Los Ángeles (California).- El cannabis es hoy la tercera sustancia más consumida en Estados Unidos, superada solo por la nicotina y el alcohol. Esta estadística no sorprende, considerando que 38 estados han legalizado su uso de alguna forma: 24 permiten el consumo recreativo y 14 exclusivamente con fines médicos.
Sin embargo, este aumento en el acceso y consumo ha traído consigo una preocupación creciente en materia de seguridad vial: la conducción bajo los efectos del cannabis, muchas veces combinada con alcohol, se está volviendo más común y peligrosa.
Esta realidad fue el punto de partida para dos estudios complementarios realizados por la Fundación AAA para la Seguridad Vial. El objetivo: entender por qué las personas que consumen cannabis deciden conducir tras hacerlo, y cómo se pueden crear mensajes públicos más efectivos para disuadir esa conducta.
Para el Dr. David Yang, presidente de la fundación, comprender los motivos, percepciones y comportamientos de estos conductores es esencial para fundamentar políticas de seguridad más eficaces. «Nuestro objetivo es hacer las carreteras más seguras para todos», subrayó.
Uno de los estudios se basó en encuestas diseñadas con apoyo de expertos en salud pública, fuerzas del orden y representantes de la industria del cannabis. Las respuestas revelan patrones preocupantes.
Un 44,1 % de los participantes reconoció consumir cannabis varias veces al día. Además, el 57,8 % dijo que conduce todos los días y, lo más alarmante, el 84,8 % confesó haber conducido el mismo día en que consumió cannabis. Más de la mitad afirmó haberlo hecho apenas una hora o menos después de consumir.
Lo más llamativo es que muchos no perciben el consumo como un impedimento para conducir: el 46,9 % cree que su capacidad para manejar no se ve afectada, e incluso un 34,1 % piensa que maneja mejor bajo los efectos del cannabis.
Este nivel de autopercepción distorsionada pone en evidencia una peligrosa desconexión entre la experiencia personal y los efectos reales de la droga sobre la conducción.
Otro dato clave es la influencia de la industria del cannabis en las opiniones de los consumidores. Cerca del 39 % de los encuestados dijo confiar en los mensajes que emiten tanto los grupos industriales como las marcas del sector.
Esta confianza abre la puerta a una colaboración crucial: si la industria se involucra activamente en campañas de seguridad, estas podrían tener un impacto más profundo y directo en su audiencia.
El segundo estudio de la Fundación AAA se centró en identificar qué tipo de mensajes tienen mayor efecto en los consumidores habituales. Los resultados fueron reveladores. Los mensajes que apelan a la responsabilidad personal y a la seguridad resultaron mucho más persuasivos que los que se enfocan en las consecuencias legales.
Además, los participantes prefirieron campañas realistas, positivas y representativas de la diversidad de consumidores, evitando estereotipos o dramatizaciones exageradas.
Según Jake Nelson, director de promoción de seguridad vial de AAA, la clave es construir mensajes auténticos con voces creíbles y un lenguaje respetuoso.
«Las personas que consumen cannabis provienen de todos los ámbitos de la vida y eso debe reflejarse», apuntó.
La investigación también confirmó que muchos consumidores mantienen creencias erróneas sobre cómo el cannabis afecta la conducción. A diferencia del alcohol, cuyos efectos son más evidentes y fácilmente cuantificables, el cannabis puede alterar la percepción, provocar confusión, fatiga, cambios en la coordinación motora e incluso episodios alucinatorios.
Estos efectos varían según la persona, lo que complica la detección de incapacidad por parte de las autoridades, aunque no la imposibilita.
Ante esta complejidad, la Fundación AAA hace un llamado claro: es urgente difundir mensajes de salud pública más relevantes, empáticos y estratégicamente diseñados. Para combatir la conducción bajo los efectos del cannabis se necesita un enfoque integral que incluya legislación, aplicación efectiva de la ley, intervenciones comunitarias y, sobre todo, educación pública basada en evidencia.
Los hallazgos de estos estudios ofrecen una oportunidad única para que legisladores, líderes de la industria del cannabis y defensores de la seguridad vial unan esfuerzos. Con campañas mejor dirigidas, voces respetadas y un enfoque que priorice la comprensión sobre el castigo, es posible reducir los riesgos asociados a la conducción bajo influencia del cannabis y proteger a millones de personas en las carreteras de Estados Unidos.