París (AFP) – La justicia francesa condenó este jueves al venezolano Ilich Ramírez Sánchez, alias Carlos «El Chacal», a cadena perpetua por un atentado en París en 1974, en el último proceso contra este símbolo de la lucha armada de los años 1970 y 1980.
Tras dos días de juicio, el tribunal destacó la «especial violencia» de este atentado perpetrado para «presionar al Estado». El condenado de 71 años recibió impasible el anuncio de la pena y con un «muchas gracias».
Un tribunal de apelación había confirmado en 2018 la cadena perpetua para Carlos por lanzar una granada en la galería comercial Drugstore Publicis en 1974, matando a dos personas e hiriendo a 34.
Sin embargo, la Corte de Casación anuló en 2019 parcialmente esa sentencia, aunque sin cuestionar su culpabilidad, por lo que ordenó que se celebrara un nuevo juicio únicamente sobre la pena.
Los magistrados siguen así la opinión del fiscal Rémi Crosson du Cormier que había pedido la prisión de por vida por ese acto de «una violencia ciega e inédita», que representa el «primer atentado indiscriminado» en Francia.
Muestra de su importancia, el futuro Museo Memorial del Terrorismo, cuya construcción al oeste de París anunció en mayo la presidencia francesa, comenzará su recorrido por el atentado de 1974 en el corazón de la capital.
Los largos tiempos judiciales, criticados por la defensa, hicieron que el proceso de estos hechos de hace 47 años coincidiera con el de los atentados yihadistas que dejaron 130 muertos en París en noviembre de 2015.
Llamado a Venezuela –
A la espera de un eventual recurso, este tercer juicio por el atentado de 1974 supone la bajada del telón judicial en Francia para este «veterano del terrorismo», en palabras del diario Le Parisien.
«Le aconsejé no» recurrir, dijo su abogada Isabelle Coutant-Peyre, que urgió «a Venezuela [a] pedir al Estado francés su traslado». En el juicio, Carlos expresó su deseo de finalizar de purgar su pena en su país natal.
Con esta cadena perpetua, este hombre que se presenta como un revolucionario «profesional» suma tres, tras la del triple asesinato en 1975 en París y la de los cuatro atentados con bomba cometidos en 1982 y 1983 (11 muertos).
Para la última aparición de Carlos, en prisión en Francia desde su detención en 1994 en una operación del espionaje francés en Sudán que él califica de «secuestro», lució un traje chaqueta claro, pañuelo en el bolsillo y fular.
Y, en los recesos, esta figura de la lucha «antiimperialista» de la segunda mitad del siglo XX no dudó en lanzar besos, reír y conversar con los simpatizantes presentes, que lo despidieron con un «hasta luego».
«Estoy orgulloso de mi trayectoria de revolucionario», dijo en sus últimas palabras antes del veredicto, urgiendo a los jueces a «tomar una buena decisión» y tras rechazar de nuevo la autoría.
«Evitar» la reincidencia –
«Esta postura, pese a su edad y los largos años de detención», motivó que la corte lo condenara a la pena máxima, para «evitar» cualquier riesgo de reincidencia, razonaron los magistrados.
El ataque en Drugstore tuvo lugar el 15 de septiembre de 1974 en París. Sobre las 17H10, una granada desde un restaurante ubicado en un piso superior estalló en la planta baja de la entonces popular galería comercial.
Para la acusación, se buscaba liberar un japonés detenido en Orly, miembro del Ejército Rojo japonés, un grupo armado de extrema izquierda que había secuestrado simultáneamente a rehenes en la embajada francesa en La Haya.
Este movimiento era próximo a una rama del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) del que Ramírez Sánchez se había convertido en uno de sus brazos armados en Europa.
A falta de muestras de ADN y de confesión, el venezolano fue condenado en 2017 por una serie de elementos de cargo, entre ellos el testimonio de un excompañero de armas arrepentido, el alemán Hans-Joachim Klein.
Según la investigación, la granada usada procedía de un lote robado en una base militar en Alemania, al igual que unas halladas en la casa de la amante de Carlos y las abandonadas en la toma de rehenes en La Haya.
Carlos, que rechaza reconocer este atentado e incluso niega haber dado una entrevista en 1979 a la revista El Watan Al Arabi en la que lo hacía, sí reconoce haber «matado a al menos 83 personas, pero nunca a inocentes».