Solentiname (Nicaragua) (AFP) – Campesinos, artesanos y estudiantes del archipiélago nicaragüense de Solentiname despidieron este sábado con rezos y cantos al fallecido sacerdote y poeta Ernesto Cardenal, convencidos que su espíritu permanecerá en sus «corazones».
«Sabemos que lo tenemos aquí enterrado, pero él ha quedado en nuestros corazones. En el archipiélago de Solentiname sentimos su presencia en nuestro arte», expresó a la AFP la artesana Lidia Castillo, de 46 años, tras una misa celebrada en su memoria en la iglesia de la localidad.
Cardenal, figura de la literatura latinoamericana y revolucionario sandinista que se volvió crítico hacia el gobierno de Daniel Ortega, murió el 1 de marzo a los 95 años en un hospital de Managua a causa de un paro cardíaco tras una descompensación generalizada
Sus restos, ya cremados, fueron enterrados el viernes en secreto en la isla Mancarrón, la más grande de los más de 30 islotes que integran el archipiélago surgido millones de años atrás tras una erupción volcánica en el lago Cocibolca.
El sepelio se adelantó por temor a profanaciones del sandinismo, como ocurrió en la misa de cuerpo presente que se realizó el martes pasado en la Catedral de Managua, explicaron amigos y familiares.
Los nativos llegaron a pie y en bote a darle su último adiós con cantos, anécdotas, recital de poesías y reproduciendo videos de las misas campesinas que Cardenal celebró con los isleños y en las que abogaba por luchar contra las injusticias.
En Mancarrón, el poeta creó en 1966 una comunidad de la orden trapense para enseñar a los campesinos a leer, pintar y estudiar la biblia, al tiempo que gestionó ayudas para construir un colegio y casas para los pobres.
«Leíamos los salmos cancaneando», recordó una de sus discípulas, Esperanza Guevara, quien dijo que Cardenal hizo que Solentiname, de apenas mil habitantes, se convirtiera en un archipiélago famoso.
«Siento como que él está vivo», dijo por su parte Petrona Hernández, de 50 años, una cocinera del puerto naval de la isla que aún recuerda como Cardenal pasaba los días leyendo en una hamaca que tenía colgada en su cabaña de madera, a orillas del lago Cocibolca, el segundo más grande de la región.
El poeta atravesaba el turbulento lago en una pequeña lancha, aún durante su vejez.
– Fue una inspiración –
Los lugareños despidieron al poeta con una misa en la pintoresca iglesia de Solentiname, adornada con dibujos y fotos que rememoran los años en que Cardenal trabajó con los campesinos de la zona y pasaba sus días escribiendo en una vieja máquina de escribir.
«Que la vida de Ernesto Cardenal motive a muchos a seguir adelante», instó el sacerdote Luis Zabala, quien afirmó que el poeta encontró en estas bellas islas «el lugar ideal para servir a Dios».
«Fue muy lindo el homenaje en Solentiname, es lo que a él le hubiera gustado», comentó a la AFP el alemán Lutz Kliche, traductor de las obras del poeta, a quien conoció cuando llegó en los años 70.
Afirmó que al autor de Oración por Marylin Monroe y otros poemas y de Oráculo sobre Managua no le gustaban los «actos protocolarios y masivos».
La calidez de su último homenaje distó de los disturbios que partidarios del gobernante Frente Sandinista, del presidente Daniel Ortega, realizaron durante una misa de cuerpo de Cardenal en la catedral de Managua.
Cardenal fue ministro de Cultura durante la revolución sandinista (1979-1990) que encabezó Ortega, pero luego se convirtió en su acérrimo crítico por aferrarse al poder tras su retorno a la presidencia en 2007.
El alemán Kliche dijo que la comunidad intelectual que las obras de Cardenal se encargará de resguardar su legado literario, el que considera que deja un profundo mensaje de «amor».
Su literatura «es la unión de lo espiritual, lo físico, de misticismo basado en la ciencia», afirmó kliche, quien catalogó a «Cántico Cósmico» como la mejor obra del poeta.
Elogió ademas su libro «Vida en el amor», que ofrece «una espiritualidad muy grande» y afirma que la creación es producto del «amor».