Roma (Italia).- Son proveedoras de alimentos, custodias de semillas, guardianas de plantas medicinales y de la biodiversidad. Son poseedoras de conocimientos y maestras de las generaciones más jóvenes. Desempeñan un papel fundamental en la preservación de los conocimientos, los sistemas agroalimentarios, las culturas y las lenguas de los Pueblos Indígenas. Debido al vínculo especial que guardan con sus tierras y territorios ancestrales, muestran un firme compromiso con la defensa de los derechos de los Pueblos Indígenas y la lucha contra la destrucción de los ecosistemas.
Las mujeres indígenas viven en más de 90 países de todo el mundo. Aportan contribuciones únicas en materia de seguridad alimentaria, biodiversidad, medicina, domesticación de especies y transformación de alimentos en todo el mundo.
Aun así, normalmente siguen siendo invisibles en las estadísticas, los procesos de toma de decisiones y las políticas debido a la persistente ausencia de datos desglosados sobre ellas y a la discriminación generalizada, la desigualdad y el rechazo sistemático a reconocer sus derechos individuales y colectivos.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) está trabajando con mujeres Indígenas y universidades para subsanar la falta de datos y asegurar que las mujeres indígenas participen en los procesos de toma de decisiones.
“El elemento central de la estrategia consiste en garantizar que participen en los debates que mantengan los responsables de las políticas para que sus conocimientos puedan tener una influencia positiva a escala local, nacional e internacional”, dijo Yon Fernández-de-Larrinoa, Jefe de la Unidad de Pueblos Indígenas de la FAO.
Se trata de dar visibilidad a las mujeres indígenas, pero también de aprovechar el papel fundamental que desempeñan como poseedoras de conocimientos. “Las mujeres indígenas ya son investigadoras. Sin embargo, deben tener acceso a oportunidades que les permitan publicar y compartir sus investigaciones y conocimientos relacionados con desafíos complejos. Si queremos mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición en beneficio de todos, debemos dar a sus conocimientos el debido reconocimiento”, dijo Mikaila Way, coordinadora de la FAO del programa de investigación en materia de mujeres indígenas.
En 2015, la FAO estableció asociaciones con organizaciones de mujeres indígenas de todo el mundo para poner en marcha escuelas nacionales y regionales de liderazgo de mujeres indígenas en materia de derechos humanos y seguridad alimentaria, centrándose en cuestiones prioritarias como la tenencia de la tierra y el consentimiento libre, previo e informado. En colaboración con las organizaciones indígenas, la FAO puso en marcha 13 escuelas de liderazgo a escala nacional y regional, con las que impartió capacitación a más de 300 mujeres indígenas. Actualmente muchas de esas mujeres participan en procesos y negociaciones internacionales.
En vista del importante llamamiento mundial para promover las investigaciones académicas de las mujeres indígenas, la FAO estableció una asociación con la Universidad Thompson Rivers, ubicada en Kamloops, en la Columbia Británica (Canadá), a fin de poner en marcha un programa específico para creadoras de conocimientos.
Durante mucho tiempo, los pueblos indígenas, especialmente las mujeres, estuvieron excluidos del mundo de la investigación académica. “En un principio se hacían investigaciones sobre nosotros como pueblos indígenas. Luego se hacían para nosotros. Más adelante, se hicieron con nuestra colaboración y ahora las estamos haciendo nosotros mismos”, dice Rod McCormick, Director del Centro de Investigación Indígena de la Universidad Thompson Rivers.
A través del programa para creadoras de conocimientos, la FAO y la Universidad Thompson Rivers facilitaron el establecimiento de un grupo internacional de investigadoras indígenas centrado en los sistemas alimentarios y de conocimientos de los pueblos indígenas y la acción por el clima. Se seleccionaron 21 mujeres indígenas de 16 países de las siete regiones socioculturales. El resultado de su labor de investigación se recoge en un volumen especial del Knowledge Makers Journal (“Revista de creadores de conocimientos”).
Rosa Marina Flores Cruz, miembro del pueblo indígena afrobinnizá de Oaxaca (México), centró su investigación en la proliferación de parques eólicos y las graves consecuencias que tienen en el territorio de su comunidad, a pesar de que se afirma que promueven el “desarrollo sostenible”.
“Las mujeres quedaron casi completamente excluidas de los acuerdos y la firma de contratos de arrendamiento con las compañías de energía eólica. Se las mantuvo al margen de los procesos de toma de decisiones porque muy pocas poseían títulos de propiedad de la tierra; los intentos de persuasión iban dirigidos a los hombres. Sin embargo, en respuesta, las mujeres indígenas hemos estado desde el principio involucradas en la defensa del territorio”, dice Rosa.
Mariiam Tambieva, miembro de los pueblos indígenas de los karacháis y los bálkaros, que viven en el Cáucaso septentrional de Rusia, destaca que los estilos de vida y prácticas tradicionales de su comunidad, que no genera desperdicios, se adoptaron por respeto a la naturaleza, pero que ahora están siendo “redescubiertos” en aras de la sostenibilidad.
“Aunque los karacháis y los bálkaros no han usado nunca el término ‘cero desperdicios’, hemos vivido de acuerdo con esta filosofía durante siglos”, dice. Aprovechaban todas las partes de los animales, a saber, la carne, los huesos y las vísceras, para cocinar diferentes recetas y preparar conservas. Como los hogares son los que generan un mayor desperdicio de alimentos, explica, recurrir a estas prácticas podría ayudar en gran medida a minimizar las pérdidas. “Adoptar las prácticas de las comunidades de pueblos indígenas puede ser fácil; solo tenemos que leer y aprender sobre ellas y compartir experiencias”, concluye Mariiam.
Como especialista en polinizadores, Melanie M. Kirby, de Tortugas Pueblo, ubicado en Nuevo México (Estados Unidos de América), habla de la “reindigenización” y de la importancia de la conservación de los polinizadores en las iniciativas de ordenación de la tierra. “La apicultura nos conecta con nuestros orígenes como seres de luz, como parte de esta tierra, no separados de ella”, dice. Explica que el término “reindigenización” se refiere al proceso de recuperación de las prácticas con raíces indígenas, lo que nos ayuda a redescubrir nuestra relación con la naturaleza y la tierra.
“Adoptar enfoques de reindigenización en las iniciativas de gestión y conservación de la tierra puede ayudar a dar mayor difusión a sistemas de conocimiento marginados y excluidos que se desarrollaron a lo largo de miles de años”, afirma Melanie. En sus estudios, Melanie utiliza el concepto de “consiliencia”, que hace referencia a la combinación de conocimientos de diferentes disciplinas para lograr una comprensión unificada del mundo.
El enfoque de la FAO consiste en crear espacios donde la naturaleza complementaria de los sistemas alimentarios y de conocimientos de los Pueblos Indígenas pueda combinarse con la ciencia oficial para abordar algunos de los graves desafíos a los que se enfrenta nuestro planeta, como la pérdida de biodiversidad y la inseguridad alimentaria.
Velar por que las mujeres indígenas compartan su sabiduría a través de investigaciones académicas es fundamental para aprovechar sus conocimientos orales, recogidos a lo largo de miles de años en más de 5 000 comunidades de pueblos indígenas de todo el mundo. Estos conocimientos deberían tenerse en cuenta en los debates mundiales y pueden ofrecer soluciones a los desafíos que se nos plantean hoy en día.