Aghdam (Azerbaiyán).- Se conoce como «tarakama» el estilo de vida pastoril nómada tradicional que rige la vida de las comunidades azerbaiyanas que se desplazan con las estaciones. Mahammad Bayramov, originario de Aghdam, una pequeña localidad del centro de Azerbaiyán, ha vivido de este modo desde la niñez, recorriendo los variados paisajes del país con el ganado de su familia.
Cada año, la familia de Mahammad y otras cinco se reunían para llevar sus rebaños a las montañas. «Las montañas son duras, los vientos fuertes y los animales pueden estar inquietos. Una familia sola tiene dificultades para mantener a todos los animales en un mismo lugar, pero juntos es más fácil cuidarlos», cuenta Mahammad.
Criados con el ganado, Mahammad y su comunidad han dependido durante mucho tiempo de los animales como fuente principal de ingresos. El hecho de desplazarse juntos fortaleció los vínculos entre las familias de pastores y fomentó la colaboración que sentó las bases de su futura cooperativa. Juntos, fundaron Eko-Süd (Eco-Milk), presidida por Mahammad, con el objetivo de maximizar la producción de leche y otros productos lácteos.
Sin embargo, pronto encontraron dificultades importantes que pusieron a prueba su resiliencia y determinación. «El trabajo manual dominaba todos los aspectos de nuestras operaciones diarias, desde la molienda del pienso hasta el ordeño de las vacas», recuerda Mahammad. Este proceso, que requiere un elevado coeficiente de mano de obra, no solo consumía mucho tiempo, sino que también exigía mucha energía y reportaba ganancias mínimas.
En 2023, se abrió un nuevo capítulo para Eco-Milk cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en asociación con el Gobierno de Azerbaiyán, proporcionó a la cooperativa de Mahammad herramientas esenciales, como trituradoras para piensos, una instalación de procesamiento de productos lácteos y generadores. Estas herramientas simplificaron e hicieron mucho más rápidas las tareas básicas, lo que permitió a la cooperativa centrarse en lo que realmente importa: producir leche y productos lácteos de alta calidad para su comunidad.
Como resultado, la cooperativa atrajo a más familias y creció hasta contar con 23 miembros. Ahora procesan eficientemente la leche para convertirla en queso y mantequilla, productos muy demandados en Bakú y las regiones circundantes.
«Antes, solo podíamos gestionar una vaca por persona, pero ahora hemos aumentado el tamaño de nuestro rebaño a 10 vacas por persona», afirma Mahammad.
Los miembros participaron en varias sesiones de capacitación de la FAO celebradas en todo Azerbaiyán. Dichas sesiones tenían como objetivo mejorar el cuidado de los animales y desarrollar habilidades empresariales y de liderazgo. Mahammad y otros miembros aprendieron técnicas avanzadas de manejo del ganado, como el cuidado de animales de pedigrí y la optimización de los procesos de alimentación y ordeño, junto con estrategias eficaces de comercialización y segmentación del mercado.
La mejora de la calidad del producto y la experiencia en comercialización atrajeron a más clientes, lo que aumentó los beneficios. Además, el modelo cooperativo facilitó la puesta en común de recursos y el uso compartido de maquinaria entre los productores lácteos a pequeña escala, lo que impulsó de forma manifiesta la eficiencia, la fiabilidad y la sostenibilidad de su producción de alimentos.
El grupo también gestiona la explotación de forma sostenible. Producen leche y productos lácteos orgánicos y mejoran la calidad de los productos proporcionando agua limpia a través de una unidad de ósmosis suministrada por el proyecto de la FAO. Este sistema purifica el agua eliminando impurezas y contaminantes, lo que garantiza que el agua empleada en el procesamiento de queso y mantequilla cumpla con los estándares de calidad y las normas de seguridad alimentaria.
«Dado que crecimos en un estilo de vida nómada, nuestro enfoque está moldeado por el respeto a la naturaleza y la ecología, y nos aseguramos de que nuestros productos sean puros y sin aditivos», aclara Mahammad, inspirándose en su patrimonio Tarakama. Mahammad adopta tanto la tradición como las nuevas tecnologías, y considera la agricultura y la ganadería como oportunidades para que los jóvenes logren la autosuficiencia e instauren ideas innovadoras. «Al integrar las prácticas tradicionales con los conocimientos mundiales, honramos nuestras raíces y al mismo tiempo adoptamos los avances modernos».
Su cooperativa espera inspirar a la próxima generación para que contribuya a la seguridad alimentaria del país y explore medios de vida sostenibles. Los planes futuros incluyen la expansión de los mercados en el ámbito nacional y la exportación internacional, lo que no se puede lograr sin la participación de jóvenes emprendedores, tanto hombres como mujeres.
Cinco de los siete miembros clave de la cooperativa son mujeres, que se encargan de todo, desde el análisis de la calidad de la leche en el laboratorio hasta la gestión de los productos lácteos. Mahammad está convencido de que fomentar un entorno en el que todos contribuyan por igual es necesario para el éxito de la cooperativa, ya que garantiza una participación equitativa y mejora su repercusión en la comunidad.
Las cooperativas son vitales para combatir el hambre y la malnutrición, en particular en el sector agroalimentario. Estas organizaciones a las que la FAO reconoce como aliados clave en la promoción de la agricultura familiar reducen las desigualdades, promueven el trabajo justo y mejoran la gobernanza local a través de alianzas público-privadas.
La Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado el 2025 como Año Internacional de las Cooperativas; fortalecer estas alianzas es cada vez más importante para lograr un futuro sostenible en el que impere la seguridad alimentaria.