Bruselas (AFP) – Naciones Unidas y la Unión Europea (UE) señalaron este martes la «generosidad» de países como Colombia, Perú o Ecuador, que acogieron a millones de migrantes venezolanos y a los que la comunidad internacional busca ayudar en plena pandemia.
«América Latina y el Caribe respondieron desde el principio [de la crisis migratoria] con solidaridad, hospitalidad y generosidad», apuntó Antonio Vitorino, director general de la Organización Internacional para Migraciones.
Al inicio de una videoconferencia de donantes organizada por la UE y España, con el apoyo de Naciones Unidas, Vitorino llamó así a que las contribuciones «estén a la altura del reto» que enfrentan los países de acogida.
Venezuela vive una grave crisis socioeconómica, institucional y política desde 2015. Desde entonces, poco más de 5 millones de personas abandonaron la otrora potencia petrolera, en su mayoría a países vecinos, según datos de la ONU.
Pero «la compleja coyuntura de la COVID-19 ha venido a complicar esta situación», en palabras del canciller peruano, Gustavo Meza-Cuadra, que en octubre, junto a sus pares latinoamericanos, ya solicitó el apoyo internacional.
La plataforma regional liderada por la OIM y las agencias de la ONU para los Refugiados (Acnur) estima en 1.410 millones de dólares la ayuda necesaria en 2020, de los que recaudaron unos 90 millones antes de la conferencia.
Del monto total, casi 430 millones se destinarían a acciones sanitarias relacionadas con la lucha contra el nuevo coronavirus, que golpea con fuerza América Latina y el Caribe con más de 40.000 muertos por 770.000 contagios.
El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, abrió la serie de anuncios con uno 160 millones de dólares en ayuda humanitaria, mientras que España aportará por su parte unos 55 millones de dólares en tres años.
A la espera del resultado final, fuentes en Bruselas descartaron que se alcance el monto necesario para 2020, pero celebraron cualquier aportación para auxiliar en la segunda mayor crisis de desplazados del mundo, tras Siria.
– El «peor régimen» –
El nuevo coronavirus, que irrumpió en diciembre en China, complicó los esfuerzos de atención de los migrantes en la región, mientras, dentro de Venezuela, sigue el pulso entre el presidente Nicolás Maduro y el líder opositor Juan Guaidó.
A modo de ejemplo, la economía de Colombia, que acoge a unos 1,8 millones de venezolanos y donde murieron 750 personas por la COVID-19, se contraerá un 2,4% en 2020, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Acnur y la OIM estiman que Colombia necesitará por ejemplo 782 millones de dólares en 2020 para los migrantes y comunidades de acogida, más que Ecuador (208 millones), Perú (149), Brasil (88) y Chile (35 millones).
La canciller colombiana, Claudia Blum, que alertó de la situación sanitaria en Venezuela, avanzó su intención de reforzar los sectores de la salud y educación, así como la integración económica de los migrantes venezolanos.
El desempleo generado por las medidas para contener la pandemia y el temor de ser objeto de discriminación han hecho que cientos de migrantes hayan decidido regresar a su país, pese a las restricciones en la frontera.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, explicó que el 80% de los venezolanos dependen de la economía informal, muy golpeada por el confinamiento, y advirtió de un aumento de la xenofobia.
Jutta Urpilainen, comisaria europea de Asociación Internacional, urgió en declaraciones a la prensa a apoyar a los países de acogida de migrantes «para que sus ciudadanos no sientan que estén quitándoles nada».
El evento llega en plena tensión con Washington por las denuncias de una frustrada incursión marítima a Venezuela, de la que Caracas responsabiliza a Guaidó, Estados Unidos y Colombia, y el acercamiento de Maduro a Irán.
El gobierno de Maduro, cuya legitimidad disputa Guaidó al que más de 50 países consideran presidente interino, calificó la conferencia de «estrategia distractiva» de Washington y la UE, en palabras del canciller Jorge Arreaza.
Los migrantes «huyen del peor régimen totalitario de América Latina jamás conocido», dijo su par brasileño Ernesto Araújo, para quien «la causa de la solidaridad (…) no es completa sin la causa de la democracia».