Washington (AFP) – Más de 50.000 personas fueron arrestadas en la frontera entre México y Estados Unidos en mayo por tercer mes consecutivo, demostrando que la política de «tolerancia cero» a la que aspira el presidente Donald Trump es una medida insuficiente para detener la inmigración ilegal, según cifras oficiales publicadas este miércoles.
A principios de mayo, Trump ordenó que en lo sucesivo se procesara a todas las personas que atravesaran ilegalmente la frontera y separar a los niños de sus padres cuando las familias ingresaran de forma ilegal al territorio estadounidense.
Pese a ello, en mayo, los arrestos en la frontera mostraban un alza de 160% con respecto a mayo de 2017 y eran levemente superiores a las de abril de este año.
Estas cifras muestran que las familias y los menores no acompañados continúan llegando en forma numerosa desde Guatemala, Honduras y El Salvador, donde la violencia endémica los impulsa a venir a Estados Unidos a solicitar asilo.
Los controles fronterizos han sido reforzados por el gobierno del Trump y los militares de la Guardia Nacional han sido movilizados a esas zonas desde principios de abril.
«Estos números muestran que mientras la administración Trump esté restaurando el estado de derecho, deberemos realizar un esfuerzo sostenido y un compromiso continuo de los recursos durante varios meses para desorganizar a los carteles, a los contrabandistas traficantes y delincuentes», dijo Tyler Houlton, portavoz del departamento de Seguridad Interior.
Trump se congratuló del importante descenso de la inmigración ilegal durante sus primeros ocho meses de mandato en 2017, atribuyendo ese éxito a sus decisiones en materia de política migratoria.
Pero, según varios medios, las malas cifras lo habrían enfurecido en mayo y condujeron al anuncio de medidas consistentes en separar a las familias y a enjuiciar a toda personas que atraviese ilegalmente la frontera, incluyendo a quienes demandan asilo.