Accra (Ghana).- El paisaje culinario de África es un rico mosaico de biodiversidad y tradición, que esconde bajo su colorida superficie un tesoro de alimentos olvidados. Resulta fundamental volver a examinar estos cultivos adaptados a cada región —que en su día fueron clave para las diversas culturas del continente—, a medida que el mundo se enfrenta a retos acuciantes como la seguridad alimentaria, el cambio climático y la sostenibilidad medioambiental.
La agricultura africana encierra un vasto potencial sin explotar que puede transformar el panorama socioeconómico del continente. Rica en climas variados y suelos fértiles, África alberga un gran número de cultivos autóctonos que ofrecen tanto beneficios nutricionales como sostenibilidad ecológica.
A medida que la demanda mundial presiona cada vez más los sistemas alimentarios, el continente está listo para recuperar su patrimonio agrícola y trazar un camino sostenible que fomente el desarrollo del capital humano, la creación de empleo, el crecimiento industrial, la transformación estructural y la preservación de los ecosistemas.
Conscientes de ello, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Foro de investigación agrícola en África (FARA) presentaron la publicación titulada «Integrating Africa’s forgotten foods for better nutrition» (Integrar los alimentos olvidados de África para una mejor nutrición) junto con el «Compendium of Forgotten Foods in Africa» (Compendio de alimentos olvidados en África), que cataloga 100 alimentos autóctonos que son la clave de unas prácticas alimentarias sostenibles y resilientes.
«La lista no es exhaustiva, pero hemos intentado hacer una selección basada en la posible cobertura de la adaptabilidad geográfica y la disponibilidad de información nutricional», explica Mphumuzi Sukati, Oficial Superior de Alimentación y Nutrición de la FAO, basado en la oficina regional de la Organización para África.
La importancia de estos alimentos va mucho más allá de su valor nutricional. Los alimentos son una poderosa expresión de identidad cultural, lazos comunitarios y sabiduría ancestral.
Los platos tradicionales y los ingredientes que los componen están impregnados de historias y significados que se han transmitido de generación en generación.
Entre el centenar de alimentos olvidados se encuentran dos variedades de fonio: un cereal muy nutritivo que se cultiva desde hace mucho tiempo en toda África occidental, desde el Senegal hasta el Chad. El fonio blanco prospera en suelos pobres y es conocido por su rápido ciclo de crecimiento, mientras que el fonio negro se cultiva principalmente en Nigeria y las regiones septentrionales del Togo y Benín.
El fonio es tremendamente versátil en sus usos culinarios: las semillas pueden convertirse en un alimento básico como el cuscús, molerse en harina para hacer pan o utilizarse para hacer gachas gruesas y finas. La semilla entera también puede cocinarse como las palomitas de maíz.
Otro producto destacado del compendio es el fruto del baobab, que crece en lo que en Madagascar se conoce como el «árbol de la vida». Dada la particular forma de este árbol majestuoso, una leyenda árabe cuenta que «el diablo arrancó el baobab, clavó sus ramas en la tierra y dejó sus raíces en el aire».
Venerado por su longevidad —ya que algunos árboles viven hasta 1 000 años—, el baobab está impregnado de mitos y valor nutritivo, y crece en las zonas más secas del continente. Rico en vitamina A, antioxidantes y fibra soluble, el fruto del baobab se consume de varias formas. Puede comerse seco como tentempié o mezclado con leche para crear unas gachas nutritivas, que aportan nutrientes esenciales que favorecen la vista, la salud inmunitaria y la digestión.
En muchas partes del continente, el legado de la agricultura tradicional ha quedado marginado por el cambio hacia los cultivos comerciales y los métodos de agricultura intensiva. Este cambio no solo ha alterado el paisaje, sino también el tejido social de las comunidades. Por tradición, la agricultura africana era un empeño colectivo en el que los conocimientos —a menudo en manos de las mujeres— eran cruciales para el cultivo de diversas cosechas.
La reintroducción de cultivos adaptados a esta tierra y a este clima es un paso hacia el equilibrio ecológico. Estos cultivos son resistentes por naturaleza a muchas plagas y enfermedades locales y están bien adaptados a las condiciones climáticas y del suelo de sus hábitats nativos, por lo que requieren menos insumos agrícolas que sus homólogos importados.
Al cultivarlos, los agricultores pueden reducir su dependencia de los plaguicidas y fertilizantes químicos, mejorando la biodiversidad y manteniendo la salud del suelo.
El camino para redescubrir los alimentos tradicionales de África representa también un giro fundamental hacia el fomento del comercio alimentario local, en el que las comunidades tienen el control de sus propios sistemas agroalimentarios, desde las semillas que siembran hasta las cosechas que recolectan y consumen.
Este énfasis en el comercio es crucial para la seguridad alimentaria, sobre todo en las regiones vulnerables a las fluctuaciones del mercado y a los efectos del clima, ya que puede fomentar nuevas oportunidades de negocio, aumentando la producción y añadiendo valor para llegar a nuevos mercados.
Desde los bulliciosos mercados locales donde estos alimentos recuperan su lugar, hasta las cocinas donde se transforman en aromáticos platos, el resurgimiento de los alimentos tradicionales va más allá del hecho de comer. Se trata de preservar un patrimonio, sostener el medio ambiente y empoderar a las comunidades Es un proceso que conjuga los objetivos de preservación cultural, seguridad alimentaria y sostenibilidad medioambiental.
Los esfuerzos de la FAO y el FARA, a través de iniciativas como el compendio, sirven tanto de recurso como de catalizador de este movimiento. Los sistemas agroalimentarios de África se encuentran ante una gran oportunidad. Al reivindicar y celebrar sus tradiciones culinarias, el continente no se limita a mirar atrás a su pasado, sino que está allanando un camino sostenible hacia el futuro.