San Salvador (El Salvador).- Si bien estas tres personas, una maestra de El Salvador, una joven estudiante de la República Dominicana y una agricultora familiar de Guatemala, no se conocen personalmente, sus vidas giran en torno a la misma causa.
Las tres creen en el poder transformador de las comidas escolares saludables y trabajan para aprovecharlo.
Para la maestra Esmeralda Ruiz, de la comunidad de Concepción de Ataco, en Ahuachapán (El Salvador), lo que empezó siendo una actividad académica acabó convirtiéndose en una misión: inculcar hábitos alimentarios saludables en su comunidad escolar.
En 2020, Esmeralda participó en un curso sobre el desarrollo de entornos escolares saludables y sostenibles. Este curso se impartió con el apoyo de la Red de Alimentación Escolar Sostenible (RAES) y con la asistencia técnica de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Gobierno de El Salvador, la Agencia Brasileña de Cooperación (ABC) y el Fondo nacional para el desarrollo de la educación del Brasil, en el marco del Programa de cooperación internacional Brasil-FAO.
Con la ayuda de la información adquirida en el curso, Esmeralda comenzó a concienciar a los estudiantes y sus padres sobre la importancia de una alimentación saludable e integró prácticas sostenibles en el plan de estudios del Complejo Educativo Católico San Francisco.
Organizó actos y ferias en torno a la alimentación saludable en la escuela, que incluyeron charlas destinadas específicamente a los padres. Se organizaron asimismo visitas al huerto de la escuela, donde los estudiantes y sus familias aprendieron las cualidades benéficas de los alimentos, el uso de ingredientes, muchos de los cuales procedían de las explotaciones agrícolas locales, y cómo preparar recetas saludables.
En el huerto, los niños aprenden a cultivar alimentos, conocen la importancia de una dieta equilibrada y se relacionan con el entorno, a la vez que integran las competencias matemáticas y lingüísticas en un «aula verde».
Para Esmeralda, «estas actividades mejoran la calidad de la educación y refuerzan los lazos entre las familias, los estudiantes y la comunidad, con lo que se garantiza que la alimentación saludable sea tanto un derecho como una práctica cotidiana».
Al abordar la alimentación y la nutrición desde múltiples dimensiones, esta escuela está transformando los hábitos alimentarios de casi 600 estudiantes y sus familias.
Los huertos escolares inspiran a los estudiantes dominicanos
En la República Dominicana, jóvenes estudiantes como Keyla Mariano descubrieron el valor de los alimentos ensuciándose las manos en el huerto de su escuela.
Keyla Jasmil Mariano, de 13 años, es una estudiante de la escuela Mata Limón de Monte Plata (República Dominicana). Cuando ingresó en la escuela, tenía poco interés en el tema de la nutrición, pero esa perspectiva cambió cuando empezó a participar en el cultivo de alimentos, como los tomates y las lechugas. “Vemos cómo nacen los alimentos, cuánto tiempo hace falta para producirlos y cómo hay que cuidarlos… Pienso que es muy importante que las escuelas tengan huertos”, dice con entusiasmo.
La escuela Mata Limón es uno de los más de 23 000 centros de la región que han aplicado la metodología de la iniciativa de las Escuelas Sostenibles, desarrollada por la FAO, la Agencia Brasileña de Cooperación y el Fondo nacional para el desarrollo de la educación en el marco del Programa de cooperación internacional Brasil-FAO. Con el apoyo del Instituto Nacional Del Bienestar Estudiantil de la República Dominicana, la metodología incluye huertos escolares y educación sobre la alimentación y la nutrición.
Mediante charlas y actividades dirigidas por maestros, Keyla aprendió a producir alimentos y empezó a comer hortalizas, como por ejemplo la col, que antes rechazaba. Ahora comparte sus conocimientos con los amigos y la familia y promueve así la alimentación saludable fuera del entorno escolar. En su escuela, la comunidad participa activamente en la gestión de la alimentación escolar, en especial los padres, fortaleciéndose así el vínculo entre la educación, la familia y la alimentación saludable. Keyla se encuentra entre los 300 estudiantes que han aprendido a valorar la alimentación saludable gracias al huerto de su escuela.
Un mercado para la agricultura familiar
Entretanto, en Guatemala, la agricultora familiar Berbely Rodríguez ha encontrado un mercado constante para sus productos a través de los programas de alimentación escolar, lo que le garantiza unos ingresos para su familia y a la vez proporciona alimentos frescos a miles de estudiantes.
En el municipio de Tejutla, en el departamento de San Marcos (Guatemala), Berbely se cuenta entre los 29 agricultores que han encontrado una fuente estable de ingresos al inscribirse en el registro del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación como parte de la red de agricultores familiares proveedores de Tejutla. La regularidad de estos ingresos les ha permitido consolidar su producción y contribuir a la revitalización de la economía local de su comunidad.
Berbely comenta: «Ahora ya no lo veo tan difícil porque ya tenemos un mercado seguro»
La red abastece a 131 escuelas del municipio. Cada escuela cuenta con cinco productores, que cultivan por etapas para satisfacer la demanda de las escuelas. «Son familias que han aceptado el desafío y han experimentado un considerable cambio económico. Esta red ha cambiado nuestra historia», dice Berbely.
Berbely, su marido y sus tres hijos colaboran en todas las etapas, desde el cultivo de hortalizas y hierbas aromáticas hasta el reparto semanal a las escuelas durante las 36 semanas del año escolar guatemalteco. En la actualidad, Berbely abastece a cinco escuelas, es decir, a un total de 697 estudiantes.
Los agricultores de la red reciben el apoyo de un programa conjunto de las Naciones Unidas, financiado por la Agencia Sueca de Cooperación Internacional y ejecutado por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación de Guatemala, con el apoyo técnico de la FAO, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la Organización Panamericana de la Salud y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
En los últimos años se observan progresos en los programas de alimentación escolar de América Latina, registrándose aumentos concretos en el número de estudiantes beneficiarios (actualmente alrededor de 80,3 millones), de jornadas de clase con provisión de alimentos y de países con leyes sobre alimentación escolar (que ahora ascienden a seis) y creándose lazos más sólidos entre la alimentación escolar y la agricultura familiar.
La red RAES cuenta con 17 países miembros y trabaja para reforzar estos programas con el apoyo de la FAO y el Gobierno brasileño, ampliando la cobertura, garantizando una financiación mayor y continua para estos programas y mejorando la calidad de las comidas escolares.