Quito (AFP) – Los planes ambientalistas del izquierdista Andrés Arauz y del derechista Guillermo Lasso, quienes disputarán el balotaje presidencial de Ecuador el domingo, están lejos de convencer a los activistas, que no apoyan a ninguno ya que ambos pretenden mantener la explotación de petróleo y minerales.
Un denominado Frente al Ambiente, integrado por unas 60 organizaciones ecologistas y de derechos humanos, determinó que ninguno de los finalistas «eran verdes» tras evaluar los programas de los 16 candidatos que participaron en la primera vuelta, el 7 de febrero.
Con 63,6 sobre 100 puntos, Arauz, delfín del exmandatario socialista Rafael Correa (2007-2017), recibió la calificación de «preocupante» (con color amarillo) en un semáforo ambientalista, mientras que con 36,5 Lasso obtuvo la de «tóxico» (rojo).
Correa promovió en 2008 la actual Constitución de Ecuador, uno de los países más biodiversos del mundo, que reconoce derechos de la «pacha mama» -«madre Tierra» en quichua-, como el respeto a su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales.
El mejor evaluado, con 93,4% para aparecer como verde, fue el líder indígena de izquierda Yaku Pérez, quien emergió como abanderado para algunos sectores ambientalistas por su lucha en defensa del agua y contra la minería.
Pérez, que terminó tercero en la primera vuelta de las elecciones, es miembro de Pachakutik, el brazo político del mayor movimiento indígena contra la explotación a gran escala de los recursos naturales, que se concentra en territorios de aborígenes.
Para el balotaje de este domingo «partimos con candidatos que no eran verdes, por lo que se les exigió compromisos», explicó a la AFP la vicepresidenta de la Coordinadora de Organizaciones para la Defensa de la Naturaleza (Cedenma), Natalia Greene.
Ni Lasso, ni Arauz –
Esta agrupación de ambientalistas forma parte del amplio Frente, cuya posición «no es llamar a votar por ninguno de los dos candidatos», sino «aportar al voto informado mediante una visibilización de cuáles son sus compromisos ambientales».
El bloque de activistas consiguió que los dos finalistas firmaran compromisos verdes, pese a que la dolarizada economía ecuatoriana depende de las ventas de petróleo y confía en la extracción de minerales a nivel industrial, que se inició en 2019.
En caso de ser elegido, Lasso -un exbanquero conservador de 65 años- pactó por ejemplo reducir la utilización de combustibles fósiles, «parar» la deforestación y emprender nuevos proyectos para generar electricidad aprovechando el potencial de recursos renovables.
Arauz -un economista que a sus 36 años podría convertirse en el gobernante más joven desde el retorno de la democracia a Ecuador en 1979- plantea a su vez la descarbonización de la producción energética y del sistema público de transporte, así como frenar la ampliación de la frontera petrolera en la selva amazónica, de donde el país obtiene unos 500.000 barriles de crudo por día, exportando un 75%.
«Ecuador sigue inmerso en una política extractivista. Esto quiere decir que ambos candidatos piensan que el futuro del Ecuador está en el petróleo y eso no tiene nada que ver con la realidad», expresó a la AFP el director de la Unidad de Investigación Socio-Ambiental de la Universidad Andina Simón Bolívar, Carlos Larrea.
Para él, la nación «necesita diversificar su economía», que está en crisis por el bajo precio del crudo y los efectos de la pandemia, y «el potencial minero de ninguna manera tiene capacidad para reemplazar al petróleo aparte del impacto ambiental muy grande».
Biodiversidad = economía –
Quito aspira a que la minería vaya creciendo y que aporte un 4% del PIB en 2021, frente al 1,6% de 2019.
Greene recalcó que tras la «valoración de quién era más verde o menos verde, quiénes eran ‘preocupantes’ y quiénes eran ‘tóxicos'», los ambientalistas exigen «compromisos con la naturaleza» que sean reales y puedan cumplirse, sin caer en la demagogia.
El Frente propuso a los presidenciables una agenda de diez puntos, que contempla desarrollar planes para paliar los efectos nocivos del extractivismo regenerando los ecosistemas afectados y asegurando derechos de la naturaleza.
«Dado que la extracción de recursos no renovables es inconsistente con la conservación y manejo sostenible de áreas naturales, pero de modo especial de ecosistemas frágiles, estas actividades deben ser inmediatamente prohibidas en éstos ecosistemas», afirma el documento.
Larrea anotó que Ecuador «necesita un giro enorme que no puede improvisarse en su estrategia de desarrollo de largo plazo, fortaleciendo aquello en lo que más se destaca a nivel mundial que es su biodiversidad, su herencia cultural y su potencial turístico».
Añadió, además, que la situación de la biodiversidad del país «es gravísima debido a que hemos perdido más o menos una sexta parte de la selva amazónica por la extracción de petróleo».
La Amazonia de Ecuador, rica en petróleo y minerales, representa un 50% del territorio nacional, de unos 250.000 km2.