Montepuez (Mozambique).- Cuando Ali Ndalila tuvo que abandonar su hogar en Cabo Delgado, la provincia más septentrional de Mozambique, estaba desolado por muchos motivos. Uno de ellos fue tener que dejar atrás la cosecha particularmente abundante producto de una afortunada estación húmeda.
La región cuenta con paisajes idílicos, desde las prístinas playas del Océano Índico hasta imponentes montañas, pero la vida de los 2,3 millones de habitantes de la región, que una vez fue pacífica, ha sido arrasada en los últimos seis años por la violencia de grupos armados no estatales.
Ali, su esposa Florinda y sus cinco hijos forman parte del más de un millón de personas que han sido desplazadas de sus hogares y que ahora dependen del apoyo de la FAO y sus asociados para reanudar sus actividades de sustento.
La familia de Ali, que era capaz de mantenerse a sí misma gracias al cultivo de maíz y guisantes en la explotación de dos hectáreas de superficie que tenía en la aldea de Namande, no tuvo más opción que dejarlo todo atrás cuando los insurgentes atacaron su aldea y quemaron la mayoría de las casas.
Se dirigieron al distrito vecino de Montepuez y llegaron “agradecidos por haberse salvado, pero desesperanzados por nuestro futuro y lo que iba a ser de nosotros”, se lamentó Ali.
Un primo de Ali que vive allí les ayudó a cubrir sus necesidades básicas acogiéndolos y dándoles de comer; sin embargo, Ali estaba destrozado de ver el enorme esfuerzo que su primo tenía que hacer para mantener a las dos familias.
Prestar apoyo a las familias desplazadas
Primero, las autoridades locales asignaron a Ali y su familia una parcela agrícola de 0,5 ha. Luego la FAO les proporcionó un equipo de cultivo para que pudiera volver a producir. Como muchos otros desplazados internos, Ali recibió de la FAO semillas de hortalizas y aperos agrícolas para poder producir lo necesario y alimentar a su familia durante seis meses.
La asistencia, que se presta en el marco del Plan de respuesta de la FAO ante situaciones de crisis de la agricultura y de los medios de vida en el norte de Mozambique, proporciona a los desplazados internos y las comunidades de acogida herramientas y capacitación que les permitan aumentar y diversificar sus ingresos, tener acceso a alimentos nutritivos y mejorar su alimentación.
Más del 80 % de los habitantes de Cabo Delgado son agricultores en pequeña escala que dependen de la agricultura para su subsistencia; por consiguiente, la violencia y los conflictos en la zona no solo han afectado enormemente a su seguridad y bienestar, sino también a sus medios de vida y su nutrición.
La FAO, al tiempo que presta apoyo a los desplazados internos, respalda a las comunidades de acogida a fin de fomentar la inclusión social, crear un entorno pacífico y reducir la carga en los recursos naturales.
Una nueva oportunidad
Ali considera que la asistencia recibida fue como si le hubieran dado “una nueva oportunidad”. “La tierra, las semillas, los aperos agrícolas y el apoyo técnico han sido decisivos para estar donde estoy”, dijo emotivamente.
En la actualidad puede alimentar cómodamente a su familia y vender el excedente de la producción para adquirir otros artículos necesarios como medicamentos.
“Ya he empezado a vender la producción de mi nueva explotación”, señala Ali añadiendo que “las cebollas y las coles se están vendiendo a buen precio porque son de mejor calidad que otras opciones en el mercado”.
Ali también ha recibido apoyo técnico en relación con sus cultivos de okra, calabaza y frijol de los oficiales técnicos de la FAO, quienes comprueban periódicamente los progresos realizados por los participantes en el proyecto.
Para Ali, que tiene buena memoria para los nombres y las caras, estos oficiales se han convertido en figuras familiares a las que se alegra de volver a ver.
“Junto con nuestros asociados gubernamentales locales, la FAO ha marcado la diferencia en la vida de muchos desplazados internos como Ali y su familia, pero la envergadura del desplazamiento interno en el contexto de violencia de Cabo Delgado sigue amenazando los medios de vida de cada vez más familias y requiere que redoblemos nuestros esfuerzos por apoyar a las comunidades de acogida y los desplazados internos a medida que se recuperan en un entorno desconocido”, señala el Sr. Dario Cipolla, Representante de la FAO en Mozambique.
Ali es la prueba viviente de que los desplazados internos pueden procurarse el apoyo necesario que les ayude a generar medios de vida y a integrarse más fácilmente en las comunidades de acogida.
En un conflicto que ha generado más de un millón de desplazados hasta la fecha y ante la posibilidad de que haya muchos más, la FAO y sus asociados locales han pedido más apoyo a los países para que la Organización pueda seguir prestando asistencia a más de 967.000 desplazados internos en 2023.