Stepanakert (Azerbaiyán) (AFP) – Las fuerzas armenias deben empezar a retirarse este domingo de la región de Kalbajar, cerca de Nagorno Karabaj, parte de la cual volverá a estar controlada por Azerbaiyán a raíz de un acuerdo de paz firmado tras seis semanas de conflicto.
En una muestra de la humillación que sentían, muchos armenios de las aldeas de la zona prefirieron quemar sus casas antes que verlas en manos de las fuerzas de Azerbaiyán, su enemigo acérrimo con el que Ereván se disputa el control del enclave montañoso desde hace décadas.
Así, el sábado ardieron decenas de viviendas en el pueblo de Charektar, en el distrito de Kalbajar, que estaba bajo control de las fuerzas armenias desde el final de la guerra de los años 1990, que dejó 30.000 muertos.
Antes de los desplazamientos de la población a causa de la guerra de los años 1990, Kalbajar estaba habitado casi exclusivamente por azerbaiyanos, pero el gobierno de Ereván financió la instalación de familias armenias en la zona.
En los dos últimos días, por sus carreteras se veía a muchos de sus habitantes a bordo de camiones cargados con sus enseres, rumbo a Armenia.
Por otro lado, el viernes llegaron a Stepanakert, capital regional de Nagorno Karabaj, las fuerzas de paz rusas -tal y como prevé el acuerdo de alto el fuego-, y ya controlaban las inmediaciones y la línea del frente, cerca de la ciudad.
Stepanakert queda bajo control armenio pero es a día de hoy una ciudad fantasma, parcialmente destruida por los misiles. Las autoridades instaron a sus habitantes a volver a sus casas lo antes posible, pero la mayor parte de los comercios siguen cerrados. El gobierno armenio fletó varios autocares gratuitos desde Ereván y el sábado llegaron una decena de ellos.
Internet sigue sin funcionar, en tanto que la red móvil fue cortocircuitada por operadoras azerbaiyanas.
A la espera del despliegue completo de las fuerzas rusas (2.000 efectivos, según el acuerdo de paz), y de la reapertura del corredor de Lachín, que conecta al enclave con Armenia, la única vía de acceso a Nagorno Karabaj es la carretera que pasa por el norte del enclave, por el distrito de Kalbajar, que este domingo debía ser retrocedido a Azerbaiyán.
Buscar e identificar cadáveres –
En esa carretera, los soldados rusos se posicionaron el sábado en el monasterio de Dadivank, que las autoridades armenias temían que fuera degradado o profanado por las fuerzas azerbaiyanas.
El sábado por la noche se oficiaron allí las últimas celebraciones. Fueron retirados del templo todos los objetos litúrgicos, incluyendo un jachkar de 800 años, una cruz esculpida en piedra típica de Armenia. «No tengo intención de irme el domingo», declaró a la AFP el padre Hovhannes.
Por su parte, el presidente azerbaiyano, Ilham Aliyev, le dijo a su homólogo ruso, Vladimir Putin, que las iglesias que pasaran a estar controladas por su país estarían «protegidas por el Estado» y que los «cristianos podrán continuar utilizándolas», según el Kremlin.
El sábado, Armenia admitió haber perdido a 2.317 soldados en el conflicto, es decir, casi el doble de las víctimas mortales anunciadas hasta entonces. Azerbaiyán, en cambio, no comunica sus bajas militares.
Por otro lado, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) proseguía con la evacuación de cadáveres en torno a la ciudad de Shusha, vecina de Stepanakert pero controlada por Azerbaiyán, bajo la supervisión de los soldados rusos.
A la morgue de Stepanakert acudían los familiares de las víctimas, para identificar los restos y llevárselos. El sábado llegaron allí 280 cuerpos, según un testigo en el lugar, cubiertos con la bandera de Nagorno Karabaj.
«He venido a buscar el cuerpo de mi sobrino, muerto en Shushi [topónimo armenio de Shusha]. Su alianza seguía en el dedo, al parecer los cuerpos abandonados en el campo de batalla no fueron profanados», explicó un hombre, de unos 50 años.