México (AFP) – «¡No te vayas, hijo!», imploraba este miércoles Marisol Tapia aferrada al ataúd de Brandon Giovanny, de 12 años, quien murió en el accidente del metro de Ciudad de México junto con otras 24 personas.
Marisol cuenta que cinco minutos antes del siniestro habló por celular con Brandon, el único menor fallecido al colapsar un paso elevado del tren la noche del pasado lunes.
«Me decía que ya venía», narró la mujer a la prensa mientras velaba al niño en una humilde vivienda a unos cuatro kilómetros del lugar de la tragedia. No cesaba de abrazar el féretro blanco.
Brandon fue la última víctima mortal en ser identificada por las autoridades capitalinas, casi 24 horas después de los hechos.
Durante ese lapso, su madre y su abuela realizaron una búsqueda incansable por hospitales y oficinas forenses de la zona.
«¿Dónde está mi hijo?», «¿Dónde está mi nieto?», gritaban desesperadas las mujeres, una imagen que se hizo viral el martes en medio del desastre.
El día del accidente del metro, Brandon acompañaba a su padrastro -quien se recupera en un hospital de las heridas graves que sufrió en el siniestro- al centro de la ciudad a comprar insumos para el negocio familiar.
«Justicia del dinero» –
Marisol afirma que hasta el último instante mantuvo la esperanza de que su hijo estuviera entre los heridos.
«Era un niño muy alegre, muy tierno (…) Es horrible lo que pasó, no se lo deseo a nadie», manifestó Pedro Hernández, padre biológico del menor, durante el entierro.
Brandon era el mayor de tres hermanos y cursaba el primer año de secundaria. Sus familiares cuentan que le gustaba escuchar música rap, y en ocasiones les ayudaba en un puesto de tacos.
Junto a su madre, su padrastro y sus hermanos Bryan y Alan, de diez y cuatro años respectivamente, Brandon vivía en un cuarto que su familia renta en la alcaldía Tláhuac, una de las zonas más empobrecidas de Ciudad de México.
Al igual que él, otros fallecidos en el accidente del metro comenzaron a ser sepultados este miércoles en el Panteón San Lorenzo Tezonco, muy cerca del lugar de la tragedia.
Parientes y amigos de las víctimas exigieron «justicia» y claridad en las investigaciones que llevan a cabo la Fiscalía y una firma de peritos independientes.
«No tengo palabras para describir el dolor. Mi padre era hojalatero, tenía 30 años en ese oficio. No estoy enojado, ni es la justicia del dinero, eso no me va a regresar a mi padre», señaló Luis Adrián, de 31 años, hijo de José Luis Hernández, de 61, fallecido en el siniestro.