Ginebra (Suiza).- En un mundo donde la dignidad humana debería prevalecer, un informe reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) revela una realidad escalofriante: el trabajo forzoso en la economía privada está generando beneficios ilegales asombrosos, valorados en $236.000 millones.
Este monto, que ha visto un incremento del 37% desde 2014, refleja un crecimiento no solo en el número de personas sometidas a estas condiciones, sino también en las ganancias obtenidas de su explotación.
El informe «Ganancias y Pobreza: Aspectos Económicos del Trabajo Forzoso» destaca que cada víctima genera aproximadamente $10.000 para traficantes y delincuentes, un aumento significativo comparado con los datos de hace una década. Estas cifras son testimonio de una realidad sombría, donde individuos son privados de su libertad y dignidad para enriquecer a otros.
Europa y Asia Central lideran las estadísticas con el mayor total de beneficios ilegales, seguidas por regiones como Asia y el Pacífico, América, África y los Estados Árabes. Sin embargo, cuando se analiza el beneficio ilegal por víctima, se observan mayores ganancias en Europa y Asia Central, seguidos por los Estados Árabes y América.
La explotación sexual comercial forzada constituye la mayor parte de estos beneficios, representando más del 70% del total, a pesar de que las víctimas de este tipo de explotación son solo el 27% del total de personas afectadas por el trabajo forzoso.
Esto evidencia una disparidad alarmante en los beneficios obtenidos por la víctima entre la explotación sexual y otras formas de trabajo forzoso.
El informe también desglosa los sectores donde se concentran estos beneficios ilegales, con la industria liderando, seguida de servicios, agricultura y trabajo doméstico. Estos números no son solo estadísticas; representan vidas humanas, personas cuyos derechos y libertades son usurpados para el beneficio económico de unos pocos.
El director general de la OIT, Gilbert F. Houngbo, recalca la necesidad urgente de acción internacional para erradicar esta injusticia que perpetúa ciclos de pobreza y explotación, atentando contra la esencia de la dignidad humana. Con 27,6 millones de personas atrapadas en trabajo forzoso a nivel global, la situación es crítica.
«Las personas en situación de trabajo forzoso están sometidas a múltiples formas de coacción, siendo la retención deliberada y sistemática del salario una de las más comunes», dijo Houngbo «El trabajo forzoso perpetúa los ciclos de pobreza y explotación y atenta contra el corazón de la dignidad humana».
El aumento en el número de personas sometidas a trabajo forzoso desde 2016 subraya la necesidad de medidas efectivas que aborden tanto las causas profundas como las consecuencias de esta práctica.
La implementación de medidas coercitivas para cortar los flujos de beneficios ilegales y la rendición de cuentas son esenciales, pero no suficientes. Se requiere un enfoque integral que priorice la protección de las víctimas y aborde las causas subyacentes del trabajo forzoso.
El informe concluye con un llamado a fortalecer los marcos jurídicos, mejorar la formación de funcionarios encargados de la aplicación de la ley, expandir las inspecciones laborales en sectores de alto riesgo y fomentar una mayor coordinación entre las entidades de aplicación de la ley laboral y penal.
En última instancia, la lucha contra el trabajo forzoso exige un compromiso global y sostenido, fundamentado en el respeto a la dignidad humana y en el imperativo de justicia social.