Río de Janeiro (AFP) – Se arrodilló, rompió en llanto y sus compañeros corrieron a abrazarlo: Lionel Messi alzó su primer título con la camiseta de Argentina al vencer 1-0 al Brasil de Neymar este sábado en el legendario Maracaná de Rio de Janeiro en la tensionante final de la Copa América-2021.
El extremo Ángel Di María bañó al portero Ederson, en el minuto 22, luego de recibir un pase lejano de Rodrigo de Paul y le dio el primer trofeo a la Albiceleste en 28 años, tras el conseguido en la Copa América de Ecuador-1993.
«Soñamos tanto con esto, peleamos tanto, mucha gente nos decía que no volviéramos, nos criticaban, y nos seguimos dando la cabeza contra la pared, a seguir dando hasta que hoy se rompió, entró y gracias a Dios pudimos lograr el título tan deseado que estábamos buscando», dijo el Fideo.
Aunque no brilló en el templo carioca, Messi, con 34 años, por fin obtuvo una alegría con la selección absoluta después de haber perdido tres finales de Copa América (2007, 2015, 2016) y el Mundial de 2014.
La Pulga voló por el aire de Rio empujado por la fuerza de sus compañeros, que se rindieron ante su ’10’ y capitán. «¡Messi, Messi, Messi!», lo homenajearon los centenares de argentinos que asistieron al Maracaná ante la aprobación de última hora para el ingreso limitado de público.
En medio de serpentinas y pirotecnia, La Pulga levantó la copa en el torneo en el que posiblemente tuvo su mejor desempeño, terminando goleador con cuatro anotaciones, una distinción que comparte con el colombiano Luis Díaz, y máximo asistidor (5).
Con el triunfo, Argentina igualó a Uruguay con quince títulos como los máximos ganadores de la competición sudamericana de selecciones.
La alegría de Messi fue, sin embargo, la tristeza de su amigo Ney, ausente por lesión del torneo de 2019, en la que Brasil ganó su novena copa. Ambos, excompañeros en el Barcelona, se enfundieron en un emotivo y largo abrazo al término del cotejo.
«Hay que tener la grandeza del reconocimiento por más doloroso que sea, por más difícil que sea», dijo el DT brasileño Tite.
Pronóstico acertado –
En la antesala del clásico de selecciones que, dijo, sabía cómo paralizar al mundo, el zaguero brasileño Marquinhos se atrevió a pronosticar que la esperada final sería una pelea de boxeo.
Lo afirmó, claro, en sentido figurado, porque aunque hubo golpes y la tensión se podía cortar con un cuchillo, no sucedió nada fuera del reglamento.
En la grama del Maracaná, la misma donde Uruguay protagonizó el inolvidable Maracanazo en 1950, hubo muchas mariposas flotando, las de Mohamed Alí, y pocas abejas picando. Pero cuando lo hicieron, fueron pinchazos letales.
De Paul lanzó un pase de cuarenta metros hacia la banda de Di María. El lateral Renan Lodi pifió al atacar el balón, el Fideo se esfumó en velocidad y en un baño suave le quitó a Ederson la imbatibilidad.
«Flota como una mariposa, pica como una abeja». Argentina aplicó el mantra del mejor boxeador de todos los tiempos para herir a un Brasil pasmado, superado en el mediocampo y con problemas para alinear su circuito ofensivo.
El duelo entre los principales ‘púgiles’, Messi y Neymar, fue de observación, aunque el argentino tuvo más movilidad, empeño, frente a un brasileño que buscó el choque, padeció la desconexión de su equipo y terminó en lágrimas.
La Albiceleste, en el primer tiempo, hizo lucir incómoda a la zaga local, que suele aceitar a la Canarinha cuando tiene espacio para salir jugando.
En su esquina, el novel Lionel Scaloni, de 43 años, le ganaba la mano al experimentado Tite, de 60.
«Es un título grandísimo, especialmente para la gente. Que los argentinos disfruten», agregó el argentino.
Remover el tablero –
Superado en la parte inicial, Tite removió el tablero pronto.
El mediocampista Fred no regresó de los camerinos para dar paso al delantero Roberto Firmino.
En una jugada arriesgada, quizás previendo que a lo largo del torneo Argentina aflojó en los segundos tiempos, dejó solo a Casemiro en la contención.
Brasil, que había ganado las cinco Copa América que había albergado, regresó a sus raíces de equipo dominante y retomó el control de la pelota. En pocas palabras, volvió a flotar y por poco pica.
Richarlison aprovechó un despiste en la marca de Marcos Acuña para ingresar solitario por la banda derecha y soltar un latigazo que exigió a Emiliano Martínez.
Además de ese derechazo, el ‘scratch’, cuyo ataque ya venía a menos, pudo emparejar la cuenta en un remate fuerte de «Gabigol» que Martínez despejó a falta de cinco minutos para el final.
Argentina mantuvo cualquier peligro lejos del arco y amagó con ampliar su ventaja en contraataques o recuperando la pelota en salidas brasileñas.
Sin fútbol y con mucha disputa, la Albiceleste resistió. Rompió una sequía de casi tres décadas, quebró un invicto de Brasil de dos años sin perder en un juego oficial y le dio una alegría con sabor a alivio al que muchos consideran el mejor jugador de la historia.