México (AFP) – Elena Delgado tiene apenas 9 años pero ya tiene que luchar contra el aislamiento social y un preocupante atraso educativo como millones de alumnos en el mundo, forzados por la pandemia a llevar la escuela a distancia.
«Extraño mucho convivir con mis amigas, sentarme junto a ellas, a la maestra también la extraño mucho (…) Esta pandemia nos cambió, pero nos tenemos que seguir cuidando», dice Elenita, como la llaman sus padres y amigos.
La crisis del covid-19 la alejó hace casi dos años de las aulas. La niña retomó las clases presenciales en una nueva escuela el 10 de enero, pero la alegría duró poco: las cifras récord del ómicron en México la forzaron a estudiar nuevamente desde casa lo que resta del mes.
«Hago más amiguitas o amiguitos cuando voy en presencial. Eso también es lo que me ha afectado en la pandemia», dice.
Elenita se esfuerza por remontar un atraso educativo que expertos calculan podría alcanzar entre uno y tres años de pérdida de aprendizaje en México, según el estudio «The potential effects of the COVID-19 pandemic on learning».
El rezago educativo es mundial. En Brasil, la pérdida de aprendizaje para alumnos de secundaria sería de un año, y de medio año escolar en Bélgica, refiere el mismo estudio publicado en septiembre por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), que investiga cuestiones de movilidad social.
«No aprendió nada» –
«Cuando estoy en virtual me atraso más y cuando estoy en presencial ya me paro y le digo a la miss: ¿me puede volver a escribir lo que estaba en el pizarrón?», explica Elenita sobre los inconvenientes del modelo a distancia.
Rodeada de muñecas y juguetes, en su recámara de dominante color rosa, la pequeña ha llevado clases privadas de recuperación de matemática, caligrafía e inglés, relata Elena Cabañas, su madre, una abogada de 41 años.
La incertidumbre económica de los primeros meses de pandemia llevó a sus padres a cambiarla del colegio privado donde estudiaba a una escuela pública gratuita. Un 90% de los estudiantes mexicanos de 3 a 18 años acuden a ellas.
«En la escuela pública de plano todo el año escolar, todo lo que fue segundo año, no tuvo más que cinco clases virtuales y no aprendió nada», sentencia Cabañas.
La madre decidió regresarla a la educación privada pero haciéndola repetir el segundo grado para subsanar la pérdida académica.
«Yo a los nueve años ya me sabía las tablas de multiplicar de arriba a abajo (…) o sea, sí tiene un retraso escolar y no nada más ella», dice Cabañas sobre Elenita, quien aún batalla para realizar esos cálculos.
Con todo, la pequeña es afortunada de seguir estudiando.
Datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INEGI) muestran que en el ciclo escolar 2020-2021, 5,2 millones de estudiantes entre 3 y 29 años abandonaron la educación básica y superior a causa del covid-19 o por motivos económicos.
La estrategia educativa del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador durante la pandemia fue el programa «Aprende en casa», una serie de contenidos diseñados para cada grado de estudios emitidos por televisión, pero con poca o nula interacción con los estudiantes.
Tras 17 meses a distancia, las escuelas públicas retomaron clases presenciales el 30 de agosto pasado.
Pero la semana pasada, 12 de los 32 estados mexicanos optaron por retomar los cursos a distancia ante el repunte de contagios.
Cerrar las brechas –
Tras esta «disrupción educativa», las autoridades no han ejecutado ningún plan para medir o remediar el rezago, señala Luis Monroy-Gómez-Franco, investigador del CEEY y uno de los autores del estudio citado.
«La impresión es que no existe ni siquiera un reconocimiento de que ha habido un problema y eso es lo preocupante», agrega el también académico de la City University de Nueva York.
En este contexto, el apoyo de los padres resulta crítico para intentar remediarlo.
Dependiendo de los recursos económicos y educativos de cada hogar, el atraso en el aprendizaje puede cerrarse o quedar abierto y ampliarse con el paso del tiempo, explica Monroy-Gómez-Franco.
Así, familias con padres que fueron a la universidad, como los de Elenita, pueden compensar el atraso. Pero hogares pobres, donde los mismos padres tuvieron educación incompleta, difícilmente podrán ayudarlos a «cerrar las brechas», añade.
Esta crisis se agudiza en el sur de México, históricamente empobrecido, donde el promedio de pérdida de aprendizaje va de 1,9 a 3 años, advierte el estudio.
México, de 126 millones de habitantes, acumula más de 300.000 decesos y 4,6 millones de casos confirmados por coronavirus.