Bonconto (Senegal).- Hace poco más de un decenio, a Abdoulaye Wade la vida le parecía demasiado precaria. La educación empezaba a ser una meta fuera de su alcance y las oportunidades en su aldea natal de Bonconto (Senegal) eran muy limitadas.
Así que decidió probar suerte migrando a Europa. Sería el comienzo de un viaje que no resultó ser como esperaba.
Sin el efectivo para intentar llegar a Europa de una sola vez, primero trabajó durante tres años en un restaurante de la localidad de Tambacounda en la zona oriental del Senegal, con lo que ahorró lo suficiente para embarcarse en un épico viaje por Malí, Benin, Nigeria, el Chad y finalmente Libia.
Desde allí, hizo varios intentos infructuosos de llegar a Europa en embarcación, pero cada vez acababa enfrentándose a duras condiciones en la prisión. En 2020, ocho años después de partir, decidió volver al Senegal.
De nuevo en su país de origen, las cosas empezaron a cambiar para Abdoulaye. Se casó y puso en marcha su propio negocio de engorde de ganado y horticultura comercial.
Su regreso coincidió con el inicio de un nuevo proyecto de la FAO en Bonconto orientado a ayudar a los migrantes que retornan a reintegrarse socioeconómicamente.
El proyecto brinda apoyo a los repatriados y los jóvenes del medio rural de las comunidades propensas a la migración para que emprendan sus propios agronegocios impartiéndoles capacitación en agricultura y competencias empresariales y facilitándoles el acceso a los mercados y la financiación.
Como parte de la iniciativa, la FAO ha ayudado a repatriados y posibles migrantes a formar una sola asociación de gran envergadura, ha defendido que se aborden sus preocupaciones en los planes de desarrollo local y ha seleccionado a 120 jóvenes para programas de capacitación y para la incubación de empresas agrícolas.
Con el apoyo de un orientador formado por la FAO, Abdoulaye actualmente trabaja en las formalidades administrativas que le ayudarán a fortalecer su negocio.
“Está claro que he empezado mi proyecto con buen pie. Estoy preparado para trabajar seriamente, de modo que en el futuro pueda contratar a jóvenes en mi proyecto y convencerles de que se queden en el Senegal y prosperen aquí”, afirma Abdoulaye.
Otras personas que participaron en las actividades de capacitación señalaron que también se habían beneficiado de la experiencia.
Mayram Kah acaba de regresar al Senegal tras seguir a su marido a Côte d’Ivoire. Le pareció demasiado difícil adaptarse a la vida allí y decidió volver a casa.
Sin embargo, al regresar, descubrió que “quienes habían quedado atrás habían seguido adelante”. Aquí es donde la capacitación ayudó a Mayram con la financiación y la puesta en marcha de un nuevo negocio ganadero para que también ella pudiera avanzar.
Echando la vista atrás, Mayram afirma: “No vi nada en Abiyán que no pudiera hacerse aquí. Puedo obtener buenos ingresos para mi familia y esto contribuye al desarrollo de nuestro país, así que es lo que quiero”.
Moussa Ndour, de 25 años, también volvió al Senegal tras viajar a través de Níger hasta Libia con la esperanza de dejar de depender de su padre y generar ingresos adicionales para apoyar a su familia.
“Todos estaban decepcionados cuando regresé porque querían que lo lograra como algunos de mis compañeros y pudiera ayudar a sus familiares”, señala. No obstante, dice que sus amigos y su familia siguieron apoyándole.
Comenta lo siguiente: “Es mejor quedarse, porque si viajas no sabes qué te puede suceder y no está garantizado que llegues a tu destino”.
Dice que sigue atormentado por la visión de los cadáveres sin enterrar en el desierto en su viaje de vuelta. Sin embargo, tras recibir la capacitación de la FAO en materia de agronegocios, cría de aves de corral y horticultura comercial, concluye: “Los jóvenes pueden vivir bien aquí gracias a la agricultura, pero depende de las condiciones”.
Históricamente, el Senegal ha sido un país de destino en la región del África occidental, pero con el crecimiento demográfico y el subempleo se ha convertido en un país de tránsito y emigración.
El proyecto, financiado a través del principal grupo de donantes de la FAO —esto es, el mecanismo de Contribución voluntaria flexible—, ya ha surtido efecto, en especial al sensibilizar a los encargados de formular las políticas locales acerca de los vínculos entre la migración, la agricultura y el desarrollo rural.
También ha establecido oficinas municipales en comunidades locales para prestar apoyo a las empresas de los migrantes.
Uno de los aspectos más innovadores y con mayor repercusión es la creación de oficinas municipales de acogida, orientación y seguimiento (Bureaux Communaux d’Accueil, Orientation, et de Suivi [BCAOS]).
Se trata de servicios de apoyo dirigidos a posibles migrantes, miembros de la diáspora y repatriados.
Proporcionan asistencia para actividades agroempresariales y la reintegración socioeconómica de los migrantes que retornan a su país de origen, además de actuar como punto de referencia general para cualquier cuestión relacionada con la migración.
Los orientadores de estas oficinas fueron los que seleccionaron a Abdoulaye, Mayram y Moussa para que participaran en la capacitación y a continuación dieron seguimiento a sus proyectos individuales brindándoles apoyo personalizado en sus emprendimientos.
A medida que avanza el proyecto, la FAO se compromete a dar a la población rural, en especial a los jóvenes, oportunidades de trabajo decente a fin de lograr que la migración sea una opción y de mejorar sus efectos positivos sobre las comunidades rurales.