Río de Janeiro (AFP) – La región del sudeste de Brasil donde se rompió un dique de contención de residuos mineros puede registrar en los próximos meses brotes de dengue, fiebre amarilla y enfermedades infecciosas, así como enfermedades mentales, advirtieron este martes especialistas.
Basándose en las primeras evidencias y en la experiencia de desastres anteriores, investigadores de la Fundación Oswaldo Cruz -vinculada al ministerio de Salud brasileño- publicaron un estudio sobre los impactos sanitarios del deslizamiento del 25 de enero, que dejó 134 muertos y 199 desaparecidos en Brumadinho, una localidad de 39.000 habitantes en el estado de Minas Gerais.
El epidemiólogo Diego Xavier, uno de los coordinadores del informe, dialogó con la AFP sobre los efectos a corto, medio y largo plazo de la tragedia.
P: ¿Cuáles son las consecuencias para la salud de la población a corto y medio plazo?
R: Ahora estamos en el período de rescate, contabilización de muertos, heridos graves. Es un impacto agudo. En un segundo momento, especialmente en casos de rotura de diques mineros, aparecen relatos de contaminación por metales pesados, de personas que trabajando en aquella área experimentan diarrea, difteria, vómitos, posiblemente por el contacto con agua contaminada.
P: ¿Cuáles son las consecuencias a medio plazo?
En un plazo de semanas y meses, en otros desastres observamos un incremento de enfermedades infecto-parasitarias. Si se interrumpe la recolección de basura, aumenta la presencia de roedores y consecuentemente la posibilidad de que las personas contraigan leptospirosis.
Si el río Paraopeba resulta contaminado y se interrumpe el abastecimiento de agua, es probable que la gente busque formas alternativas de almacenamiento y eso puede favorecer un brote de dengue.
Este tipo de eventos altera lo que llamamos «ecología del vector». Puede alterar los lugares de reproducción de mosquitos y de caracoles [que transmiten las larvas de la esquistosomiasis]. Brumadinho es un área endémica de esquistosomiasis [enfermedad parasitaria que se contrae en contacto con agua contaminada por aguas servidas] y de fiebre amarilla [transmitida por el mosquito Aedes aegypti).
Aunque verificamos que los centros de salud no fueron afectados, los recursos humanos probablemente sí [debido a la cantidad de muertos y desaparecidos, que debe impactar un gran número de familias en Brumadinho]. Esto puede generar interrupciones de servicios rutinarios en pacientes diabéticos, hipertensos, renales crónicos.
P: ¿Qué medidas deben tomarse de inmediato?
R: Todavía estamos en la fase de rescate. Pero basándonos en el conocimiento acumulado de otros desastres, la idea es vacunar contra la fiebre amarilla a toda la población del entorno. (…) También ir atrás de personas que pueden haber quedado aisladas, ver si son pacientes hipertensos, diabéticos, embarazadas. Estamos trabajando junto al Ministerio de Salud y las autoridades locales.
P: ¿Cuáles son las consecuencias a largo plazo?
A largo plazo tenemos un problema muy serio, que es la salud mental. Personas que sufren un trauma de esta dimensión precisan atención psicológica por un buen tiempo, para evitar problemas como depresión, ansiedad y en última instancia suicidio.
[Con el paso del tiempo] la población acaba siendo olvidada, los medios se desmovilizan, la conmoción pasa y todo queda en manos del sistema público de salud. Precisamos pensar estrategias para combinar esfuerzos públicos y privados. No podemos admitir que el Estado cargue con todo el peso de una tragedia como esta, mientras la empresa que la causó se exime completamente de prestar los cuidados necesarios a la población.