Caracas (AFP) – Venezuela saltó de meses de confinamiento a actos callejeros con multitudes que gritan consignas y bailan. Con la campaña para las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre, los insistentes llamados a respetar el distanciamiento y usar mascarillas para frenar el covid-19 quedaron en el olvido.
Desde marzo, en un país en su séptimo año de recesión consecutivo, el presidente Nicolás Maduro decretó una cuarentena que restringió actividades económicas, clases presenciales, celebraciones religiosas, visitas a parques, vuelos comerciales, desplazamientos entre regiones e incluso fiestas privadas.
«Cero rumbas, cero fiesta, cero cañandonga (licor)», clamaba el mandatario tras declarar un estado de alarma, subrayando que la «única medicina» contra el covid-19 era la cuarentena y el tapabocas y emprendiendo una cruzada para que los venezolanos se quedaran en casa.
En contraste, el pasado 3 de noviembre, con una lluvia de papelillos cayendo desde una gran tarima, candidatos del oficialismo, entre ellos Cilia Flores, la esposa de Maduro, se dirigieron a una multitud que bailaba y agitaba pancartas en una plaza de Caracas.
El evento, tras ocho meses de prohibición de actos públicos, marcó el inicio de una campaña que dio luz verde a multitudinarias concentraciones en estadios, plazas y avenidas.
Ello, cuando el gobierno socialista reporta más de 101.700 contagios y casi 900 muertes por coronavirus en este país de 30 millones de habitantes, cifras cuestionadas por la oposición y oenegés.
Preocupados, gremios de salud del petrolero estado Zulia (oeste), uno de los más afectados por el covid-19, suscribieron el 24 de noviembre un comunicado conjunto de «alerta sanitaria» en el que clamaban la «prohibición» de eventos que impliquen «aglomeraciones».
«Resulta verdaderamente alarmante observar los graves riesgos (…) con la serie de actividades masivas convocadas para festejos, eventos políticos y electorales, y en las cuales se observan miles de asistentes sin guardar la protección», señala el texto.
– «Amuñuñamientos» –
La televisión estatal ha venido difundiendo mítines políticos en los que se observa a personas sin mascarilla y apretujadas, a la vez que transmite mensajes que invitan a los venezolanos a cuidarse del covid-19 con distanciamiento social, mascarillas y lavado de manos.
El propio Maduro ha llamado a los candidatos a hacer una campaña «biosegura» y evitar «amuñuñamientos» (aglomeraciones).
«Sigo viendo mucha gente sin tapabocas en campaña electoral», dijo. «Hago un llamado por su salud, (…), hago un llamado para que la campaña electoral no sea un factor que multiplique el coronavirus».
Sin embargo, en la campaña para los comicios legislativos, boicoteados por una treintena de partidos que conforman la mayoría opositora del país y que los considera un «fraude», los protocolos sanitarios difundidos insistentemente se han saltado en actos del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
Ante una enfermedad de «alto contagio» que se propaga fácilmente, las «actividades de proselitismo político» deben hacerse con «responsabilidad», dijo a la AFP Jaime Lorenzo, director de la ONG Médicos Unidos de Venezuela.
– ¿Nueva ola? –
Pero las aglomeraciones no solo han sido protagonizadas por el chavismo. Candidatos de partidos minoritarios que rompieron el boicot opositor también han montado eventos públicos pese a la pandemia.
«El peor miedo del venezolano es el hambre que estamos pasando», dijo a la AFP Yanthony Ramones, candidato por el partido El Cambio, organización del pastor evangélico y excandidato presidencial Javier Bertucci, al preguntársele si temía a posibles contagios durante una concurrida actividad callejera en Valencia, estado Carabobo, a dos horas por tierra de Caracas.
Para Ramones, de 42 años, la preocupación por el covid-19 «quedó atrás» frente a las demoledoras consecuencias de la crisis económica: «El coronavirus ya no nos hace nada, es la necesidad que estamos pasando lo que está aporreando al venezolano».
A la cabeza del boicot contra las elecciones, el jefe parlamentario opositor Juan Guaidó, reconocido como presidente encargado de Venezuela por medio centenar de gobiernos encabezados por Estados Unidos, alienta por su parte actividades de calle para promover una consulta popular independiente con la que espera mantenerse en la pelea para desplazar a Maduro del poder.
En una asamblea con vecinos, Guaidó estrechó manos y fue rodeado por unas 200 personas, algunas de ellas sin barbijo, constató la AFP.
«Venezuela está viva», expresó al invitar a sumarse a la consulta prevista del 7 al 12 de diciembre en contra de las votaciones parlamentarias.
Mientras lamenta la muerte de 267 trabajadores sanitarios, entre médicos y enfermeros, Lorenzo teme que las concentraciones políticas conlleven a «una segunda ola de la pandemia» en un país marcado por un precario sistema público de salud.