Buenos Aires (AFP) – Produce cereales, legumbres, carnes, frutas, esos bienes que siempre tendrán demanda. Pero la pandemia del nuevo coronavirus, que mantiene en confinamiento a la mitad de la humanidad, golpea las exportaciones de Argentina, uno de los mayores productores de alimentos del mundo.
Argentina se ubicó en 2019 como el primer exportador mundial de harina y de aceite de soja, y el tercero en maíz. Tiene además una posición destacada en carnes y legumbres.
Pero comenzó a sufrir un bajón en enero con la propagación del COVID-19 en China.
Raúl Victores, productor ganadero de la zona de San Pedro, en la provincia de Buenos Aires, es uno de los afectados.
A principios de año «iba mucha carne viajando (hacia China) cuando dijeron que no estaban de acuerdo con los precios. Gente de los frigoríficos fue hasta allá y bajaron los precios. Ellos pararon las importaciones por unos días», explica Victores a la AFP.
La Cámara de Comercio Argentina destacó que «para los exportadores de alimentos el primer impacto del COVID-19 se notó en la relación comercial con China, principalmente en los sectores de carne y oleaginosas. Esto se vio no sólo en menores cantidades exportadas, sino también en menores precios».
Las exportaciones argentinas a China en febrero fueron 188 millones de dólares, lo que representó una caída de 35,6% interanual, según el estatal Instituto de Estadísticas y Censos (Indec).
– Mercados cerrados –
En la misma senda de expansión del COVID-19, se cerró el mercado europeo.
«Con Europa fue un acto reflejo. Se suspendieron los envíos porque paró de comprar, no recibía la carne. Toda la hacienda que estaba preparada está dando vueltas por el mundo o guardada en los frigoríficos. Tenemos novillo pesado y no hay a quién vendérselo», indicó Victores.
«Ha sido un caos en el mundo y eso repercute en las ventas», explicó.
– A la espera de embarcar –
Horacio Frágola está al frente de Farm Products, una empresa exportadora de granos especiales como arvejas, garbanzos, semillas de girasol, maíz pisingallo y porotos. Está a la espera de que termine la cuarentena que comenzó Argentina el 20 de marzo para volver a embarcar su carga.
Su compañía exporta unas 4.000 toneladas mensuales a 80 países de América, Europa, África y Asia. Pero en marzo las ventas fueron de la mitad.
«Tenemos muchas ventas que no hemos podido sacar, las de marzo quedaron para abril», dijo Frágola a la AFP.
El aislamiento obligatorio en Argentina durará al menos hasta el 13 de abril. Frágola espera a partir de esa fecha, en un lapso de dos semanas, despachar lo que quedó pendiente de marzo más lo de abril.
También ha fracasado alguna venta por nuevas exigencias de los importadores. «De Qatar nos pidieron un certificado sobre tratamiento a la mercancía para prevenir el coronavirus. Y antes que escribir algo que no sabemos preferimos no hacer el negocio», refirió.
«Es una pena porque nosotros perdemos el negocio y ellos el producto», añadió.
– Personal en cuarentena –
Para Daniel Vainstein, un exportador de miel de la provincia de Entre Ríos, las dificultades provienen de la disminución del personal debido a la cuarentena.
«Nosotros estamos autorizados a trabajar, pero por sentido de la responsabilidad el personal de nuestra oficina trabaja desde casa, como puede», señaló a la AFP.
En las demás instancias que garantizan sus ventas sucede algo similar.
«Hay problemas con los fletes internos por menor disponibilidad de gente trabajando. Los organismos públicos están demorando la documentación por falta de personal. En la aduana de Paraná, de 16 personas que laboran usualmente hay ahora solo seis o siete», refirió.
Además, tiene problemas para conseguir insumos que no sean alimentos, como por ejemplo envases para la miel.
Y sus costos se han incrementado en la medida en que se redujo la frecuencia de los barcos.
«Falta espacio en los contenedores y en los buques, la menor disponibilidad aumenta los costos», señaló.
– ¿Falta de alimentos? –
Naciones Unidas ha alertado sobre el riesgo de que se produzca una penuria alimentaria debido a las perturbaciones causadas por la pandemia. Incluso expresó temores de que haya «una oleada de restricciones a la exportación».
De hecho, ya Rusia limitó sus exportaciones de cereales.
Pero en Argentina eso no se ha planteado. «Aquí no faltan alimentos y para la economía argentina (en recesión desde 2018 y en proceso de reestructuración de su deuda externa) sería suicida dejar de exportar», resumió Victores.