Sao Paulo (AFP) – La hospitalización de indígenas por problemas respiratorios en Brasil aumenta en la temporada de quemas en la Amazonía y la situación, que se agravó con el auge de incendios de 2019, podría empeorar con la pandemia de coronavirus, advierte un informe publicado el martes.
La oenegé Instituto Socioambiental (ISA) comprobó que el pico de hospitalizaciones indígenas en la Amazonía brasileña coincidió entre 2010 y 2019 con los incendios de la temporada seca, entre agosto y octubre.
La concentración de partículas menores a 2,5 micrómetros (altamente perjudiciales para la salud) alcanzaron en 2019 niveles superiores a los considerados seguros por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 616 municipios de la Amazonía, casi la totalidad de la región.
El año pasado también el número de hospitalizaciones de indígenas mayores de 49 años durante el trimestre agosto-octubre fue el más alto de la serie histórica, con 91 internaciones; y el de menores de 4 años llegó a 533, el segundo más elevado de la década estudiada.
«Lo que el estudio muestra claramente es que hay una relación directa entre deforestación, fuego, contaminación del aire y salud indígena», dijo a la AFP Antonio Oviedo, asesor del ISA y uno de los investigadores a cargo del trabajo.
En 2019, voces dentro y fuera de Brasil exigieron al presidente de ultraderecha Jair Bolsonaro implementar de forma urgente políticas ambientales para controlar los incendios, que en la región amazónica son provocados de manera sistemática por las actividades de deforestación.
Oviedo advierte que este año la situación sanitaria es aún más «preocupante», debido a la propagación del nuevo coronavirus, que ya dejó más de 3,6 millones de casos y de 115.000 muertos en Brasil.
«El sistema de salud ya está sobrecargado con pacientes de covid-19, que ataca las vías respiratorias. Luego, diversos estudios comprueban que la baja calidad del aire afecta la salud, esto crea una comorbilidad adicional, dejando aún más debilitadas a las personas», dijo Oviedo.
El investigador explica que en algunas regiones de la Amazonía podría registrarse «un colapso total del sistema de salud».
En julio, el desmate se redujo un 36% respecto al nivel récord de julio de 2019, pero en el período agosto 2019-julio 2020 (año de referencia en el calendario de la deforestación), la tala alcanzó 9.205 km2, un 34,5% más que en los doce meses anteriores.
Las quemadas fueron prohibidas en julio durante 120 días por el gobierno de Bolsonaro, cuestionado por defender la explotación minera y energética de la selva tropical.