Mucheni (Zimbabwe ).- En su idioma, Chipo Munsaka explica que su nombre significa «un don». «Un don para la conservación de la fauna silvestre», añade la joven zimbabuense con una sonrisa radiante. Eso resume perfectamente su compromiso y contribución para abordar el creciente problema de los conflictos entre los seres humanos y la fauna silvestre.
Chipo trabaja como monitora de recursos en el norte de Zimbabwe en el área de conservación comunitaria de Mucheni, que se está estableciendo con el apoyo del programa de gestión sostenible de la fauna silvestre. Además de gestionar la fauna silvestre, el programa fomenta también la plantación de árboles y difunde los conocimientos sobre el valor de su preservación.
Chipo afirma que el trabajo le ha abierto la mente, ya que se ha propuesto «educar a la comunidad sobre cómo vivir con sus animales y cómo vivir con sus árboles».
Las poblaciones de muchas especies de fauna silvestre en Zimbabwe han ido disminuyendo en los últimos 30 años debido a las sequías consecutivas, la pérdida de hábitat, la caza furtiva y la venta de productos derivados de ella. Al mismo tiempo, los conflictos entre los seres humanos y la fauna silvestre —ya se trate de elefantes que pisotean los cultivos de los aldeanos o de leones y hienas que atacan a sus vacas— siguen planteando múltiples desafíos para las comunidades rurales.
El principal enfoque del programa de gestión sostenible de la fauna silvestre para hacer frente a estos problemas es apoyar las áreas de conservación comunitaria, que promueven una mejor planificación del uso de la tierra y la eficacia de los corredores de vida silvestre para reducir los conflictos y crear beneficios para las comunidades que conviven con la fauna silvestre.
Gestionadas por las propias comunidades, las áreas de conservación proporcionan espacios y corredores seguros para la fauna silvestre mediante la protección del hábitat y la lucha contra la caza furtiva. También promueven la gestión de los recursos naturales dirigida por la comunidad, garantizando la tenencia de la tierra y la distribución de beneficios, al tiempo que ayudan a las comunidades a desarrollar las habilidades para aprovechar nuevas fuentes de ingresos a través de actividades como el ecoturismo, las empresas basadas en la vida silvestre y la recolección sostenible de recursos naturales.
El programa de gestión sostenible de la fauna silvestre está financiado por la Unión Europea, con cofinanciación del Fondo Francés para el Medio Ambiente Mundial y la Agencia Francesa de Desarrollo. Lo ejecutan la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Centro de Investigación Forestal Internacional y Centro Mundial de Agrosilvicultura (CIFOR-ICRAF), la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre y el Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agrícola para el Desarrollo (CIRAD) de Francia. Su objetivo es mejorar la conservación de la fauna silvestre y la seguridad alimentaria en 15 países de África, el Caribe y el Pacífico.
El área de conservación comunitaria de Mucheni forma parte del programa de trabajo en la Zona de Conservación Transfronteriza de Kavango Zambezi (KAZA), que se extiende a lo largo de cinco países (Angola, Botswana, Namibia, Zambia y Zimbabwe), y es llevado a cabo en Zimbabwe por el CIRAD en coordinación con las autoridades nacionales y locales.
Después de recibir capacitación en la Escuela de gestión de la fauna silvestre de Munshandike, Chipo y sus compañeros monitores de recursos son ahora una fuerza impulsora en el aspecto de capacitación de la iniciativa, proporcionando a las comunidades formas innovadoras y eficaces de reducir los conflictos con la fauna silvestre, como la fabricación y el uso de vallas y ladrillos de chile para ahuyentar a los elefantes.
En el área de conservación comunitaria de Mucheni, el nivel de concienciación y conocimiento sobre la gestión de la fauna silvestre ha aumentado notablemente a medida que ella y sus compañeros monitores de recursos han ido informando y respondiendo a los incidentes de conflictos entre humanos y fauna silvestre. También han involucrado a las comunidades locales en un innovador juego de cartografía participativa para ayudar a identificar y acordar cómo hacer frente a los conflictos con la fauna silvestre.
Chipo trabaja para promover medidas de mitigación de conflictos entre los humanos y la fauna silvestre, como el uso de recintos cerrados especiales llamados «bomas móviles», que están hechos de lona o poliéster para ayudar a mantener al ganado a salvo de los depredadores. Ella y sus compañeros monitores también están ayudando a repoblar la zona con fauna silvestre y a reducir las amenazas de la caza furtiva.
Desde 2022, los incidentes registrados de caza furtiva, invasión y tala ilegal en las zonas boscosas de la Reserva de Mucheni se han reducido en un 46 %.
Además de ayudar a su comunidad, los ingresos de Chipo por su trabajo como monitora de recursos también han beneficiado a su propia familia. «Estoy pagando las tasas escolares de mi hermano pequeño. Utilizo el dinero que recibo de mi trabajo como monitora de recursos. El dinero me permitió comprar cabras y una vaca. Le di un nombre que significa don, similar al mío».
Añade que otras muchas mujeres de la comunidad la han visto como un modelo a seguir por su participación en un campo dominado por hombres. Chipo es una de las ocho mujeres monitoras de recursos que reciben apoyo del Programa.
«Chipo nos ha demostrado a las mujeres de esta comunidad que es posible participar en profesiones dominadas por hombres, como el seguimiento de recursos», asegura Rejoice Ncube, otra monitora.
Así que, ya sea desde una perspectiva profesional o personal, la labor de Chipo supone un ejemplo positivo de interacción con la fauna silvestre y una fuente de inspiración para la comunidad en la que vive.