Al igual que en muchos estados insulares del Pacífico sur, la pesca es un medio de subsistencia en Fiji; está integrada en los rituales diarios de las personas que viven en las islas del archipiélago.
“He pescado toda la vida”, cuenta Aviuta Ramoli. “La mayoría de nuestros recursos provienen del mar”.
Aviuta ha pescado en las espectaculares aguas turquesas que rodean su hogar en el Pacífico sur durante casi siete décadas. Ahora tiene seis hijos, 24 nietos y 13 bisnietos.
Pero a Aviuta y a otros pescadores les resulta cada vez más difícil encontrar poblaciones de peces suficientes cerca de la costa y muchos se ven obligados a recorrer largas distancias en busca de peces con los que alimentar a sus familias y generar ingresos.
Según Aviuta, un incremento en la pesca no sostenible implica que menos peces crezcan hasta la madurez y que las reservas disponibles sean inferiores.
“Cuando empecé a pescar, había muy poca pesca comercial y capturábamos peces mucho más grandes”, explica. “Todavía pescamos, pero el tamaño es mucho más pequeño, la mitad de lo que pescábamos al principio”.
Fiji es uno de los pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID) de la región del Pacífico. Estos Estados incluyen algunos de los países más remotos del mundo, cuyos ecosistemas costeros son los más afectados por la contaminación, la sobrepesca, la degradación marina y el cambio climático.
En este Año Internacional de la Pesca y la Acuicultura Artesanales (2022), la FAO está dando a conocer algunos de estos desafíos y celebrando la contribución de pescadores, piscicultores y trabajadores de la pesca en pequeña escala.
A través de un proyecto de la Organización en Fiji, los pescadores del Pacífico están aprendiendo cómo acceder a especies acuáticas en mar abierto y están recibiendo la capacitación y el equipo necesarios para ello. El proyecto se denomina FishFAD en honor a una tecnología fundamental para este trabajo: el dispositivo de concentración de peces (DCP).
El DCP se ancla al fondo del mar y cuenta con boyas en la superficie para atraer peces pelágicos pequeños, como la caballa, y peces más grandes y valiosos, como el atún, que no se encuentran más cerca de la costa. La FAO brinda apoyo a los pescadores en la construcción de este dispositivo en tierra antes de transportarlo en barco y fijarlo en un lugar estable hasta 10 kilómetros en mar abierto.
“Los pescadores están aprendiendo nuevos tipos de pesca para poder pescar en aguas profundas”, afirma Mike Savins, asesor técnico principal de la FAO para el proyecto. Destaca que no se trata solo de aumentar la diversidad y el número de capturas: “También aprenden a usar el equipo y amplían sus conocimientos sobre la gestión y, al mismo tiempo, aprenden cómo añadir valor a sus técnicas de procesamiento de pescado”.
Se trata de desarrollar la capacidad y la resiliencia, así como la seguridad alimentaria y la nutrición esenciales, ya que el pescado representa entre el 50 y el 90 % de la proteína de origen animal y aporta nutrientes clave en la dieta local.
“Los pescadores están aprendiendo a pescar en aguas más profundas con el equipo adecuado para que sus esfuerzos de pesca sean mucho más productivos, de modo que cuando estén capacitados puedan continuar haciéndolo”, dice Savins.
La provisión de capacitación y equipos de seguridad también es un elemento crucial de FishFAD, en particular porque los pescadores buscan sus capturas en aguas más profundas y peligrosas en mar abierto.
Financiado por el gobierno de Japón, FishFAD se concentra en siete países: Fiji, Kiribati, Palau, la República de las Islas Marshall, Samoa, Tuvalu y Vanuatu.
“El CDP nos beneficia porque sabemos que los peces están allí todo el tiempo, de día y de noche, cada vez que sales a pescar. No desperdicias combustible yendo al otro lado de la isla”, cuenta Aviuta.
“El Pacífico tiene la tasa de consumo de pescado fresco más alta del mundo, por lo que el pescado como fuente de proteínas y micronutrientes es extraordinariamente importante en esta región”, afirma Nicole Franz, oficial de pesca de la FAO.
“Es de especial importancia que la FAO, particularmente durante el Año Internacional de la Pesca y la Acuicultura Artesanales, brinde apoyo a los países con miras a mejorar la situación, sostener esas pescas costeras y proporcionar proteínas y nutrición saludables para las comunidades de los PEID”.
Cuando los pescadores regresan con sus capturas, los elaboradores de pescado locales, que suelen ser mujeres, limpian, procesan, ahúman, curan y secan el pescado.
La iniciativa FishFAD también aporta capacitación para estas mujeres, así como los pescadores y trabajadores de la pesca, en competencias aplicables tras la captura, a fin de ayudar a añadir valor a sus capturas y aumentar sus ingresos.
Por ejemplo, los trabajadores de la pesca están aprendiendo a utilizar partes del pescado que antes se descartaban y emplearlas para preparar hamburguesas de pescado, samosas de pescado y otros productos.
“Hemos aprendido muchas cosas: la forma de cortar el pescado, de filetearlo”, dice Ilisebeta Bau, de 66 años. “Hemos aprendido a usar la cabeza del pescado y las sobras para hacer samosas y albóndigas de pescado, y podemos ganar dinero con eso”.
El calendario del proyecto FishFAD es crucial, ya que los PEID se enfrentan a un futuro más incierto. La enfermedad por coronavirus (COVID-19) ha trastornado el turismo y otros sectores económicos en los últimos dos años. Asimismo, las perturbaciones climáticas están aumentando y tienen consecuencias nefastas en estos estados insulares vulnerables. Los niveles del mar y las temperaturas van en aumento, al igual que la cantidad de ciclones en la región del Pacífico. Fiji ha padecido tres ciclones tropicales graves en los últimos dos años.
“En los países de Melanesia y Polinesia, especialmente en Vanuatu y Fiji, los ciclones arrasan por completo los cultivos de hojas y tubérculos”, explica Savins. “Pero la gente puede salir el día después del ciclón y pescar, por lo que los DCP son una herramienta importante para aumentar la resiliencia en situaciones de emergencia”.
FishFAD ya está marcando una diferencia para los pescadores artesanales, los piscicultores y los trabajadores de la pesca en pequeña escala. En el Año Internacional de la Pesca y la Acuicultura Artesanales (2022), la FAO se compromete a brindar apoyo a los pescadores en su contribución al bienestar de los seres humanos, a sistemas alimentarios saludables y a la erradicación de la pobreza mediante el uso responsable y sostenible de los recursos marinos y naturales.