Nueva York (AFP) – Yasser Tejeda tiene una misión: difundir al mundo toda la música dominicana, especialmente la menos conocida y a veces despreciada, sus ritmos de origen africano.
«No somos solo merengue y bachata», asegura este hábil guitarrista y estudioso de la música de 34 años que reside en Nueva York desde 2013, aunque no desprecia estos dos populares géneros omnipresentes en su país natal, que sacan lustre a las pistas de baile.
Tejeda lanzó en octubre junto a su banda Palotré su segundo disco, «Kijombo», que fusiona rock, jazz, funk, soul y R&B con la llamada «música raíz», los ritmos afro dominicanos de palos (tambores largos y voz), congos, salve, gagá o priprí, rescatando la influencia de los esclavos que llegaron hace siglos a la isla.
– La «otra» Dominicana –
«Mi música es una fusión afro dominicana» inspirada en la música raíz de hace 300 años, surgida de la mezcla de los esclavos africanos con los indígenas taínos y los colonizadores españoles, explica Tejeda, que estudió música en el conservatorio de Santo Domingo y luego en la célebre Berklee School of Music en Boston.
«Es un tipo de música que en República Dominicana está escondida, no es aceptada por algunos, y no todos la conocen», añade este guitarrista llamado Yasser en honor al difunto líder palestino Yasser Arafat, que trabaja como músico desde los 16 años pero también estudió administración de empresas para complacer sus padres.
Y aunque no es merengue ni bachata, Tejeda y su banda levantan al público de las butacas y lo ponen a bailar, como la semana pasada en el bar The Groove, a unos pasos de Washington Square, y la anterior en el Sultán Room, en Bushwick, Brooklyn.
Tejeda cree que esto se debe a que la música afroestadounidense como el jazz, el blues o el gospel está muy relacionada con los palos.
«Lo que estamos haciendo es desenterrando un tesoro oculto (…) Es la música de la ‘otra’ República Dominicana», dice.
– «Racismo» –
Tejeda tuvo su primer contacto con la música afro dominicana a los 19 años, en un festival de palos en el campo dominicano.
«Quedé loco. ¡Yo no sabía que eso existía! Pensé, ¿por qué no se enseña en las escuelas?», cuenta este «jabado» de largas trenzas rastas doradas y ojos verdes. «Sentí una conexión (…) que me jaló de la sangre y del corazón».
El videoclip de su canción «Nuestras raíces«, un himno con palos frenéticos que celebra la tradición transmitida de una generación a otra, fue filmado en Villa Mella, una comunidad pobre de fuerte descendencia congoleña, media hora al norte de Santo Domingo, con músicos y niños y adultos del lugar.
«Ese sitio es increíble, crees que estás en el Congo», dice sonriendo Tejeda, que ha colaborado con estrellas dominicanas como Vicente García y Prince Royce.
Lamenta que algunos dominicanos «nacionalistas» no acepten este tipo de música. «Dicen que el merengue y la bachata son de nosotros, y el resto viene de Haití», el país vecino que comparte la isla caribeña con Dominicana.
«Es ignorancia, es racismo. Hay gente de clase media, media alta y de ahí para arriba que no quiere mezclarse con eso, porque el que practica este estilo de música es pobre, muy pobre», explica.
– Tradición –
Los músicos de Villa Mella, sin recursos para comprar instrumentos, construyen sus propios tambores con troncos de aguacate, cuenta.
Pero Tejeda no desprecia la popular bachata, e incluso compone y toca mucho merengue fusión, pero prefiere el «old school», el más antiguo y musical, con cuerdas, no con acordeones.
«Trato de abrazar toda la cultura dominicana», dice.
El músico tiene un proyecto para documentar la música afro dominicana en diferentes festivales y celebraciones, creando una plataforma que registre estilos en vías de extinción y enseñe a tocarlos en videos educativos.
Su sueño es «incentivar a las nuevas generaciones a seguir la tradición, a sentir que con ella pueden llegar a donde quieran».