Ariquemes (Brasil) (AFP) – El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, volvió a mostrar el viernes su disgusto con Europa por la gestión de los incendios que siguen avanzando en la Amazonía, mientras que su canciller afirmó que el país sudamericano está en «sintonía» con Estados Unidos, tras ser recibido en la Casa Blanca.

«Europa, toda junta, no tiene nada para enseñarnos sobre preservación del medio ambiente», dijo por la mañana Bolsonaro a periodistas en Brasilia.

Pérdida de cubierta vegetal y emisiones de CO2 en los países que comparten el territorio de la Amazonía
Pérdida de cubierta vegetal y emisiones de CO2 en los países que comparten el territorio de la Amazonía, entre 2001 y 2018
© AFP Nicolas RAMALLO

El mandatario acusó recientemente a Alemania y Francia de intentar «comprar» la soberanía de Brasil, y exigió que el presidente francés, Emmanuel Macron, se retracte de las declaraciones en las que evocó la posible internacionalización de la Amazonía como condición para aceptar los 20 millones de dólares ofrecidos por el G7 de potencias occidentales para la extinción de los incendios.

Pese a la polémica sobre si recibirá o no esa ayuda, Chile anunció que enviará cuatro aviones cisterna a la región y que esa ayuda será financiada con los fondos ofrecidos por el G7.

El mandatario chileno, Sebastián Piñera, se alzó como coordinador de la ayuda del G7 tras asistir como invitado a la última cumbre del bloque en Francia. A su regreso, el pasado miércoles, hizo una escala en Brasilia para reunirse con Bolsonaro.

El presidente brasileño informó por Twitter este viernes que mantuvo «una conversación bastante productiva» con la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel, en la que la canciller le «reafirmó la soberanía brasileña» en su región amazónica.

Entre tanto, Bolsonaro envió a Estados Unidos a su canciller, Ernesto Araújo, y a su hijo y posible futuro embajador en Washington, Eduardo Bolsonaro, para «agradecer» el respaldo de Trump a la emergencia ambiental provocada por los incendios.

«Los gobiernos están en sintonía», dijo Araújo al salir de la reunión en la Casa Blanca, explicando que esa proximidad significa rechazar lo que consideró interferencias en asuntos internos de Brasil.

Eduardo Bolsonaro tuiteó, por su parte, que Trump «aceptó» una propuesta de la comitiva brasileña de «trabajar en conjunto para desarrollar de forma sostenible la Amazonía», una idea que el presidente brasileño ya ha manfiestado en otras ocasiones desde que asumió el poder.

«Se habló sobre acuerdos de libre comercio y de entrenamiento militar conjunto», añadió el diputado en Twitter.

– Incendios en alza –

Bajo fuerte presión interna y externa, Bolsonaro prohibió el jueves por decreto las quemas en todo Brasil por un lapso de 60 días, hasta el fin de la estación seca.

Pero entre el miércoles y jueves se detectaron 2.300 incendios nuevos, más de la mitad en la Amazonía.

Desde enero, Brasil registró 87.257 incendios, un 51,8% de ellos en la región amazónica, según las últimas cifras del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE).

Miles de soldados y bomberos se han desplegado desde el fin de semana pasado para combatir las llamas, junto con dos C-130 Hércules y otros aviones cisterna que echan decenas de miles de litros de agua en las áreas afectadas del norte del país.

Los incendios en Brasil son provocados por limpieza de tierras en zonas de cultivo o por el avance de la deforestación para crear tierras de pastoreo.

Un estudio del Instituto de Investigaciones Ambientales de la Amazonía (IPAM) demostró que los municipios con más incendios son aquellos donde hubo mayor deforestación.

«La incidencia del fuego en la región amazónica está directamente relacionada con la acción humana y las llamas acostumbran seguir el rastro de la deforestación: cuanto más se deforesta, mayor el número de focos de calor», apunta el IPAM.

– Choque de dos mundos –

En Ariquemes, una ciudad de poco más de 100.000 habitantes a 200 kilómetros de Porto Velho, la capital del estado de Rondonia (limítrofe con Bolivia), se puede constatar fácilmente el avance del sector agropecuario brasileño en detrimento de la selva amazónica, constataron periodistas de la AFP.

Grandes haciendas cercadas sirven ahora de pasto para vacas y se extienden a los lados de una carretera donde abundan las tiendas de tractores y material agropecuario. Muchos habitantes visten sombrero, jeans y botas de vaquero.

Por un camino de tierra a través de una hacienda se llega a la enorme reserva indígena de Uru-eu-uau-uau, habitada por varias etnias y considerada por los ambientalistas como una de las más amenazadas por los invasores de tierras, madereros, mineros ilegales y cazadores de animales silvestres.

La primera de varias aldeas está formada por media docena de habitáculos, la mayoría de madera y techo de paja, y otras de ladrillo y tejas. Los habitantes visten ropas de ciudad y algunos usan una red wi-fi de las instalaciones de la Fundación Nacional del Indio (Funai).

Se sienten amenazados por las decisiones de Bolsonaro, un crítico de la política de demarcación de tierras indígenas.

«Estamos pasando un mal momento. Los pueblos indígenas no están siendo reconocidos. (…) Estamos sufriendo mucho debido a la tala, la deforestación», dijo a la AFP Awapy Uru-eu-uau-uau, líder de una comunidad.

«No queremos volver a ver fuego en tierras indígenas», agregó Awapy, quien se dice dispuesto a defender con su vida la Amazonía.