Buenos Aires (AFP) – El juez Claudio Bonadio, alguna vez calificado de «pistolero» por la expresidenta Cristina Kirchner, se convirtió en su peor enemigo con la investigación de una millonaria trama de sobornos que salpica a la dirigencia política y a la clase empresaria de Argentina.
Desde que dejó la presidencia en diciembre de 2015, se abrieron seis causas penales contra la expresidenta. Cinco de ellas están en manos de Bonadio, a quien Kirchner definió este miércoles ante el Senado como «un instrumento, un títere» al servicio de sectores que buscan proscribirla de la política.
De calva pronunciada, con exuberante barba blanca y un poco excedido en peso, a los 62 años Bonadio es además el juez que ordenó detener a varios de los más importantes empresarios de Argentina con la causa conocida como «los cuadernos de la corrupción».
Ese proceso, que desde hace semanas lo tiene en la primera plana de la prensa, indaga sobre sobornos de millones de dólares en efectivo pagados para obtener contratos de obra pública durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner (2003-2015).
Y para avanzar, Bonadio requirió allanar los tres domicilios de la expresidenta, solicitud que el Senado autorizó por unanimidad este miércoles.
Además de Cristina Kirchner, que en su actual condición de senadora está amparada por fueros, el juez investiga a una decena de exfuncionarios y a más de veinte empresarios. Varios de los acusados han optado por colaborar con la justicia.
«Lo mejor que te puede pasar es no tenerlo a Bonadio como enemigo», declaró a la AFP Néstor Espósito, periodista especializado en temas judiciales que lo conoce en acción.
– Juez de la servilleta –
Divorciado y con un hijo músico de rock, Bonadio estudió derecho en la Universidad de Buenos Aires, de la que egresó a los 32 años. Antes de comenzar su carrera judicial ya había incursionado en la política y en la década de 1970 militaba en las filas de la derecha peronista.
A finales de 1992, durante el gobierno liberal del peronista Carlos Menem (1989-1999) fue designado secretario de Asuntos Legales del influyente Carlos Corach, por entonces secretario de Legal y Técnica de la presidencia y considerado uno de los pesos pesados de aquel gobierno.
Al año siguiente, la política lo catapultó a la justicia. El Senado aprobó su nombramiento como juez federal en la periferia de Buenos Aires, pero nunca asumió ya que fue designado por decreto al frente de un juzgado federal de la capital.
Fue su padrino político Carlos Corach quien incluyó su nombre en una famosa servilleta escrita a mano entre supuestos jueces afines al gobierno de Menem, según denunció en 1996 el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo, en un caso que desató un escándalo y del que Bonadio nunca pudo librarse.
«La justicia en Argentina tiene independencia relativa», refirió a la AFP el sociólogo Gabriel Puricelli. «Siempre hubo una cierta politización, un funcionario de gobierno termina y es nombrado juez, pasa de un puesto político a un puesto de magistrado, como es el caso de Bonadio», añadió.
Sin embargo, Puricelli apuntó que «eso no quiere decir que lo que investiga Bonadio no merezca castigo. Son delitos muy graves, y salen a la luz nombres de gobernantes y de los empresarios más poderosos de Argentina. Es histórico».
– Casos clave –
Entre otros casos clave, Bonadio investigó el encubrimiento y pistas falsas en la causa del atentado contra la mutual judía AMIA que causó 85 muertos en 1994. En 2010, el fiscal Alberto Nisman lo denunció por paralizar durante cinco años el expediente en el que Corach era uno de los mencionados. El fiscal del caso AMIA por una década también lo acusó de amenazarlo de muerte.
Vueltas de la vida: el juez se hizo cargo de la denuncia contra Cristina Kirchner, presentada antes de morir por el propio Nisman.
Sus detractores destacan que es brillante en el juego político pero tiene deficiencias jurídicas, reflejadas en medio centenar de pedidos de juicio político, una decena de los cuales sigue en trámite y dos merecieron sanciones disciplinarias por arbitrariedad.
Recientemente se reunió con el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, lo que se interpretó como una señal de respaldo judicial.
– «Pistolero» –
«No le tengo miedo a ningún juez pistolero, mafioso ni extorsionador», lanzó Kirchner cuando Bonadio ordenó medidas para investigar su patrimonio en 2015 y allanar oficinas de su hijo, Máximo Kirchner, en Santa Cruz (sur).
Hacía mención a un hecho ocurrido en 2001 cuando el juez mató de dos balazos a un supuesto delincuente que intentó asaltar a un amigo suyo en plena calle, causa por la que fue sobreseído alegando legítima defensa.
«Soy cazador, instructor de tiro, practico un deporte», respondió Bonadio.