Buenos Aires (AFP) – El debate sobre el aborto irrumpe de nuevo en Argentina, donde activistas a favor y en contra se preparan para dar una segunda batalla la semana próxima, cuando el Congreso reciba del presidente Alberto Fernández un proyecto para su legalización.
En medio de masivas movilizaciones y efervescencia social, Argentina, país de fuerte influencia católica y cuna del papa Francisco, debatió por primera vez en 2018 la legalización del aborto.
Aunque el proyecto fue aprobado en la Cámara de Diputados, el Senado lo rechazó.
Pero desde entonces hubo renovación parcial en ambas cámaras legislativas y ahora, con el impulso clave del presidente, el movimiento feminista retoma su agenda de manifestaciones callejeras, mientras las iglesias católica y evangélicas, junto a los grupos «pro-vida» despliegan sus mayores esfuerzos para enfrentar la iniciativa.
«Tener un presidente que se pronuncia a favor es un logro de todas nosotras. Estamos expectantes a que se ponga la fecha de inicio del debate. Entendemos que es un momento histórico y tenemos que seguir organizadas en la calle», dijo a la AFP Victoria Tesoriero, de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto.
Al anunciar su decisión de llevar al parlamento un proyecto de legalización del aborto, Fernández fue tajante. «El aborto sucede. Es un hecho. En el siglo XXI toda sociedad necesita respetar la decisión individual de sus miembros a disponer libremente de sus cuerpos», dijo.
En América Latina, Argentina ha sido pionera en promulgar el matrimonio igualitario y una ley de identidad de género. En caso de aprobarse el aborto libre, sería el cuarto caso en la región, después de Cuba, Uruguay y la ciudad de México.
Hasta ahora, el aborto se castiga con penas de entre uno y cuatro años de cárcel, excepto en casos de violación o de riesgo para la vida de la mujer, una norma prevista en el código penal desde 1921.
– En contra –
La postura de Fernández es rechazada con dureza por quienes se oponen al aborto legal.
«La militancia activa del presidente nos preocupa porque creemos que va a hacer todo lo posible para que esto salga. La presión sobre las provincias y los gobernadores de alguna manera puede afectar el voto de los senadores», dijo a la AFP Camila Duró, vocera del movimiento Frente Joven.
«Queremos alertar al poder político de que hay una mayoría en el país, que sale en las encuestas y sale a las calles, que no está de acuerdo con este proyecto de ley de descarte de argentinos», enfatizó.
Según la última encuesta sobre creencias y actitudes religiosas en Argentina, entre 2008 y 2019 se duplicó la proporción de quienes afirman que el aborto es un derecho de la mujer.
Así, el número de argentinos que cree que «una mujer debe tener derecho al aborto siempre que así lo decida» pasó de 14,1% en 2008 a 27,3% en 2019. También, aunque en menor proporción, aumentó la cantidad de personas que piensan que el «aborto debe de estar prohibido siempre»: de 16,9% en 2008 a 18,7% en 2019.
– 14 semanas –
Tras la derrota de 2018, la campaña por el aborto legal introdujo el año pasado otro proyecto al que aún no se le ha dado curso y que tendrá que ser armonizado con la propuesta del gobierno.
«Nosotras logramos instalar fuertemente nuestro proyecto en el Congreso y tenemos mucha expectativa de que el que finalmente se apruebe sea muy similar al nuestro», dijo Tesoriero.
Los puntos clave para el movimiento feminista son garantizar el aborto libre hasta la semana 14 de gestación y la atención en el sistema de salud pública, refirió.
– En la calle y en la iglesia –
Con el pañuelo verde que las identifica, las activistas a favor de la legalización del aborto tienen prevista una jornada de paro de mujeres y una manifestación hacia el Congreso el próximo lunes.
«Estamos en una nueva etapa del feminismo, tanto en el país como en toda la región», destacó Tesoriero.
La víspera, con motivo del Día Internacional de la Mujer, habrá una misa concelebrada en la Basílica de Luján, el principal lugar de culto de Argentina, a unos 75 km de Buenos Aires, con el lema «Sí a las mujeres, sí a la vida».
«La Iglesia está dispuesta a jugar un rol protagónico y a presionar de alguna manera al gobierno de Fernández porque de varios sectores de la Iglesia recibió apoyo durante la campaña, especialmente en los temas de hambre y de pobreza», aseguró Duró.