Buenos Aires (AFP) – El filme «Argentina, 1985«, sobre el histórico juicio que condenó a los comandantes de la dictadura (1976-1983) va en camino de romper récords de taquilla en el país sudamericano, donde la valoración de aquel proceso contrasta con las críticas al sistema judicial actual.
La película, del director Santiago Mitre, representa al país en la categoría Mejor Película Internacional en los Oscar de Hollywood. En la primera semana desde su estreno en Argentina ya superó los 312.000 espectadores tras elogiosas presentaciones en los festivales de Venecia y San Sebastián.
Más de 200 salas exhiben el film en Argentina, con llenos totales en cines de la capital.
El público reacciona con aplausos y lágrimas cuando el actor Ricardo Darín, en el papel del fiscal Julio Strassera, cierra el alegato con la frase «Señores jueces, ‘Nunca más'», tal como sucedió en el juicio.
«Ese ‘Nunca más’ tiene una altísima representatividad», dijo Darín en una entrevista. «Es de las pocas cosas en la historia argentina que logró una unificación», sostuvo.
Las palabras refieren al informe que recogió el testimonio de las víctimas de la dictadura y sirvió de base probatoria al juicio donde se condenó a cinco de los nueve integrantes de las tres juntas de comandantes del régimen.
El juicio está considerado una gesta heroica y se contrapone a la percepción actual de la justicia.
Más del 78% de los argentinos considera malo el funcionamiento del sistema judicial y el 71% desconfía de la Corte Suprema, según sondeos de Equis y Proyección realizados en agosto pasado.
«Corazón del horror» –
El filme retrata la labor del fiscal Strassera y su ayudante Luis Moreno Ocampo, interpretado por el actor argentino Peter Lanzani, para reunir pruebas de los crímenes bajo un clima de amenazas.
Según Pablo Llonto, abogado querellante en juicios de lesa humanidad, «hay una exageración en el protagonismo de los fiscales, porque el verdadero éxito del juicio, la columna vertebral del proceso, no fueron ellos sino los testigos que dieron nombres y contaron lo que habían pasado cuando los autores de esos crímenes seguían en servicio en comisarías y cuarteles».
La película «es positiva porque ayuda a tender un puente de memoria con las generaciones más jóvenes y retrata un juicio que contó por primera vez el corazón del horror con nombres y apellidos», dijo.
El público que llena las salas es de todas las edades. Entre los espectadores también hay víctimas de la dictadura.
«Yo soy sobreviviente de uno de los campos de concentración y ver esta película me lleva a los lugares adonde estuve», dijo a la AFP Carlos Leibovich, de 75 años de edad, que fue torturado en el llamado Club Atlético, un centro clandestino de detención que funcionó en pleno centro de Buenos Aires.
«La justicia de hoy en Argentina está muy corrupta, gente como fue el fiscal Strassera y Moreno Ocampo debe haber muy poca», consideró.
Lo acompaña otra sobreviviente, Nora Strejilevich (70 años), quien afirmó: «No se puede considerar a la justicia en general. Los juicios de lesa humanidad han avanzado a pesar de las reticencias, por la presión desde abajo».
Desde la derogación, en 2004, de las leyes de amnistía y perdón, por iniciativa del presidente Néstor Kirchner (2003-2007), hubo 1.088 represores condenados en más de 600 juicios. Hay numerosos procesos aún en marcha.
«El resto del poder judicial no merece ninguna aprobación de mi parte», sostuvo Strejilevich.
Crisis de credibilidad –
«Lamentablemente la confianza pública en la justicia se ha ido debilitando y gran parte de la responsabilidad no solamente recae en la justicia sino también en la propia política», dijo a la AFP Ricardo Gil Lavedra, uno de los jueces que integró el tribunal de 1985.
Entre las razones de la desconfianza, además de las dificultades de acceso a la justicia y la crisis técnica de funcionamiento, el exmagistrado destacó «la fuerte presión de la política para influir en las decisiones judiciales o directamente en la búsqueda de jueces adeptos».
«La mera circunstancia de que la justicia lleve adelante juicios por supuesta corrupción contra gobernantes ha traído también una fuerte presión, cuando no una suerte de acoso (político) hacia ella», sostuvo.
Actualmente se enjuicia a la vicepresidenta peronista Cristina Kirchner por presunta corrupción cuando fue mandataria (2007-2015). También el expresidente de derecha Mauricio Macri (2015-2019) asumió estando procesado en una causa y fue llevado a los tribunales al terminar su mandato por supuesto espionaje.
En ambos casos hubo críticas al accionar de jueces y fiscales y manifestaciones públicas que echaron sombras sobre su imparcialidad.
«En Argentina el tema se ha salido un poco de quicio, al punto de pensar que existen jueces de un lado o de otro», apuntó Gil Lavedra.
Para revertir el escepticismo «es necesaria una reforma, pero a partir de un consenso amplio que la legitime y no sea vista como ventaja de un sector político», consideró.