San Salvador (AFP) – En una clínica que atiende animales rescatados en El Salvador, un equipo de veterinarios se esmera en realizar un meticuloso trasplante de plumas a un gavilán café (Rupornis magnirostris), después de que una persona se las cortara para retenerlo como mascota.
La historia comenzó en julio pasado, cuando el ave se escapó del cautiverio al que era sometido por un hombre y llegó al patio de la vivienda de su vecino que, conmovido al ver que tenía las plumas cercenadas y no podía volar, decidió entregarlo a la Policía.
De unos 30 centímetros de alto, ojos y patas amarillas, pecho con estriadas blanquecinas y café claro y cola parduzca con bandas de color gris, el ave comenzó a ser tratada en la clínica veterinaria del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN).
Antes del procedimiento, el doctor José Coto, un cirujano veterinario de 30 años, muestra a la AFP el «set completo de plumas de vuelo» a ser implantadas y que fueron conservadas de un gavilán café que falleció meses atrás.
En la mesa del quirófano, él y tres asistentes comienzan la operación extrayendo los restos de plumas de las alas para luego hacer el implante de las nuevas.
«Vamos a colocarle las plumas del gavilán que falleció en la base de las plumas que ya tiene donde quedó el muñón de donde le cortaron» las otras, explica Coto.
El trasplante, que demoró un poco más de dos horas, es para «acelerar» que el gavilán pueda volar casi de inmediato para su liberación, y para acortarle el tiempo de regenerar sus propias plumas que oscila entre seis meses y dos años.
Como una buena señal de la operación, el gavilán al despertar extendió sus alas y comenzó a comer, para «satisfacción» del equipo médico que lo intervino.
«Todas las especies cumplen una función dentro de la naturaleza, si los empezamos a depredar o querer tener en casa ya no van a cumplir su función», reflexiona Coto.
El gavilán café, que se desplaza desde Argentina hasta el sur de Texas, vive en pantanos boscosos, bosques secundarios o áreas semiabiertas cerca del agua.
Mensaje cruel
Para el presidente de la oenegé Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES), Mauricio Sermeño, cortar las plumas de un ave para «mascotizarla» resulta ser «un mensaje cruel de lo que no se debe hacer con las aves».
«Pretender convertir las aves en mascotas es como matarlas porque dejan de reproducirse», exclama Sermeño, que considera necesario impulsar «campañas» que ilustren a la población sobre la necesidad de conservar la fauna.
«Las aves necesitan vivir en campo abierto, esa es la forma natural de su existencia, la naturaleza cautiva en jaulas no funciona», reflexiona.
La gerente de Vida Silvestre del MARN, Marcela Angulo, sostiene que con el confinamiento por la pandemia de la covid-19 el número de diferentes especies recuperadas aumentó en todo el país.
«El hecho de que hayamos estado en encierro por la pandemia ha hecho que los animales se acerquen más a nuestros hogares», dice a la AFP.
Debido a la cuarentena por el nuevo coronavirus, según Angulo, la población ha estado atenta a «denunciar» el caso de animales en cautiverio y ha localizado aves enfermas o heridas en las calles luego de chocar con cables de electricidad o de telefonía.
De enero a agosto se han acumulado 900 casos de animales recuperados en distintas circunstancias, superando los 700 del año pasado.
En el caso de las aves rapaces, lo que ha sucedido es un fenómeno interesante: los gavilanes «se están trasladando del campo para vivir en la ciudad» aprovechando árboles de gran altura en los parques de San Salvador y bosques de la periferia, explica el ecólogo Sermeño.
En algunos parques, Sermeño ha descubierto hasta una decena de nidos, lo cual «es curioso porque nunca se había visto en la ciudad».