¿Cómo denominar o clasificar una sustancia viscosa que puede salvar vidas? ¿Es un alimento? ¿Acaso un medicamento? El producto puede adoptar la forma de una pasta densa, rica en energía y nutrientes, o de una barra más sólida.
Está destinado a niños de entre 6 y 59 meses de edad que sufren malnutrición aguda grave. Basta con que un profesional de salud de la comunidad administre una caja de estos productos vitales —junto con la atención médica apropiada— para devolverle la salud a un niño malnutrido en apenas 4-6 semanas.
El propio nombre “alimento terapéutico listo para el consumo” (ATLC) da una pista de la dificultad de clasificarlo.
“¿Por qué molestarse en clasificarlo?”, se preguntarán. Pues bien, se trata de un paso necesario para garantizar que el producto fabricado es inocuo y contiene los nutrientes vitales. Además, no puede utilizarse lo que no está definido.
Por ese motivo, que la Comisión del Codex Alimentarius haya aprobado una nueva directriz sobre los ATLC, a raíz de una solicitud del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), constituye un avance importante.
Si bien a primera vista pudiera parecer técnica o poco clara, la decisión del Codex Alimentarius, el programa conjunto de normas de la FAO y la Organización Mundial de la Salud (OMS), es un primer paso fundamental para despejar el camino a los gobiernos nacionales para que integren los ATLC en sus sistemas de salud.
En la actualidad, el producto se fabrica en unos 20 países, pero ampliar la producción ha encontrado el obstáculo de que no encaja fácilmente en las categorías existentes, por lo que no se le ha dedicado una norma específica.
“La nueva directriz del Codex ofrece una referencia oficial que pueden utilizar los gobiernos nacionales en sus políticas para el tratamiento de la malnutrición aguda grave en niños,” señala la Sra. Maria Xipsiti, Oficial de nutrición de la FAO.
“No es un medicamento y tampoco es un saco de judías ni de trigo, sino un alimento médico. Los gobiernos nacionales no tenían claro cómo regular este producto porque no encajaba realmente en sus carteras de alimentos ni de medicamentos”, indica la Sra. Alison Fleet, especialista en nutrición del UNICEF.
Toda esta situación ha supuesto que, aunque haya donantes como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) que estén preparados para brindar una mayor asistencia, el suministro solo ha sido suficiente para que las agencias humanitarias ayuden a una cuarta parte de los niños con malnutrición aguda grave.
Entretanto, las diversas perturbaciones causadas por la inflación, el cambio climático, las sequías y las inundaciones han provocado que el número de niños que sufren emaciación haya aumentado en algunos países un 40 % desde 2016. Una de las principales razones por las que el UNICEF solicitó la intervención del Codex era reunir el último requisito para crear las condiciones que permitieran aumentar la producción de los ATLC.
La directriz del Codex abarca todos los aspectos, desde la composición nutricional y los aditivos hasta los requisitos de etiquetado, e incluye disposiciones apropiadas sobre inocuidad, por ejemplo, las relativas a la posible contaminación bacteriana. Sin embargo, no establece que el producto deba fabricarse a partir de un determinado ingrediente, como el cacahuete.
Los ATLC pueden hacerse con cereales, semillas, legumbres o cualquier ingrediente disponible en la zona, de manera que se ajuste a los gustos o ingredientes locales concretos de cada país, siempre que se cumplan las directrices científicas y de inocuidad nutricional.
Con el establecimiento de la nueva directriz, el UNICEF y la OMS se proponen presentar el producto a los países para que lo utilicen como parte de una lista modelo de medicamentos esenciales.
“La OMS se alegra de ver que el Codex acaba de establecer la directriz sobre los ATLC, la cual ofrece normas claras para dichos alimentos, ya que así se facilitarán las conversaciones en curso sobre la inclusión de los ATLC en la lista de medicamentos esenciales. Esto podría mejorar el acceso a los ATLC para el tratamiento de la malnutrición aguda grave a nivel nacional”, explica el Sr. Jaden Bendabenda, Oficial técnico de la OMS.
El 67 % de los ATLC que se producen para el UNICEF a nivel local, ya que proceden de los propios países en que luego se utilizan. Este proceso de establecimiento de normas fue impulsado por Sudáfrica, que ya es un proveedor, y contó con el apoyo de Uganda y el Senegal.
El UNICEF proporcionó asistencia técnica durante el proceso de elaboración de normas. Varios otros países en desarrollo han expresado su interés en la posibilidad de producir ATLC tras la aprobación de la directriz.
A medida que empeora la inseguridad alimentaria, que afecta especialmente a regiones como la del Cuerno de África y la del Sahel, se espera que aumentar la producción contribuya a cerrar la brecha entre la oferta y la demanda a fin de ayudar a algunos de los niños más vulnerables de nuestro planeta.