Caracas (AFP) – Un peatón salta una barrera. Vehículos agolpados esperan paso en alcabalas militares y policiales. Dos pesados bloques de concreto bloquean una calle. Son escenas de la «radicalización» del confinamiento por la pandemia de COVID-19 en Caracas, la ciudad con más casos en Venezuela.
Los accesos de la autopista Francisco Fajardo, que atraviesa de polo a polo esta ciudad de 6 millones de habitantes, tienen paso restringido por muros de cemento o vehículos policiales y militares que tapan vías, en un intento de las autoridades de reducir la circulación entre municipios y frenar al nuevo coronavirus.
Varias barricadas, constató la AFP, fueron instaladas en tramos que comunican con el concurrido centro de Caracas, zona de alta actividad comercial.
«A veces dan cancha libre y todo el mundo pasa, otros días amanecen más estrictos», cuenta Richard en Catia, una zona popular próxima al palacio presidencial de Miraflores en la que viven unas 600.000 personas. Conos de tránsito naranjas marcan allí los límites de alcabalas policiales en sus principales vías, igual que en otros barrios humildes como El Valle o Petare.
Buscando precios bajos en este país en crisis, con hiperinflación y seis años de recesión, este mesonero de 40 años camina unas seis cuadras para llegar al mercado y comprar la comida del día. Los comercios funcionan con horarios reducidos.
El jueves, «me hicieron devolverme» a casa. «Fui a comprar unas patas de pollo y ya habían cerrado», lamenta.
Las barreras de la autopista se extienden hacia Plaza Venezuela, un punto clave con salidas hacia diversos puntos de la capital. Estructuras de cemento pintadas de amarillo obstaculizan el paso en las proximidades de la Universidad Central de Venezuela, la principal del país.
Sigue habiendo movimiento callejero con gente que, como Richard, sale a comprar alimentos como harina de maíz (base de las tradicionales arepas), pero los bloqueos se ampliaron desde el 15 de julio, cuando el presidente Nicolás Maduro ordenó reforzar en Caracas y varios estados la cuarentena vigente desde mediados de marzo.
Militares y policías con tapabocas, máscaras plásticas y guantes vigilan.
Milicianos (civiles asimilados por la Fuerza Armada) intentan en tanto controlar los embotellamientos de tráfico que suelen formarse frente a los bloqueos.
Con 30 millones de habitantes, Venezuela acumula casi 18.000 contagios confirmados y 158 fallecidos según cifras oficiales, cuestionadas por organizaciones como Human Rights Watch al considerar que esconden una situación mucho peor.
Más allá de dudas, el propio Maduro reconoce un incremento de casos, con Caracas convertida en nuevo epicentro tras desplazar al estado Zulia (oeste, fronterizo con Colombia). «El coronavirus anda como loco por ahí», dijo este jueves el mandatario.
Desde el 1 de junio el gobierno socialista aplica un esquema de confinamiento que llama «7+7», que alterna siete días de cuarentena estricta, en la que se obliga a cerrar todos los comercios salvo los de sectores «esenciales» como alimentos o salud, con siete de flexibilización que permiten reactivar el resto de las actividades.