Escárcega (Campeche).- El proceso de construcción del Tren Maya ha abierto una ventana única al pasado prehispánico de la región. 

Durante el salvamento arqueológico en el trayecto que une Constitución con Lechugal, se han desvelado sorprendentes hallazgos que arrojan luz sobre la vida y las costumbres de los antiguos mayas.

Entre octubre de 2022 y febrero de 2023, especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) llevaron a cabo una exhaustiva prospección en un corredor de 40 metros de ancho a lo largo de más de 36 kilómetros. 

Este trabajo meticuloso no solo tenía como objetivo preservar los tesoros culturales de la nación, sino también asegurar que la infraestructura moderna se integre respetuosamente con el legado histórico de la región.

El arqueólogo Eric Saloma García, quien lideró inicialmente las exploraciones, junto con Alejandro Cañas Ortiz y posteriormente Gustavo Alejandro Cool Argüelles, encontraron 26 entierros humanos de época prehispánica, dispersos a lo largo del recorrido. 

Estos no eran meros restos; cada uno de ellos narraba una historia de vida, muerte y las creencias espirituales de sus antiguos habitantes. Muchos de estos entierros estaban acompañados de ofrendas y colocados en cistas, estructuras formadas por piedras que servían como tumbas.

A diferencia de otras áreas más exploradas, como Xpujil o Calakmul, el tramo estudiado carecía de grandes centros urbanos. 

En su lugar, los arqueólogos encontraron pequeñas plazas y unidades habitacionales modestas, lo que sugiere que estas áreas podrían haber sido ocupadas por comunidades menos complejas, pero igualmente significativas en el estudio del desarrollo cultural maya.

Cool Argüelles compartió detalles fascinantes sobre los patrones de entierro y las estructuras funerarias. 

«En algunos casos, los individuos estaban dispuestos en posiciones que reflejan sus costumbres y rituales, desde la clásica posición decúbito hasta formas más complejas como la sedente o flexionada», explicó. 

Los análisis preliminares sugieren que estos sitios fueron habitados entre los períodos Clásico Temprano y Tardío, lo que coincide con una era de florecimiento cultural y social para la civilización maya.

Además de los entierros, se descubrieron elementos arquitectónicos y cerámicos que enriquecen la comprensión de cómo estas comunidades diseñaban sus espacios de vida y muerte. 

Por ejemplo, en un sitio cercano a la comunidad de Justicia Social, se halló un entierro en el centro de una plaza, rodeado de estructuras que probablemente tenían un significado ceremonial o social importante.

Este rescate arqueológico también ha puesto de relieve la adaptabilidad de los antiguos mayas a su entorno. 

A diferencia de otras regiones más cercanas a fuentes de agua, los pobladores de este tramo del sur de Campeche eligieron asentarse en las alturas de los cerros, utilizando ingeniosamente los recursos naturales para subsistir en un entorno desafiante.

La información obtenida a través de estos hallazgos no solo enriquece el conocimiento actual sobre los mayas, sino que también destaca la importancia de integrar la arqueología en los proyectos de desarrollo modernos. 

Cada piedra desenterrada y cada osamenta estudiada nos acerca un paso más a comprender las profundas raíces culturales que siguen influyendo en esta región hasta hoy.