Ciudad de México (México).- La imagen del arqueólogo aventurero, intrépido y siempre envuelto en situaciones de peligro extremo, ha sido popularizada en el cine por personajes como Indiana Jones.
Sin embargo, esta representación dista mucho de la realidad del quehacer arqueológico, como bien señala Luis Alberto López Wario en su nuevo libro «Arqueólogos de pantalla. Noventa miradas cinematográficas al quehacer arqueológico».
El investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) presentó esta obra en el INAHfest, en el Museo de Murales Teotihuacanos «Beatriz de la Fuente».
López Wario analiza en su libro la evolución de la imagen del arqueólogo en 90 películas comerciales, tanto nacionales como internacionales, producidas entre 1932 y 2012.
La idea es desentrañar cómo el cine ha moldeado y perpetuado una imagen del arqueólogo que poco tiene que ver con la realidad.
«A veces es un trabajo pesado, incluso peligroso, pero que poco tiene que ver con las aventuras cinematográficas», comenta el arqueólogo.
En el libro de 271 páginas, se exploran las características y cualidades que el discurso cinematográfico otorga a la labor y a la figura del arqueólogo, generalmente masculina, creando un prototipo que ha calado hondo en el imaginario colectivo.
«El cine, como la arqueología, guarda información sobre el contexto de un lugar y una época, revelando valores y temas a los que se enfrenta una determinada sociedad», explica López Wario.
La obra está dividida en tres partes. La primera abarca el periodo de 1962 a 1979, donde se representa al arqueólogo como un hombre sabio y maduro, capaz de responder a cualquier interrogante. Destaca en este periodo la película «El planeta de los simios» (1968), por presentar a un arqueólogo no humano pero dotado de todas las cualidades previamente mencionadas.
La segunda parte del libro cubre las décadas de 1980 y 1990, donde el arqueólogo se muestra como un hombre atractivo y temerario, pero más terrenal. La franquicia de Indiana Jones es un claro ejemplo de esta época, en la que la arqueología se convierte en una aventura heroica.
El tercer apartado, que va de 2000 a 2012, muestra una dilución de las fronteras entre el bien y el mal, y la imagen del arqueólogo adquiere un significado menos fantástico. «El Cuerpo» (2001), protagonizada por Antonio Banderas y Olivia Williams, se acerca más a lo que realmente hacen los arqueólogos, según López Wario.
Con la llegada de la tecnología de vanguardia, los profesionales de la arqueología pueden realizar mediciones y análisis más precisos, contribuyendo a la generación de nuevos conocimientos.
López Wario concluye subrayando los retos para las nuevas generaciones: conseguir el apoyo y la infraestructura necesaria para realizar su labor y darle un sentido humano, recordando siempre que los materiales arqueológicos son evidencia de seres humanos que vivieron en nuestro planeta.
Este libro no solo es una invitación a reflexionar sobre la representación de los arqueólogos en el cine, sino también un llamado a valorar y entender la verdadera naturaleza de esta disciplina científica, que va más allá del mero entretenimiento.