Alberdi (Paraguay) (AFP) – Alberdi, a orillas del río Paraguay, es ahora una isla que cuenta las horas a la espera de que bajen las aguas que inundaron sus sectores periféricos, donde los habitantes que se quedaron se asoman desde los techos al paso de los botes.
«Nos acostumbramos a esperar así. Las pérdidas son difíciles de recuperar», expresa Mercedes Lutjohann, un ama de casa de 39 años que desde hace poco más de un mes vive con su esposo Marceliano Mereles (47) y sus hijos Waldemar (12) y William (7) en la segunda planta de su vivienda, completamente rodeada de agua.
«Dos veces a la semana viene la maestra para tomarles la lección», comenta, al explicar que sus hijos no han dejado de estudiar.
Sus animales -un perro, un cerdo y las gallinas- sobreviven como pueden en empalizadas de emergencia construidas al apuro.
Ubicada frente a la ciudad argentina de Formosa, en Alberdi habitan unas 10.000 familias. En ese tramo el portentoso río Paraguay corre con fuerza y arrastra todo a su paso.
La localidad resiste protegida por una barrera circular de piedra, arena y cemento de unos 12 metros de altura y un perímetro de 6 km de extensión. Pero las inundaciones causadas por inusuales lluvias arrasaron con los barrios que están fuera de la muralla construida preventivamente hace tres años.
La destrucción y los daños afectan a miles de damnificados en el lado argentino.
En Asunción, la ciudad más castigada de Paraguay, los evacuados son ya 50.000. Las autoridades estiman en unas 65.000 familias las afectadas por la creciente a lo largo de los casi 1.000 km de trayecto del río dentro del territorio.
– «La heroica Venecia paraguaya» –
Federico Centurión, el alcalde de Alberdi de 34 años, supervisa las donaciones de víveres. «Tenemos unas 700 familias que ya abandonaron sus hogares, pero muchos otros se quedaron a vivir en los sobrados (las partes altas de las casas)», admite.
Centurión sostiene que Alberdi está aislada totalmente. «El cien por ciento de la población está afectada. Gracias a Dios tenemos un muro de seis kilómetros y medio que cubre a un 60% de los habitantes», dice.
En varios sectores se suspendieron las clases para evitar que el traslado en botes provoque accidentes.
Samuel Fretes, un agricultor de 68 años, permanece en el último nivel de su casa para cuidar sus bienes. Sus familiares ya emigraron a la parte alta de Alberdi.
Tanto meteorólogos como hidrólogos coinciden en que la creciente comenzará a replegarse y calculan que para septiembre todo volverá a la normalidad. Sin embargo, ni Samuel Fretes ni su compañero de refugio, Elio Cáceres, un argentino de 68 años, se fían ya de los pronósticos.
«No creímos que iba a llegar a este nivel. Es incontable el perjuicio. Las tres paredes de mi casa se cayeron», se lamenta Fretes.
Al problema de la inundación se agrega la caída en las ventas de los comercios. «Argentina compra poco y la gente está nerviosa», comenta el alcalde, al referirse a la crisis económica del país vecino.
«La heroica Venecia paraguaya», le llaman algunos extranjeros que cruzan en bote a hacer compras. Siempre encuentran ventajas en ropa, muebles, productos electrodomésticos.
Alberdi se creó hace casi un siglo en función del movimiento fronterizo. La nueva carretera que lo unirá en forma permanente a Asunción quedó a 4 km de la ciudad cuando se vino la creciente