Puerto Príncipe (AFP) – Decenas de miles de dólares de producción reducidos a cenizas: consumida por un incendio, la empresa de artesanías Caribbean Craft, en Puerto Príncipe, ilustra las dificultades del sector privado haitiano ante la inestabilidad social desatada por la crisis política.
«No se pudo salvar nada, los pedidos, el material, incluso la construcción. Es como si mi vida se hubiera hecho humo», dice Mario Denestant, entre lágrimas.
El hombre de 35 años, responsable de producción, está aún en shock por el incendio que destruyó, la semana pasada, la empresa en la que trabaja desde 2010.
De origen desconocido pero sospechado, el fuego partió del estacionamiento de una empresa vecina de alquiler de autos. En medio de la noche, las llamas destruyeron varios vehículos y también importantes existencias en la fábrica de artesanías.
Los productos de Caribbean Craft son 90% de papel maché y hay entre ellos numerosos elementos de decoración: vasijas, figuras de animales, aplicaciones murales, juguetes.
«Teníamos pedidos que teníamos que haber enviado hace más de tres semanas, pero por los problemas del país, los contenedores no podían llegar hasta aquí», explica.
Esos «problemas» han causado una parálisis de las actividades económicas en Haití entre mediados de agosto y mediados de septiembre, por la falta de combustible.
El Estado haitiano, que subvenciona los combustibles, no ha honrado sus millonarias deudas con compañías petroleras que por ello han dejado en momentos de dejar de aprovisionar el mercado nacional.
Ese escenario atiza la indignación popular que desde hace un año se moviliza contra la corrupción, en medio de escándalos que salpican a buena parte de la clase política de Haití.
Desiertas por falta de combustible, las vías de las principales ciudades haitianas han sido tomadas por manifestaciones violentas y barricadas, en medio de los reclamos opositores de que dimita el presidente Jovenel Moïse.
-«Más duro que el sismo»-
Además de esos problemas, el vandalismo y los incendios de comercios han acorralado a los propietarios. Muy pocos están asegurados: los problemas políticos no son cubiertos por la mayoría de pólizas a precios que puedan pagar.
Fundada en 2006, Caribbean Craft emplea unas 150 personas al año, otras 50 de manera estacional y trabaja con una red de 250 artesanos.
Delante del ennegrecido edificio, los rostros de decenas de empleados allí reunidos muestran cansancio y preocupación por su futuro.
«Estamos en un país donde realmente no hay empleo. Yo trabajo aquí desde hace 20 años: es mi estabilidad en un país sin estabilidad», suspira Mona Surpris.
Con el terremoto de 2010, «debimos cambiar de local, pero esto es más duro que el sismo porque verdaderamente perdimos todo», agrega al recordar los daños causados a la empresa por el temblor que dejó más de 200.000 muertos.
– Sin clima de negocios –
Cercana a sus empleados, la jefa de Caribbean Craft, Magalie Dresse, les explica que les abandonarán, pero sin ocultar lo crítico de la situación.
«Es una temporada navideña desaprovechada, donde tenemos nuestro periodo de mayores pedidos (…) Todo se esfumó», dice la empresaria de 44 años.
Pero sin dejarse caer abatida, coordina la recuperación de los pocos materiales que se puedan salvar de entre las cenizas, mientras informa a los proveedores.
Dresse espera que su caso y el de otros empresarios víctimas de vandalismo pueda finalmente llamar la atención de los dirigentes sobre la necesidad de mejorar el clima de negocios.
«Tengo esperanza: yo sé vender mi país, sé vender a la gente que tiene talento, los artesanos haitianos… Es una lástima que mi gobierno no sepa lo que eso representa», se lamenta.
No hay ningún estudio que estime el costo de la crisis en Haití ni hay dispositivos de indemnización previstos.
Para que sean escuchadas sus reivindicaciones. «no es normal destruir empresas que promueven la imagen del país», declaró esta semana Bocchit Edmond, ministro de Asuntos Exteriores y nuevo ministro de Turismo de Haití.