Olteyani (Kenya).- Jeremiah Muya Sailoji se halla en el árido paisaje de la aldea de Olteyani, situada en el condado de Kajiado, al sur de la capital de Kenya, Nairobi. A sus ojos asoma una persistente pesadumbre.
«Nos vendieron aquí, en el mercado de Kiserian, cargamentos de heno y ensilado. Las vacas que los comieron murieron al cabo de unos días. Vimos morir a nuestros animales, no por una enfermedad sino de inanición y por envenenamiento. Eso nos llevó a reflexionar y nos pusimos de acuerdo en empezar a producir nuestros propios piensos en nuestras explotaciones», explica.
Jeremiah es un joven Indígena del pueblo masái. Hay alrededor de 1,5 millones de masáis indígenas, que practican el pastoreo en Kenya y la República Unida de Tanzanía.
En cuanto los niños masáis alcanzan cierta edad, se les enseña a cuidar de los animales, para lo que han de desplazarse de un lugar a otro en busca de buenos pastos. Como consecuencia, los pastores masáis han dependido tradicionalmente de los pastos naturales, que consideran un don del cielo que llega con las lluvias.
Sin embargo, las prolongadas sequías han dado lugar a una devastadora pérdida de ganado y los han obligado a adoptar otros enfoques. Ahora, con el temor adicional de que el ensilado que compren sea de mala calidad, los pastores albergan el deseo de ser autosuficientes.
Junto con otros 12 jóvenes masáis, Jeremiah participa en una iniciativa pionera en su comunidad: la producción intencionada de pasto. Uno de esos jóvenes es Daniel Memusi Moiko, cuya casa en la aldea de Olteyani se ha convertido en un centro de innovación pastoril. El grupo, conocido oficialmente como Grupo juvenil de autoayuda de Olteyani, ha adoptado el proyecto de comercialización de piensos para el ganado que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha puesto en marcha.
El proyecto, ejecutado en asociación con la Fundación Mastercard, tiene por objeto garantizar la disponibilidad de piensos para animales asequibles y de calidad durante todo el año, al margen de las variaciones estacionales.
La FAO les proporcionó semillas para cultivar hierba autóctona como pasto. Además de estas semillas, la FAO ha facilitado equipo para la cosecha y la poscosecha y ha dado a conocer a los pastores tecnologías y prácticas verdes para atender la creciente demanda ante el cambio climático.
En colaboración con la administración del condado de Kajiado, la FAO también ha proporcionado al grupo capacitación sobre el establecimiento, la cosecha y la preservación de los pastos.
«La FAO llegó con sus actividades de capacitación y nos dio maquinaria para ayudarnos a cosechar y empacar nuestro pasto. Nos facilitó un cortamalezas y una prensa de heno, y eso nos ayudó en la cosecha», cuenta Jeremiah.
Todos los miembros han obtenido buenos resultados. Han cosechado más de mil balas de heno en solo dos acres de tierra y están planteándose establecer la primera sociedad cooperativa de forraje de la región.
Cada miembro debe aportar doscientas balas de heno a la reserva colectiva del grupo, a modo de protección ante futuras sequías.
Aunque tienen la opción de vender el heno, han decidido colectivamente que por el momento no lo harán. “Juramos que no volveríamos a ver morir a nuestro ganado por falta de alimento. Nuestros graneros están llenos, pero no venderemos el heno, porque, pese a que nuestra primera cosecha ha sido buena, no podemos dar por sentado que nos alcance en caso de que volvamos a sufrir una sequía”, explica Jeremiah mientras nos muestra su granero en su explotación de dos acres.
Estos pastores tienen grandes sueños y han adoptado medidas tangibles para alcanzar sus objetivos, como por ejemplo destinar otros terrenos a la producción de pasto y planificar la selección de terneras de calidad para la cría colectiva. Se proponen ampliar su producción de pasto a más de 200 acres.
La producción de forraje también ha creado oportunidades de empleo fuera del grupo para la comunidad. Los jóvenes Indígenas participan en varias actividades, entre ellas el cercado de las explotaciones, la siembra, la cosecha, el empacado y el manejo de tractores. Estas experiencias permiten a los masáis ofrecer sus servicios a otros pastores y pueblos indígenas que deseen empezar a producir forraje.
El proyecto de comercialización de piensos para ganado de la FAO, ejecutado en Kenya y Etiopía, tiene por objeto promover el desarrollo sostenible en el subsector de los piensos. Se centra en aumentar la productividad, el valor añadido, el acceso a los mercados, la utilización y los ingresos por medio de la elaboración y la promoción de modelos de negocio viables. Las intervenciones van encaminadas a mejorar la adaptación y la resiliencia, con el apoyo de políticas que disminuyan las barreras de entrada y estimulen la inversión pública y privada.
En el condado de Kajiado, el proyecto se está llevando a cabo en los cinco subcondados. Se realiza en colaboración con grupos de jóvenes, grupos de mujeres, pueblos indígenas, cooperativas y emprendedores particulares con el fin de desarrollar su capacidad en la producción y comercialización de forraje.
Con el apoyo de la FAO y la Fundación Mastercard, Jeremiah, Daniel y sus compañeros masáis se han convertido en pioneros en la producción de pasto. Mientras siguen expandiendo su iniciativa, estos jóvenes están sentando un precedente para que otros los imiten. Invertir en la producción sostenible de forraje con apoyo y respaldo técnico permite a estas comunidades indígenas prosperar, allanando el camino para un futuro más resiliente y caracterizado por la seguridad alimentaria.