Ciudad de Panamá (Panamá).- En un hecho sin precedentes, la Selva del Darién se ha convertido en testigo de una crisis humanitaria de proporciones alarmantes.
Más de 250,000 personas han atravesado esta jungla inhóspita durante los primeros siete meses de 2023, una cifra que ya iguala el total de migrantes que cruzaron en todo el año anterior.
La magnitud de esta migración urgente ha llevado a la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) a hacer un llamado a la cooperación regional y a la acción inmediata.
La crisis se intensifica conforme los números crecen, y es esencial tomar medidas para enfrentar los riesgos de protección y las necesidades humanitarias de estas personas en movimiento.
Entre los principales grupos nacionales involucrados en estos movimientos mixtos se encuentran ciudadanos de Venezuela (55%), Haití (14%) y Ecuador (14%), así como individuos de China y Colombia, y también hijos de padres haitianos nacidos en Chile y Brasil.
La diversidad de las nacionalidades subraya la complejidad de esta crisis y la importancia de una respuesta unificada.
“Múltiples factores interconectados, que van desde el acceso limitado a los derechos fundamentales y los servicios esenciales hasta el impacto de la violencia y la inseguridad, siguen empujando a las personas a situaciones de desplazamiento», dijo el director del ACNUR para las Américas, José Samaniego.
“Estamos aumentando la asistencia humanitaria y de protección para atender las necesidades urgentes de las personas refugiadas y migrantes, principalmente proporcionando apoyo crítico en áreas como alimentación, alojamiento y atención médica, ya que sus derechos y bienestar están en juego”.
La selva del Darién presenta múltiples desafíos: desde condiciones naturales extremas hasta peligros asociados a la migración irregular, como explotación y abuso.
Ante esto, ACNUR y OIM hacen hincapié en la necesidad de una colaboración regional más fuerte y en la importancia de garantizar la seguridad y protección de las personas en movimiento.
“La peligrosa travesía de la selva del Darién no es solo un testimonio de la desesperación y la determinación de quienes buscan una vida mejor, sino un recordatorio sombrío de la urgencia de actualizar nuestros sistemas migratorios”, dijo Michele Klein Solomon, directora regional de la OIM para Centroamérica, Norteamérica y el Caribe.
“Los riesgos inimaginables que enfrentan las personas en este paso, plagado de condiciones naturales hostiles y delincuencia organizada, exigen una respuesta unificada y basada en los derechos humanos”.
La cooperación entre países de América Latina y el Caribe es crucial para abordar esta crisis humanitaria y proteger los derechos y el bienestar de los migrantes y refugiados.
Las autoridades regionales deben trabajar juntas para encontrar soluciones efectivas y sostenibles que alivien la difícil situación en la que se encuentran estas personas vulnerables.
ACNUR y OIM hacen un llamado a la cooperación regional para proteger a los migrantes y refugiados que atraviesan esta jungla implacable en busca de un futuro más seguro.
“La urgencia de esta situación no permite demoras; es nuestro deber colectivo, y no solo de Panamá, ofrecer soluciones humanas y sostenibles que prevengan futuras tragedias”, dijo Klein Solomon.
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