Buenos Aires (AFP) – Ni letras machistas ni varones al mando. El movimiento feminista levanta sus proclamas en el Mundial de Tango que se celebra en Buenos Aires y abre el debate sobre los estereotipos de la sensual danza rioplatense.
Mientras detrás del escenario las bailarinas se acomodan los profundos escotes antes de competir, en un salón contiguo el Movimiento Feminista del Tango (MFT) cuestiona el costado machista del dos por cuatro.
En la Usina del Arte, sede principal del mundial, confluyen varias generaciones y decenas de nacionalidades unidas por la misma pasión, aunque con visiones diferentes.
«En esencia el tango juega sobre la idea de sumisión de la mujer, de un hombre macho y dominante, pero si eso no estuviera, ¿seguiría siendo tango?», se pregunta Mariana Argüello, una argentina de 26 años asidua concurrente a las milongas.
Para ella es «un juego de roles necesario que se monta mientras dura la música».
En cambio para Leonor Cucciota (78), el tango representa los aires mismos de su juventud cuando en una pista de baile de Valentín Alsina, una pequeña localidad del sur del Gran Buenos Aires, abrazó por primera vez a quien fue luego su esposo. «El tango es elegancia, romance, pasión. Cuando suena la música cerrás los ojos y te dejás conducir por tu compañero», dice con la mirada perdida en un recuerdo. «Nunca me sentí incómoda por eso».
Un récord de 744 parejas de 36 países, con edades que van de 18 a 99 años, compiten en esta nueva edición del mundial. Cientos más asisten a las clases, conciertos y milongas en dos semanas a puro fervor tanguero.
– Romper el molde –
Una pista colmada de bailarines aprendices asiste a una clase de «cambio de roles», la nueva modalidad en la que la conducción de la danza ya no es exclusiva del varón, una variante que gana cada vez más adeptos.
«En el tango tradicional siempre hubo rol invertido porque los varones practicaban entre ellos, pero para la mujer es nuevo porque siempre estuvo en un lugar pasivo», explica Adriana Vasile, bailarina y coreógrafa a cargo de la clase.
En el cambio de roles «la mujer es la que propone (los pasos de baile) y eso es fantástico», dice entusiasmada con lo que define como una «evolución de la danza».
«El tango tiene que acompañar cómo va el mundo y la mujer ha hecho un cambio muy importante que está llegando al tango», resumió.
– «Milongas amigables» –
Esta nueva forma de bailar, menos aferrada a los estereotipos y a los clichés tangueros, es practicada en decenas de milongas de la noche de Buenos Aires, donde hay de las «clásicas» y de las nuevas llamadas «amigables», preferidas por los jóvenes.
Allí es común ver bailarines del mismo sexo o parejas que practican los roles invertidos y mujeres que invitan a bailar a los hombres.
«En un momento del baile, cambian el abrazo y el dominio queda en el lugar del otro», explica Soraya Rizzardini González, del MFT.
En estas milongas tampoco se escuchan los tangos tradicionales con letras violentas hacia la mujer.
«Claramente las primeras letras del tango eran machistas, misóginas, con incluso verdaderas apologías del feminicidio», afirma Rizzardini al citar el tango «Amablemente», en el que se relata el crimen de una mujer a la que un hombre le clava «34 puñaladas» por su infidelidad.
A tono con los nuevos tiempos la mujer también puede invitar a bailar al hombre, algo absolutamente prohibido en los códigos tradicionales del tango.
«Eso es lo que más se flexibilizó y más rápidamente. Antes se veía mal y ahora forma parte del nuevo paisaje tanguero», afirma.
«Como feministas hacemos una crítica a toda la lógica de dominio del tango, queremos que la danza sea un diálogo de pares en clave de tango», resume Rizzardini.
Sin embargo en el mundial aún prevalece el modo tradicional.
«Lo que se ve son estereotipos sexistas: una mujer sexualizada que muestra mucho de su cuerpo y un varón dominante al que solo se le ve el rostro y las manos. Pero hay maneras nuevas de vivir el tango, sólo hay que descubrirlas», propone Rizzardini.