Buenos Aires (AFP) – Un mes después de haber tomado el mando de Argentina, Alberto Fernández pone a prueba su «don de equilibrista» al impulsar medidas para paliar la peor crisis económica desde 2001 y evitar el default.
Con la promesa de reactivar la economía, el presidente y líder de la alianza peronista Frente de Todos, que tiene como vice a la exmandataria Cristina Kirchner, quiere corregir los descalabros que heredó de cuatro años de gobierno del liberal Mauricio Macri: una pobreza que alcanza a un 40% de los 44,5 millones de argentinos, una inflación de más del 50% y una deuda con el FMI de 44.000 millones de dólares.
Una semana después de asumir el poder, el presidente de centroizquierda anunció medidas que van desde un congelamiento de tarifas de servicios públicos durante la primera mitad de año a un impuesto de un 30% a la compra de divisas extranjeras y retenciones (gravámenes a las exportaciones) al agro, uno de los únicos sectores que ha crecido en Argentina.
La fórmula es simple: los que tienen más harán un «sacrificio» en favor de los más desfavorecidos.
Para muchos argentinos escépticos es una historia que vuelve a repetirse. La consultora Capital Economics habla de «déjà vu» y recomienda al gobierno trazar un plan claro para pagar la deuda.
El analista político Enrique Zuleta, no obstante, cree que el desempeño de Fernández «es positivo».
«No se ha cumplido ninguna de las profecías casi apocalípticas que se habían hecho: que un cambio de esta envergadura hacia las antípodas ideológicas con respecto al gobierno anterior traería una alta incertidumbre y volatilidad en los mercados», explica.
– «Una de cal y otra de arena» –
Fernández, a quien muchos atribuyen un «don de equilibrista», llamó a la misma mesa a sindicatos y empresarios. A los primeros les pidió no hacer «pedidos desmedidos» de incrementos salariales. A los segundos, no disparar los precios.
Esto implica «una política de una de cal y otra de arena», resume Zuleta. Permite «ganar tiempo, generar cierta respuesta positiva de los sectores más bajos, pero es muy difícil de sostener en el mediano plazo», advierte.
El gobierno decidió además mantener controles cambiarios y el tope de 200 dólares a los retiros mensuales para lograr frenar la escalada del billete verde, la moneda de ahorro de los argentinos.
Para un propietario de una pizzería, la medida es «sangrienta». «¿Quién va a traer dólares acá, si nosotros no los podemos sacar?», se preguntó.
Según el analista Carlos Fara, esta Ley de Emergencia provocó que «la clase media en su mayoría esté disconforme».
– «Un desastre» –
Un «default para Argentina sería un desastre», advierte el consultor político.
En la lista de los países más endeudados de América Latina, Argentina ocupa el primer puesto con una deuda pública de unos 335.000 millones de dólares, un 93% del Producto Interno Bruto (PIB). Esa deuda incluye el préstamo del FMI.
La renegociación de la deuda es uno de los puntos más urgentes para este gobierno, además de los abultados vencimientos que enfrenta en los próximos meses por bonos soberanos, en un país que cada vez tiene menos reservas en el Banco Central (actualmente alcanzan 45.000 millones de dólares).
Aunque el gobierno postergó unilateralmente hasta agosto el pago de unos 9.000 millones de dólares de vencimientos de letras de corto plazo en dólares, Fernández ha mostrado siempre voluntad de pagar, a condición de que el país «crezca».
Las agencias Fitch y S&P otorgan a la deuda argentina una calificación de «CC», considerándola altamente vulnerable al impago.
– «Protagonista absoluto» –
Tras la elección de octubre, muchos se preguntaban quién iba a gobernar: Alberto Fernández, con un perfil moderado, o Cristina Kirchner, la expresidenta de izquierda.
Para Fara, Fernández es el «protagonista absoluto en el gobierno».
En política exterior, su mandato estuvo marcado por la llegada como refugiado a Argentina del expresidente de Bolivia Evo Morales, luego de su renuncia al poder tras las cuestionadas elecciones de octubre.
En asuntos latinoamericanos, «veremos manifestarse al Alberto más corrido hacia la izquierda, pues la política exterior le sirve para dar satisfacción simbólica a los sectores más radicalizados del Frente de Todos», aseguró Fara.
Así, Fernández envió esta semana una carta de retirada de credenciales a Elisa Trotta, embajadora de Venezuela nombrada por el líder opositor Juan Guaidó con el aval de Macri.
Sin embargo, su gobierno cuestionó al de Venezuela cuando Luis Parra, un diputado apoyado por el chavismo, se autoproclamó presidente del Parlamento, marcando una postura distante con la de Kirchner quien siempre ha apoyado al presidente Nicolás Maduro.
La decisión fue muy elogiada por el gobierno de Donald Trump, que la calificó de «sorprendente».