Bogotá (AFP) – El parlamentario opositor Julio Borges desestimó desde Colombia la orden de captura que emitió la justicia venezolana por su presunta relación con un complot contra el presidente Nicolás Maduro, y afirmó que se siente seguro en su exilio.
El oficialismo venezolano dio paso al procesamiento de Borges y del también legislador opositor Juan Requesens, a quienes Maduro acusa de haber intentado asesinarlo con drones cargados de explosivos, tras despojarlos de su inmunidad.
«Me siento seguro en Colombia, me siento agradecido. El acto que sucedió no existe políticamente ni legalmente», reaccionó Borges en una entrevista con la AFP en Bogotá.
Al mismo tiempo, negó insistentemente la versión de Maduro sobre el complot. «No hubo atentado, eso que inventó el gobierno (es) una bomba de humo que se crea para amenazar, reprimir», afirmó este abogado de 48 años.
Acusado de servir al gobierno, el Tribunal Supremo de Justicia ordenó este miércoles capturar a Borges, expresidente del Parlamento de mayoría opositora, por «homicidio intencional calificado en grado de frustración».
La víspera había sido detenido Requesens también por su presunta vinculación con los confusos hechos del pasado sábado durante una parada militar en Caracas.
Al gobierno «lo único que le queda en este momento es la fuerza bruta y la represión, es lo único que tiene. Está todo el día inventando conspiraciones, en este caso un atentado para tapar la realidad de la brutal crisis que vive Venezuela», remarcó Borges.
Según el dirigente de Primero Justicia, partido del excandidato presidencial Henrique Capriles, Maduro lo ha acusado «de todos los delitos» imaginables.
Todo esto da «más fuerza para seguir en esa lucha y estamos seguros de que con todas las crisis que Maduro ha creado Venezuela va a un desenlace», añadió.
Maduro asegura que detrás del plan para matarlo está el expresidente colombiano Juan Manuel Santos, quien al igual que gran parte de la comunidad internacional desconoció por «ilegítima» su reelección el pasado 20 de mayo.
Colombia y Venezuela mantienen en el congelador sus relaciones pese a compartir una convulsa frontera de 2.200 km.
El martes, durante su discurso de posesión, el presidente colombiano Iván Duque lanzó una advertencia velada al gobierno de Maduro, al que se ha referido en el pasado como una dictadura.
Sin mencionar directamente a su homólogo, afirmó que promoverá «la defensa de los valores democráticos» y el rechazo y denuncia de «cualquier forma de dictadura en el continente americano».
«Nuestra actitud no es belicista, nuestra actitud es democrática y estaremos en todos los escenarios internacionales defendiendo la Carta Democrática Interamericana», sostuvo.
Venezuela y el coletazo migratorio por la crisis ocupan un lugar destacado en los retos que le esperan al nuevo mandatario.