observaba a Bukele tomar juramento.
Bukele ha dicho que mantendrá una relación cercana al gobierno del presidente Donald Trump, quien este sábado lo felicitó a través de su cuenta de Twitter y dijo que Estados Unidos «está listo» para trabajar en la «prosperidad» de El Salvador.
El nuevo mandatario, que este mismo sábado juramentó a su gabinete de 14 ministros en el que figuran seis mujeres, rompió el bipartidismo de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena, 1989-2009) y del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, 2009-2014).
Exalcalde de San Salvador, Bukele tiene como prioridad en su gestión de cinco años contener a las pandillas que delinquen.
El Salvador se mantiene como uno de los países sin guerra más violentos del mundo, con un promedio de 51 homicidios cada 100.000 habitantes en 2018, en su mayoría atribuidos a las pandillas que tienen unos 70.000 miembros, de los cuales casi 17.000 están encarcelados.
– Economía estancada –
También hay una gran expectativa por el rumbo económico que pueda imprimir Bukele para atraer inversión extranjera que genere empleo para una población que en los últimos años ha tenido como principal salida la emigración.
«Los salvadoreños demandan la creación de fuentes de empleo, aumento de los salarios, reducción de la pobreza y disminución del costo de la canasta básica», estimó la jesuita Universidad Centroamericana (UCA).
Santos Iraheta, de 56 años y que estaba desde la madrugada en la plaza para ver al nuevo mandatario, dijo a la AFP confiar «en que trabajará por los pobres» y abogó porque se le debe dar la oportunidad de «levantar el país».
Al recibir el país con una alarmante deuda que alcanza el 70% del PIB, y con una economía que en los últimos cinco años creció en promedio 2,4% anual, el nuevo gobierno tendrá dificultad para mantener los programas sociales en marcha.
Al cierre de 2018, El Salvador acumulaba una deuda pública de 18.974,6 millones de dólares, más de la mitad contraída con acreedores externos, según el Banco Central de Reserva.
Además, carga un déficit fiscal de 3% del PIB que, según cifras oficiales, podría crecer este año a 3,7% del PIB.
– Depurar la administración –
Además, a Bukele le corresponderá luchar contra la corrupción y comenzar por reestructurar el aparato del Estado, que en las últimas tres décadas vio su planilla crecer de 69.887 empleados públicos en 1989 a 166.577 en 2018.
Bukele ha señalado que promoverá la instalación de una comisión contra la corrupción, similar a las que existen en Guatemala y Honduras, y para ello pidió apoyo a la Organización de Estados Americanos (OEA) y las Naciones Unidas (ONU).
En los últimos años, los expresidentes Francisco Flores (1999-2004), ya fallecido, Elías Antonio Saca (2004-2009), encarcelado, y Mauricio Funes (2009-2014), asilado en Nicaragua, han enfrentado la justicia por casos de corrupción.