Roma (Italia).- Un alegre perro negro corretea por el huerto doméstico de Liubov Yakovleva, saludando a todos y cada uno de los visitantes sacudiendo no solo su cola, sino todo su cuerpo.
Este amigo de cuatro patas, Karandash, ayuda a Liubov a no sentirse sola ahora que su marido ha fallecido y sus hijos y nietos solo pueden visitarla en días festivos o vacaciones.
De hecho, fue idea de sus nietos regalarle esta mascota llena de energía para que su abuela no se sintiera tan sola en su aldea de Vyshneve, en la provincia de Dnipropetrovska, al sureste de Ucrania.
Mientras juega con el perro, Liubov relata su historia sobre cómo nació en un campo de concentración en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.
“Cuando empezó la Segunda Guerra Mundial, mi padre se unió a los partisanos y a mi madre, que entonces estaba embarazada, se la llevaron al campo de concentración”, recuerda Liubov.
“Nací durante la guerra, lejos de mi país de origen. Y ahora, al final de mi vida, me enfrento de nuevo a la guerra, en mi patria”.
Liubov nunca pensó que tendría que volver a vivir un conflicto bélico, pero ahora su principal preocupación son sus hijos y nietos.
“Mi corazón llora por todos los niños que, como yo cuando era niña, sufren por esta guerra”.
En su pequeño patio trasero, Liubov cultiva hortalizas para mantenerse a sí misma y a su familia.
Cuando recibió ayuda en efectivo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en el verano de 2022, la utilizó para cubrir no solo sus necesidades básicas, sino también las de sus nietos, a pesar de que viven lejos.
“Gasté este dinero en mis nietos. Compramos material escolar, algunos alimentos y leña para la calefacción de invierno”, añade Liubov.
“Ni siquiera pensaba que recibiría dinero. Al principio no me lo creía” admite Liubov, con lágrimas en los ojos. “Estoy agradecida a la FAO por esta ayuda y a todos los que me asistieron para solicitarla y recibirla”.
Obligado a escapar
En la provincia de Dnipropetrovska se encuentra ahora también Oleksandr Myroshnychenko, quien buscó refugio en casa de un amigo de la zona tras verse obligado a abandonar su hogar en Popasna, en la provincia de Luhanska.
Desde 2014, su pueblo ha sufrido bombardeos periódicos, pero él siempre estuvo decidido a quedarse en su hogar. Sin embargo, esta vez las cosas fueron diferentes.
“Cuando el conflicto se recrudeció en febrero de 2022, pensamos que habría tiroteos por el barrio como en 2014, pero luego comprendimos que las cosas eran diferentes, y tuvimos que huir de estos intensos bombardeos”.
Oleksandr, junto con su esposa y su madre postrada en cama, abandonó Popasna en marzo de 2022 y se fue a vivir con su amigo en la aldea de Lozuvatka.
Ese verano, la FAO apoyó a Oleksandr y a su familia con ayuda polivalente en efectivo. El valor de las transferencias de efectivo se basa en el tamaño de la familia para garantizar que cada hogar pueda cubrir las necesidades básicas de todos sus miembros durante un periodo de tres meses.
“Cuando salimos de Popasna, solo nos llevamos lo más imprescindible. Yo estoy jubilado. Mi mujer trabajaba en la fábrica de vidrio de Popasna, pero luego la despidieron, así que mi pensión era la única fuente de ingresos”, explica Oleksandr.
“La ayuda en efectivo proporcionada por la FAO fue absolutamente crucial para nosotros. Pudimos comprar una lavadora y un frigorífico, no nuevos, pero en buen estado. Estamos muy agradecidos por la ayuda de los donantes y de todos los implicados en el proceso de registro y pago”.
Acoger a los demás
Halyna Voitiuk vive en el pueblo de Komisarivka, en la provincia de Dnipropetrovska. Cuida de dos nietos que viven con ella. Está jubilada, pero cultiva hortalizas y frutas para hacer conservas para el invierno.
Tras el estallido de la guerra en febrero de 2022, Halyna abrió sus puertas a una familia de seis miembros ―una madre con cinco hijos― que había huido a Komisarivka desde la provincia de Kharkivska.
Vivieron juntos durante dos meses y medio hasta que la situación se estabilizó y pudieron regresar a casa. Posteriormente, Halyna empezó a acoger a otra familia, una pareja con dos niños pequeños que también había huido de las hostilidades.
“Es poco probable que vuelvan a casa en un futuro próximo. El hombre ha encontrado trabajo en un pueblo vecino y la mujer cuida de los niños”, explica Halyna.
Les permite vivir con ella sin costo alguno mientras consiguen recuperarse. Sin embargo, sus ingresos son muy bajos.
“Mi pensión y la asignación para mis hijos son muy pequeñas, y los niños necesitan mucho dinero”.
Afortunadamente, Halyna y la familia desplazada recibieron ayuda. Con la ayuda en efectivo para fines múltiples de la FAO, Halyna señala:
“Le compré a mi nieto una bicicleta y a mi nieta una tableta para sus estudios universitarios. [Antes] no podía comprarles muchas cosas, así que esta ayuda fue realmente crucial”.
En total, con el apoyo de Bélgica, el Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia, la Unión Europea, y con sus propios fondos de emergencia, la FAO ha ayudado a 2.620 hogares rurales (6.877 personas) en las provincias de Dnipropetrovska, Zaporizka, Mykolaivska y Kherson.
Las transferencias de efectivo de la FAO brindan un apoyo flexible que permite a las familias responder a sus propias necesidades prioritarias y ayudar a otros en sus comunidades.
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