Naqura (Liban) (AFP) – Líbano e Israel, dos países vecinos oficialmente en guerra, iniciaron el miércoles unas negociaciones inéditas auspiciadas por Naciones Unidas y Washington para delimitar su frontera marítima, con miras a suprimir trabas para la prospección de hidrocarburos.
La diplomacia estadounidense y Naciones Unidas se congratularon en un comunicado común por estas «discusiones productivas» durante la sesión inaugural de una hora, que tuvo lugar en los locales de la ONU en Naqura, una localidad fronteriza en el sur del Líbano.
Para este primer encuentro, la mediación estuvo a cargo del subsecretario de Estado norteamericano para Oriente Medio, David Schenker. La segunda sesión tendrá lugar el 28 de octubre, según una fuente militar libanesa, y el diplomático estadounidense John Desrocher tomará el relevo.
Tras años de esfuerzos diplomáticos estadounidenses, Líbano e Israel anunciaron a principios de octubre estas negociaciones, calificadas de «históricas» por Washington.
Poco después de los acuerdos de normalización de las relaciones con Israel firmados por Emiratos Árabes Unidos y Baréin en la Casa Blanca, los observadores se preguntan qué significarán estos avances para el presidente Donald Trump, a unas dos semanas de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.
Estas negociaciones también tienen lugar en un contexto regional de fuertes tensiones en el Mediterráneo oriental, sobre los hidrocarburos y el límite de las fronteras marítimas, con Turquía, Grecia y Chipre en el centro de las disputas.
«Negociaciones técnicas»
«Nuestra reunión del día marca el inicio de negociaciones técnicas indirectas», declaró el jefe de la delegación libanesa, el general Basam Yasin, en su discurso inaugural publicado por el ejército.
«Esperamos que las negociaciones avancen a un ritmo que nos permita cerrar el dosier en un plazo razonable», añadió.
Estas negociaciones son, sin embargo, cruciales para Líbano, cuya economía está por los suelos y confía en la prospección marítima de hidrocarburos.
En 2018, el país firmó un primer contrato de exploración con un consorcio internacional. Pero los problemas aparecieron cuando una parte de uno de los dos bloques, el número 9, tocó una zona de 860 km² que los dos países vecinos se disputan.
Una fuente en el ministerio israelí de Energía había asegurado que la delimitación marítima puede resolverse «en pocos meses» si el proceso se desarrolla sin problemas del lado libanés.
«No nos hacemos ninguna ilusión. Nuestro objetivo no es crear ninguna normalización o proceso de paz», añadió esta fuente.
Aunque Israel habla de «negociaciones directas», responsables libaneses aseguraran que las delegaciones no se hablan.
Dos militares y dos civiles –un responsable de la Autoridad del Petróleo y un especialista en derecho marítimo– representan a Líbano.
La delegación israelí está compuesta por seis miembros, entre ellos el director general del ministerio de Energía, un consejero diplomático del primer ministro Benjamin Netanyahu y el jefe de la dirección de Asuntos Estratégicos del Ejército.
Líbano insiste por su parte en el carácter «técnico» –y no político– de las conversaciones.
Pero los dos partidos chiitas libaneses Hezbolá y Amal fustigaron el miércoles la presencia de figuras civiles en la delegación libanesa y estimaron que solo los militares tenían que estar presentes.
«Esto perjudica la posición de Líbano y sus intereses (…) y representa una capitulación frente a la lógica israelí que quiere una especie de normalización», denunciaron en un comunicado.
La última gran confrontación entre Hezbolá e Israel remonta a 2006. Una guerra devastadora causó más de 1.200 muertos en el lado libanés, sobre todo civiles, y 160 en el israelí, en su mayoría militares.
Desde entonces, se han mantenido reuniones tripartitas organizadas con responsables militares por la Finul, la fuerza de la ONU desplegada en la zona para vigilar la frontera entre los dos países.
Según la ONU, se llevarán a cabo negociaciones sobre la frontera terrestre de forma separada, en el marco de estos encuentros.
«En caso de acuerdo en la frontera terrestre, se planteará entonces la cuestión de las armas de Hezbolá», señaló Hilal Khashan, politólogo de la universidad estadounidense de Beirut.
El movimiento chiita Hezbolá es la única facción que no abandonó su arsenal tras la guerra civil (1975-1990), justificando que tiene un papel de «resistencia» frente a Israel.