Rosario (Argentina) (AFP) – Castigado por una brutal sequía, el Delta del río Paraná en Argentina uno de los más grandes y biodiversos del mundo, arde como nunca antes desde inicios de este año.
Solo durante los primeros siete meses de 2020 se detectaron más de 11.000 focos de incendios, según el Museo de Ciencias Naturales Antonio Scasso, en una región de unos 14.000 km2 cuya jurisdicción comparten tres provincias: Entre Ríos (80% del territorio), Buenos Aires (15 %) y Santa Fe (5%).
Más de 530 km2 de humedal, una superficie equivalente a casi tres veces la ciudad de Buenos Aires, ha quedado arrasado, según estimaciones de la agrupación Naturalistas Santafesino en base a imágenes satelitales.
Las llamas arrasan la rica biodiversidad de un territorio donde conviven más de 700 especies de plantas y animales, de acuerdo a la Universidad Nacional de Rosario y la Universidad del Litoral.
«Las quemas generan impacto inmediato y otros que recién se perciben a mediano o largo plazo: mortandad de animales, pérdida de hábitat natural para muchas especies, empobrecimiento de los suelos, contaminación del agua y del aire e incidencia en las emisiones que generan el cambio climático», señaló a la AFP Graciela Klekailo, de la Universidad Nacional de Rosario.
La ganadería en la mira
La pregunta que todos se hacen es quiénes son los responsables.
El ministro de Ambiente de Argentina, Juan Cabandié, acusó a los productores ganaderos ya que estos suelen usar fuego para «limpiar» los terrenos de pastos secos y regenerar la pastura para el ganado.
Cabandié, quien sobrevoló la zona varias veces en los últimos meses, presentó una denuncia penal contra productores y arrendatarios.
Sin embargo, los productores rechazan tajantemente las acusaciones: los incendios también menoscaban su actividad, aducen, y responsabilizan a las autoridades de «falta de control y desidia».
Para Jorge Postma, también de la Universidad Nacional de Rosario, la catástrofe se debe a las excepcionales condiciones naturales de este año con una sequía y una bajante pocas veces vista del río al que los guaraníes denominaron Paraná («Pequeño mar»).
«En este momento el nivel del río Paraná en el hidrómetro del puerto de Rosario es 80 cm, cuando lo normal para esta zona a esta altura del año son 3 o 4 metros», afirmó.
«Me duele el corazón»
Javier Torres pertenece a una familia de la zona de Victoria, en Entre Ríos, que produce miel desde hace décadas.
Este año, 270 colmenas ubicadas en la zona de islas del Delta resultaron devoradas por el fuego, sin que hasta ahora supiera con certeza quien las quemó o las causas que originaron el incendio.
«Perdí 270 colmenas, algo que lleva años construir y que me va a llevar años volver a montar. Me duele el corazón, no he recibido ayuda de nadie hasta ahora», cuenta a la AFP.
Según la dirección del viento, las ciudades costeras más grandes recostadas sobre la orilla oeste del río como Rosario, San Lorenzo o Villa Constitución, se ven afectadas por un denso humo que genera problemas respiratorios y de alergia en un contexto sanitario delicado por la pandemia de coronavirus.
En junio pasado, investigadores de la UNR detectaron que el aire rosarino contenía hasta cinco veces más partículas contaminantes que lo permitido, tanto grandes como pequeñas: Esto «es particularmente grave en un contexto de pandemia con rasgos respiratorios».
Zona «olvidada»
Si bien la ganadería es la actividad predominante del Delta, en la zona también conviven cazadores furtivos, pescadores y especuladores inmobiliarios.
Pablo Cantador, ambientalista referente del grupo «El Paraná No Se Toca», dijo a la AFP que las quemas descontroladas de este año «son el resultado de décadas de dejar los humedales olvidados».
Un conglomerado de organizaciones y universidades reclaman la sanción urgente de la llamada Ley de Humedales en el Congreso.
Según ellos, permitirá ordenar los usos del territorio y garantizar la salud ambiental del Delta. Pero hasta ahora, las dos veces que el proyecto fue presentado no logró el apoyo necesario.
Laura Prol, del Taller Ecologista, exhorta a las autoridades de las tres provincias y del gobierno de Alberto Fernández a ocuparse. «Es el sistema de humedales más importante de Argentina, nosotros decimos aquí que es nuestra pequeña Amazonía», señaló.